miércoles, 29 de octubre de 2014

Negacionismo

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 29 de octubre  de 2014

La crisis política, de seguridad y de derechos humanos que vivimos hoy en México ha vuelto a desatar la polarización social. En conversaciones, medios y redes sociales se han recrudecido las violentas discusiones entre quienes defienden, por ejemplo, que los asesinatos de estudiantes en Guerrero son un “crimen de Estado”, siendo el responsable último –¡o único!– el presidente de la república (o, por el contrario, que es el líder de la oposición que respaldó la candidatura del alcalde de Iguala desde los partidos de izquierda el que debe cargar con dicha responsabilidad), y quienes ven en posturas como éstas una exageración que pasa por encima de la evidencia en aras de promover una postura más bien ideológica (sea en contra del gobierno o de la oposición).

Hace unos días me atreví a publicar en Facebook una brevísima reflexión al respecto: “Hay gente para la que la ideología importa más que los hechos, por lo que si no coinciden con ésta deben «corregirse» o de plano negarse. Y hay gente para la que no. Una persona con verdadero pensamiento lógico y crítico debería pertenecer a la segunda clase.”

Ya se imaginará usted la andanada de airadas respuestas que recibí.

Ayer martes 28 de octubre, el filósofo de la biología Massimo Pigliucci, de la City University de Nueva York, un muy lúcido pensador sobre las seudociencias –en particular el creacionismo– y el pensamiento humanista (sus colaboraciones en su recién expirado blog Rationally Speaking, que sigue disponible, eran siempre interesantes y disfrutables), publicó en su nueva “revista web” (webzine) Scientia Salon un interesantísimo texto donde resume sus experiencias en una reunión internacional sobre negacionismo (titulada “Manufactuing denial”) recién llevada a cabo en la Clark University, en Massachusetts, Estados Unidos.

Para Pigliucci, el negacionismo (denialism) es “el desprecio consciente de la evidencia factual por parte de grupos o individuos motivados ideológicamente” (él mismo señala que el Diccionario Oxford lo define como “la resistencia a admitir la veracidad de un concepto o proposición sustentada por la mayor parte de la evidencia científica o histórica”).

Diferencia entre la percepción pública
(izquierda) y la opinión de los expertos
 mundiales (derecha) respecto
 al cambio climático antropogénico
El negacionismo es un problema grave: existen grandes grupos negacionistas que afirman que el sida no es causado por un virus, sino por drogas; que niegan la realidad del cambio climático causado por la actividad humana, o de la evolución por selección natural; que rechazan la eficacia de las vacunas, o la existencia de ciertas epidemias; que rebaten que el ser humano haya llegado a la Luna, o que haya ocurrido el Holocausto judío. En todos los casos, se trata de una resistencia a la evidencia que parte, precisamente, de una postura ideológica. Son ideas peligrosas o inaceptables. Y en todos los casos, hay gente –mucha– que las cree con vehemencia.

En la reunión, narra Pigliucci, se analizó el negacionismo como fenómeno general, y se exploraron sus distintas ramificaciones: mediáticas, políticas, sociales, éticas… Se llegó también a ciertas conclusiones, como que “la gran variedad de negacionismos tienen en común una muy fuerte, arrolladora, convicción ideológica [religiosa, étnica, política…] que ayuda a definir en forma central la identidad del negacionista”. Esta convicción “genera un fuerte apego emocional, así como un igualmente fuerte contraataque emocional hacia sus críticos”.

Esto causa que tratar de discutir racionalmente y de convencer con argumentos basados en evidencia a los negacionistas sea, básicamente, inútil (aunque puede servir para convencer a los indecisos). Aun así, concluye Pigliucci, es un deber de todo académico e intelectual combatir este dañino fenómeno, “para tratar de que el mundo sea al menos un poquito mejor para todos”.

No digo que las discusiones políticas en nuestro país sean así. Pero sí creo que la capacidad de distinguir entre posturas ideológicas (que pueden ser válidas o no, y en todo caso tienen un fuerte componente subjetivo) y hechos confirmados (que deberíamos ser capaces de reconocer aunque vayan en contra de nuestra ideología) ayudaría a relajar mucho la tensión, a alcanzar a acuerdos y actuar para mejorar las cosas… para todos.

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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2 comentarios:

María Elena Reynaldos-Estrada dijo...

Me sumo por completo a su reflexión y al llamado de Pigliucci: soy profesora en la U.Veracruzana y todos los días -literalmente- batallo contra las explicaciones que se dan a sí mismos mis estudiantes, surgidas del negacionismo.
Espero que "al menos un poquito", mañana, el mundo sea mejor para todos.

Adrián Robles dijo...

Hola Martín. Hacía rato que no comentaba. El nuevo blog de Pigliucci es Scientia Salon


Y Rationally Speaking ahora es un podcast, el cual escucho semanalmente.

Te mando un abrazo.