miércoles, 8 de junio de 2016

Una cultura compatible con la ciencia

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 8 de junio de 2016


Desde hace décadas, el doctor Marcelino Cereijido ha estado promoviendo una cruzada a favor de la ciencia.

A través de libros, conferencias, seminarios, cursos y proyectos, el destacado fisiólogo mexicano nacido en Buenos Aires ha defendido la importancia de no sólo de apoyar y desarrollar la investigación científica –labor en la que ha recibido los más altos reconocimientos–, sino divulgar la ciencia y, sobre todo, de tratar de que la manera de ver el mundo que nos ofrece vaya permeando en nuestra cultura nacional –y regional, porque los problemas de México son en gran parte los de toda Latinoamérica– hasta volverse parte de ella.

A través de libros como Por qué no tenemos ciencia (Siglo XXI, 1997), La ignorancia debida (El Zorzal, 2006) y La ciencia como calamidad (Gedisa, 2012) (de entre su copiosa producción bibliográfica, donde hay otros libros tan disfrutables como el relato autobiográfico La nuca de Houssay, la invitación a la ciencia que constituye Ciencia sin seso, locura doble y la recopilación de ficciones titulada El doctor Marcelino Cereijido y sus patrañas), Cereijido ha explicado que la ciencia es uno de los productos más importantes de la actividad humana, que es el factor que distingue a los países ricos y poderosos de los pobres, atrasados y sojuzgados, y que una de las razones por las que la ciencia y su compañera la tecnología no se han desarrollado en la América Latina es debido a nuestra histórica cultura católica, en la que, por ejemplo, se fomenta la creencia en dogmas por encima del pensamiento crítico, y la salvación no se obtiene mediante el trabajo (como ocurre en las culturas protestantes), sino el arrepentimiento.

Pero también se ha dedicado a explicar, a diestra y siniestra y en cualquier foro donde se lo han permitido, cómo la ciencia es un producto de la evolución humana, una adaptación que nos permite sobrevivir como especie, pues nos ayuda a resolver problemas de forma eficaz. El problema, irónicamente, es que en culturas como la nuestra –a diferencia de los países desarrollados– no hemos sabido, como sociedad, aprovechar tan poderosa herramienta, que vemos como una especie de lujo, y ante una dificultad tendemos a buscar soluciones mágicas que van desde rezar o poner una veladora a la virgen hasta encomendarnos a políticos que ofrecen arreglar las cosas con mera palabrería. (Todo esto lo digo con mis propias palabras: seguramente Cereijido lo expresaría de forma muy distinta.)

Para Cereijido el problema es que nuestra cultura no sólo no incluye a la ciencia: no es compatible con ella. Y se ha propuesto desde hace ya tiempo buscar maneras de hacer que lo sea. Yendo más allá de la idea de simplemente divulgar la ciencia o fomentar la cultura científica de los ciudadanos, quiere construir en México una cultura compatible con la ciencia. Si entiendo bien, esto significaría encontrar el modo de abordar temas como la religión, la salud, las artes, la política, la economía, la agricultura y todas las áreas de la actividad humana de maneras que tomen en cuenta lo que la ciencia nos puede decir al respecto, para construir así interpretaciones que sean compatibles con ella.

Es un proyecto ambicioso. Pero, indudablemente, valioso e importante. Por lo pronto, yo le recomiendo acercarse a las ideas de Marcelino Cereijido. No se arrepentirá.

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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6 comentarios:

Mary dijo...

Hola Martín, te anexo el link de un podcast dirigido por Chilenos.
Ojalá le des una revisión, a ver qué te parece.

Saludos!

http://terceracultura.cl

Francisco Luis Aviña Cervantes dijo...

Tuve la oportunidad de leer Ciencia sin seso y discutirlo con el autor, hace un par de décadas; en 2010, lei La ciencia como calamidad y quedé gratamente sorprendido con la evolución del pensamiento "cereijidista". Para quienes nos ganamos la vida en la generación o gestión del conocimiento en México y países hermanos, es una lectura que nos da fuerza para continuar en la búsqueda de alternativas para la generación de una cultura compatible con la ciencia.

Anónimo dijo...

Sería muy bueno que expusiera, en los temas pertinentes; algunas ideas o pensamientos de el señor, aquí en su espacio de artículos. Para ir conociendo a éste y otros pensadores y divulgadores.
Si el señor tiene su blog o dónde publica.

Wm Gille Moire dijo...

No creo que un fisiólogo celular sepa mucho de historia y teología católicas, como para tomar en serio su acusación de que los dogmas católicos son opuestos al pensamiento crítico. Desde el siglo 13 Tomás de Aquino dejó bien claro que Fe y Razón son reinos separados, y que no conviene que la teología se entrometa en el reino de las verdades de razón natural, porque si luego, con el paso del tiempo, se descubre que los teólogos erraron, ello debilitaría la fe de los católicos y disminuiría su confianza en la Iglesia. Por ello es que la Iglesia nunca ha tenido problema en impulsar la investigación científica en todas sus escuelas y universidades -lo que no impide que de vez en cuando algún teólogo diga barbaridades o algún cura loco de pueblo mande linchar al médico o al maestro del lugar.

Los dogmas católicos tienen que ver con lo metafísico y lo moral, no con la naturaleza. Y la pobreza de nuestros países no es por culpa de esos dogmas, sino por causas políticas, sociales, económicas, jurídicas, etc.

Zapatero a tus zapatos, y fisiólogo celular a tus células.

Ribozyme dijo...

Una de las evidencias más notables de la acendrada actitud anti científica de nuestra cultura son las marcadas aversión y condena a la crítica, al cuestionar que es esencial para el crecimiento del conocimiento científico. Es una postura default en nuestra cultura, en el trato cotidiano, ver a cualquier cuestionamiento como una agresión personal, siempre siendo identificado como "falta de respeto".

Martín Bonfil Olivera dijo...

No te preocupes, Ribo: el tal WM Gille no es sino un troll, pero distinto a los que acostumbramos, un fanático de ese "libertarianismo" fundado en las ideas de Ayn Rand, a quien toman como gurú infalible, y que defienden la libertad y el libre albedría como valores supremos, se oponen a toda forma de gobierno, impuestos, regulación del mercado y demás y creen de manera dogmática en el libre mercado que se autorregula y produce siempre el mayor bien. Además de ser conservadores y derechistas, y muchas veces religiosos (como este tipo), son totalmente autoritarios e intolerantes a toda crítica. No tiene ni caso tomarlos en cuenta. Si este buey sigue jodiendo, me dedicaré a borrar sus comentarios.