miércoles, 25 de junio de 2008

¡No al preaborto!


por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 25 de junio de 2008

Mucho se defienden los derechos de los no nacidos, como prueba la peregrinación del pasado domingo a la Basílica de Guadalupe, a la que asistieron millones… perdón, cinco mil personas (entre ellas indígenas mazahuas que pensaban que se trataba de “dar gracias a la virgen”). Desgraciadamente, la lucha se limita a defender el derecho a la vida de sólo una parte de los no nacidos: los concebidos.

Como en la ciudad de México se despenalizó el aborto hasta las 12 semanas, numerosas mujeres se sienten libres de recurrir a esta medida para terminar con embarazos que hubieran podido evitar si no hubieran sido irresponsables (pues como sabemos, las violaciones, los accidentes y los “proyectos de vida” son simples pretextos).

Mujeres criminales: ponen su bienestar por encima del de un ser humano concebido que merece plenos derechos humanos. Los concebidos son personas plenas, aun cuando no estén desarrolladas. No pueden sentir dolor, es cierto, pues su sistema nervioso apenas ha comenzado a construirse y no cuenta todavía con las estructuras que les permitan sentirlo (ni ninguna otra sensación). Tampoco tienen conciencia.

No importa. El óvulo fecundado o cigoto tiene la información genética de un ser humano completo. Pensar que entre una célula o conjunto de células en desarrollo y un ser humano hay alguna diferencia es absurdo. Si hay información genética, hay ser humano. Somos nuestros genes; nada más.

Los planteamientos modernos de la biología según los cuales la información genética es sólo un componente de los muchos que deben estar presentes para que un cigoto pueda convertirse en bebé son sólo silogismos para fomentar la cultura de la muerte (que, como se sabe, busca la muerte de todos los seres humanos).

Pero hay algo más grave: al defender sólo a los concebidos, olvidamos a una parte mayoritaria de los no nacidos: las personas que, aunque todavía no han sido concebidas, merecen también plenos derechos humanos. Después de todo, ¿qué tiene un óvulo fecundado que no tengan un óvulo y un espermatozoide que todavía no se unen?

Hoy que la Suprema Corte está decidiendo si se declara o no inconstitucional a la ley que despenaliza el aborto, ¡recordemos a los no concebidos! No por no ser todavía un cigoto estos seres humanos carecen de derechos. ¡Digamos no al pre-aborto! (¿Servirá de algo el sarcasmo?)


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miércoles, 18 de junio de 2008

¿Cerebros gays?

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 18 de junio de 2008

¿Qué causa la homo- sexualidad?

Las respuestas científicas varían con el tiempo, desde explicaciones psicoanalíticas o socioculturales hasta las que invocan genes, hormonas o diferencias cerebrales. En los noventa, Dean Hamer y Simon LeVay se hicieron famosos por afirmar que habían encontrado, respectivamente, bases genéticas y cerebrales para la homosexualidad masculina. Sus hallazgos no resultaron concluyentes.

Como informó MILENIO ayer, Ivanka Savic y Per Lindström, del Instituto Karolinska en Suecia, han publicado en la revista PNAS una investigación que sugiere que el cerebro de los hombres homosexuales se parece más al de mujeres heterosexuales que al de hombres heterosexuales, y que el cerebro de las lesbianas se asemeja más al de hombres hetero que al de mujeres hetero. Los homosexuales tienen, en palabras de los autores, cerebros “atípicos”.

El estudio midió el volumen de los hemisferios cerebrales de 90 sujetos. Se sabe que el cerebro de hombres hetero tiende a ser asimétrico (el hemisferio derecho es más grande). Se halló que los hombres gays tenían cerebros simétricos, igual que las mujeres hetero; lo contrario se halló en lesbianas. También se midió la cantidad de conexiones entre la amígdala —relacionada con las emociones— y otras partes del cerebro. Nuevamente, las conexiones de las lesbianas se parecían más a las de hombres hetero, y los de los gays a las de mujeres hetero.

¿Qué concluir de este tipo de estudios? La respuesta obvia, que los homosexuales son así porque sus cerebros se parecen a los del sexo opuesto, caería en el reduccionismo biológico. Pensar que características complejas, sobre todo humanas, pueden reducirse a meras funciones biológicas, ignorando factores ambientales, culturales o de desarrollo, es un error grave. La orientación sexual no es una característica objetiva y estable, sino una construcción biopsicosocial compleja y cambiante.

A pesar de que los sujetos de la investigación fueron elegidos con gran cuidado, cabría cuestionar si el estudio no tiene un sesgo de origen. Buscar “explicaciones” para la homosexualidad revela una convicción inicial de que se trata de algo no sólo diferente, sino anormal (o “atípico”). Después de todo, ¿para qué sirve saber las causas de que alguien prefiera acostarse con su mismo sexo, comer comida con chile o ver películas de acción? Vale la pena reflexionarlo.


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miércoles, 11 de junio de 2008

La ciencia en Bellas Artes

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 11 de junio de 2008

La ciencia sirve para comprender mejor el universo, dirán algunos. Según otros, para generar tecnología y aplicaciones que mejoran nuestro nivel de vida. Pero en el fondo, y sin negar lo anterior, todo científico sabe que se dedica a ella por el placer que otorga. Parafraseando al maestro Juan Manuel Lozano, físico de la Facultad de Ciencias de la UNAM, “ciencia es lo que ocupa a los científicos hasta avanzadas horas de la noche”.

Pero el placer de la ciencia no sólo es accesible a quien se dedica a ella: está a disposición de quien simplemente quiera conocerla y disfrutarla. Desgraciadamente, la ciencia moderna usa un lenguaje superespecializado, sólo accesible a los iniciados. Para que el público realmente pueda disfrutarla se requieren mediadores, intérpretes, igual que la música escrita necesita ser interpretada antes de poder deleitar al gran público.

Por eso, cuando mi colega y amigo Horacio Salazar, luego de más de 30 años de labor, se angustia en estas mismas páginas (5 de junio) con dudas acerca de la utilidad de la divulgación científica, quizá habría que recordar que su principal justificación, al igual que ocurre con la ciencia, es de tipo estético. Tal vez sea eso, en estos tiempos de pragmatismo galopante, lo que hace que quienes nos dedicamos a interpretar y compartir la ciencia con los demás nos sintamos a veces innecesariamente culpables, o dudosos.

Horacio observa que una nación científica y tecnológicamente avanzada como Estados Unidos padece todavía de una galopante incultura científica, tanto en su población general, que es terreno fértil para supersticiones y seudociencias de todo tipo, como entre sus gobernantes y políticos, capaces de torcer y obstaculizar el trabajo científico si así les conviene. Si eso ocurre allá, ¿qué pasará acá, donde la oferta y la demanda de divulgación científica son mucho, mucho menores?

Pero un momento: en México el promedio de lectura es bajísimo. ¿Se sigue de ello que publicar libros -o venderlos, o escribirlos- es una actividad inútil? ¿Sirve de algo hacer exposiciones de pintura y escultura, conciertos, funciones de danza? ¿Es un desperdicio tener un Instituto Nacional de Bellas Artes?

Tanto ciencia como arte son parte de la cultura y valiosas por sí mismas. Y dignas de apoyo. ¿De veras tendrán que servir para algo para ser valoradas?

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miércoles, 4 de junio de 2008

¿Leer la mente?

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 4 de junio de 2008

¿Puede una computadora entender el significado de una palabra?

A muchos todavía les parece absurda, si no insultante, la simple sugerencia de que una máquina pudiera entender algo, en el sentido en que lo hace un cerebro humano.

Y tienen razón... por el momento. Sin embargo, todo hace pensar que la situación cambiará, como muestra un trabajo publicado en la revista Science el 30 de mayo.

Investigadores del Departamento de Aprendizaje Computarizado de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, han construido un modelo de computadora que puede predecir qué áreas de un cerebro humano almacenan el significado de una palabra.

Lo que hace el modelo generado por Tom Mitchell y su equipo es predecir, con alto grado de precisión, qué áreas del cerebro se activan cuando una persona observa una palabra. Para lograrlo fue entrenado de dos maneras. Primero, se le expuso a un extenso acervo de textos en inglés, de manera que pueda aprender con qué frecuencia una palabra aparece junto a otras. Según ciertas teorías lingüísticas, el significado de una palabra en nuestro cerebro depende, al menos en parte, de las palabras junto a las que frecuentemente aparece.

El segundo paso es ofrecer al modelo computarizado las imágenes de resonancia magnética funcional de los cerebros de nueve sujetos experimentales (estudiantes universitarios), que muestran qué áreas de sus cerebros se activan al observar distintas palabras, de un conjunto de 60. Se obtuvo la imagen “promedio” de cada palabra para los nueve estudiantes (a la que previamente le “restaron” las áreas que se activan siempre, con cualquier palabra). La computadora entonces relacionó las imágenes cerebrales de cada palabra con las frecuencias de conexiones entre palabras en el idioma inglés.

Finalmente, se le pidió a la computadora que predijera la imagen de qué áreas se activarían en un cerebro al ver alguna palabra nueva, y luego se comparó la predicción con la imagen real del cerebro de los estudiantes al leer la palabra. La exactitud fue de 77 por ciento (al azar, hubiera sido 50 por ciento).

Se puede afirmar, que el modelo de Mitchell, probado de varias maneras, es una buena primera aproximación para saber qué palabra piensa una persona con sólo observar qué áreas se activan en su cerebro.

¿Leer la mente? Todavía no. Pero parece que no seguirá siendo imposible por mucho tiempo, al menos en cierta medida. Gulp.

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miércoles, 28 de mayo de 2008

Tigre resucitado

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 28 de mayo de 2008

La noticia, cubierta oportunamente por MILENIO Diario, parece sacada de Jurassic Park. Científicos de las universidades de Melbourne, Australia, y Texas lograron que genes del extinto tigre de Tasmania se reactivaran y funcionaran en células de ratón.

El tigre de Tasmania o tilacino fue un mamífero carnívoro que vivió en Australia y Nueva Zelanda, donde se extinguió hace dos mil años. Sobrevivió en Tasmania, isla al sur de Australia, hasta que por condiciones ecológicas desfavorables y por el exterminio humano desapareció a principios del siglo pasado. El último ejemplar silvestre fue cazado en 1930, y el último en cautiverio murió en 1936.

El tigre de Tasmania era del tamaño y color de un perro, y presentaba unas rayas oscuras en la parte trasera del lomo. Podía abrir la mandíbula 120 grados, lo cual le daba un aspecto temible.

Pero también era un marsupial: sus crías no nacían completamente formadas; terminaban de madurar dentro de una bolsa de la madre (no confundir con el demonio de Tasmania, otro marsupial carnívoro de la misma isla, que, por su aspecto y comportamiento violento, inspiró al personaje Taz de las caricaturas).

Los investigadores, encabezados por Andrew Pask, lograron aislar ADN de varias muestras de tejido del tigre marsupial conservadas en alcohol por más de 100 años en varios museos. Usaron técnicas similares las que usan los médicos forenses para recabar muestras de ADN en escenas de crímenes.

Luego de restaurarlas y procesarlas, eligieron un gen llamado Col2A1, y lo insertaron en óvulos de ratón, junto con un “gen marcador” que, si el gen de tigre se activaba, produciría un color azul. El gen Col2A1 controlaba a las células que producen el cartílago (condrocitos) durante el desarrollo fetal, y es muy parecido en todos los mamíferos.

Cuando los fetos de ratón crecieron, sus extremidades mostraron cartílagos azules, que luego darían origen a los huesos de las extremidades. Se confirmó así que el gen del tigre de Tasmania estaba activo, y cumplía la misma función que su equivalente en el ratón.

Revivió así un gen de un organismo extinto. Quizá en unos años pueda resucitarse alguna de las especies que diariamente desaparecen en el planeta. Tal vez no dinosaurios, pero si tomamos en cuenta que contamos con ADN bien conservado de mamuts y de hombres de Neanderthal, las perspectivas que este logro abre son fascinantes.

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miércoles, 21 de mayo de 2008

Ciencia sexual

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 21 de mayo de 2008

“Que nadie vea disminuidas sus libertades a causa de las creencias religiosas de otra persona”, plantea el Centro para la Indagación (Center for Inquiry), asociación estadunidense que promueve el pensamiento científico y humanista, al comentar la decisión de la Suprema Corte de ese país de aprobar las bodas entre individuos del mismo sexo.

Mientras, en México la primera boda entre transexuales tuvo que hacerse a través de un hueco legal (fue posible porque un hombre se casó con una mujer, finalmente) y entre protestas de la Iglesia católica: Hugo Valdemar, el homófobo vocero de la Arquidiócesis de México, declaró que la boda es “un ataque a la familia tradicional” y “una perversión de la sociedad”.

Afortunadamente, en el mundo de la ciencia hay menos prejuicios contra el sexo. Así, la revista Nature puede reportar que una compañía productora de condones (la inglesa SSL, fabricante de la marca Durex) ha desarrollado una máquina que simula una relación sexual para probar la resistencia de sus productos.

Los condones normalmente se prueban inflándolos, circunstancia no muy similar a su uso real. Por ello, Durex desarrolló una máquina que hace que el condón penetre repetidamente en un orificio de diámetro variable, cuya lubricación también puede variarse.

Así se descubrió que las rupturas suceden no debido a fallas en la manufactura, sino a que las insistentes acometidas van estirando progresivamente una zona cercana a la punta del condón, hasta romperlo.

Por su parte, la revista Scientific American Mind, en su número de abril, ofrece un reportaje sobre el orgasmo, enfocado no desde el punto de vista fisiológico, como es tradicional, sino cerebral. Comenta descubrimientos recientes que han sido posibles gracias a las técnicas de visualización cerebral in vivo, como la tomografía por emisión de positrones (PET).

Realizando estudios con hombres y mujeres, han descubierto que áreas del cerebro relacionadas con la percepción de riesgos, como la amígdala, se “apagan” durante el orgasmo. Y que en las mujeres el “apagón” es más generalizado, pues también se inactivan áreas relacionadas con el control de los impulsos, los juicios sociales y el razonamiento moral.

Ya se sospechaba, pero hoy se sabe: para gozar un buen orgasmo, hay que perder el control. ¿Lo entenderán algún día los moralistas que preferirían reprimir toda manifestación del placer y la libertad sexual?

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miércoles, 14 de mayo de 2008

Ingeniería de enzimas

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 14 de mayo de 2008

Puede que el ADN, con su forma de doble hélice, sea la molécula más bonita. Pero si se trata de hacer, no de lucir, las enzimas se llevan el primer premio.

Estas proteínas, producto de millones de años de evolución, llevan a cabo todas las funciones de los seres vivos, desde copiar el ADN hasta la digestión, el movimiento y el pensamiento. Las enzimas son catalizadores biológicos: aceleran las reacciones químicas.

¿Cómo lo logran? Si la reacción química consistiera en tirar a alguien de la cama (¿quién no ha estado en tal situación?), uno tendría que empujar a la persona hasta el borde del colchón. Si empujamos más, hay un momento en que está a punto de caerse, pero si no se hace un pequeño esfuerzo más, el cuerpo se regresa y no cae. Ese sería el estado de transición de la reacción química. Lo que hacen las enzimas es estabilizar el estado de transición, haciendo que sea más fácil dar ese último empujoncito.

Desgraciadamente, hay reacciones químicas que no existen en la naturaleza, pero que a los humanos nos interesaría mucho acelerar. ¿Ejemplos? La desintegración de residuos plásticos, o la conversión de los tallos y hojas de plantas como el maíz –y no de sus granos, que son necesarios como alimento– en biocombustibles… las posibilidades son muchísimas.

Por ello, desde hace décadas los biólogos moleculares se han empeñado en desarrollar la llamada “ingeniería de proteínas”. Pero sólo hace poco se comienzan a tener logros verdaderamente prometedores. En las revistas Science (7 de marzo) y Nature (8 de mayo), el grupo de investigadores coordinado por David Baker, de la Universidad de Washington, publicó dos artículos que describen el diseño por computadora de enzimas artificiales que catalizan dos reacciones que no ocurren en la naturaleza.

Para lograrlo, combinaron avanzados métodos que requieren un análisis mecano-cuántico del estado de transición de cada reacción, el diseño de cientos de posibles proteínas que catalicen la reacción, y métodos de “evolución dirigida” para elegir los mejores candidatos y aumentar su eficiencia.

Las enzimas obtenidas aceleran las reacciones un millón de veces (las naturales, miles de millones). Se trata de un primer paso muy prometedor. Con suerte, en unos años quizá la ingeniería de enzimas ayude a resolver los problemas ambientales, alimentarios y energéticos que enfrentará la humanidad.

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miércoles, 7 de mayo de 2008

En la punta de la lengua

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 7 de mayo de 2008

¿Cómo se llama el alemán ese..? ¡Alzheimer! Es buen chiste, pero no se necesita padecer esta terrible enfermedad para sufrir lo que los especialistas llaman estados “en la punta de la lengua”… Usted sabe: esas desesperantes ocasiones en que uno sabe exactamente qué palabra está buscando, incluso con qué letra comienza, pero no puede decirla.

Los científicos, esos curiosos profesionales, se interesan en el fenómeno, pues ayuda a entender cómo nuestro cerebro realiza una de sus funciones más complejas, pero que más damos por sentado: el habla. En la revista American Scientist, la psicóloga Lise Abrams describe investigaciones que ella y otros realizan para entender un poco mejor, a través del fenómeno “punta de la lengua”, el habla humana.

Ésta consta de varias fases: primero, se tiene una idea abstracta y no verbal de lo que se desea decir. Después, el cerebro selecciona el léxico (vocabulario) que se usará para comunicar el mensaje. Luego, construye un “lema”: la frase, gramaticalmente correcta, que comunique el significado. Finalmente, se ordena a los músculos correspondientes que produzcan los sonidos (fonología) que darán forma al mensaje hablado.

En los estados “punta de la lengua”, el cerebro elige el lema (por eso sentimos que “sabemos” qué palabra tenemos atorada), pero no logra producir su fonología.

Usando computadoras, los investigadores han desarrollado un método sencillo para explorar qué ocurre en estos casos. Se le hacen preguntas a un sujeto hasta que encuentre una palabra que “sabe”, pero no puede articular. Entonces, se le muestra una lista de palabras que pueden o no estar relacionadas con la palabra “atorada”. Se ha descubierto así que palabras cuya primera sílaba coincida con la buscada ayudan a resolver el problema, pero no así las palabras que compartan otras sílabas, o sólo la primera letra.

Los estados de “punta de la lengua” son comunes y normales: los resolvemos varias veces al día. Pero se vuelven más frecuentes y molestos con la edad, especialmente después de los 70 años. Y pueden convertirse en un problema, pues los ancianos que los padecen pueden sentirse torpes e incluso comenzar a hablar menos, aislándose.

Desgraciadamente, las investigaciones de Abrams no indican ninguna terapia que pueda ayudar. Por lo pronto, lo único que sirve es distraerse un poco y esperar a que la palabra aparezca sola. ¡Ni modo!

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miércoles, 30 de abril de 2008

Evolución pirata

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 30 de abril de 2008

La piratería puede definirse como apoderarse de un trabajo desarrollado por otros y aprovecharlo para beneficio propio.

En el mundo del espionaje industrial esto sucede
con cierta frecuencia, pero no sólo ahí: también en la evolución biológica hay casos de piratería.

Los más sonados son el cloroplasto y la mitocondria. Se trata de los organelos de las células eucariontes (que tienen núcleo, como las de animales y plantas) que llevan a cabo, respectivamente, la fotosíntesis (convertir la energía solar en energía química, transformando agua y dióxido de carbono en alimentos) y la respiración aeróbica (quemar alimentos usando oxígeno para extraer la energía química que almacenan, produciendo agua y dióxido de carbono).

Tomando en cuenta que la evolución normalmente avanza de manera gradual, por la acumulación de muchísimos pasos pequeños, uno esperaría que cloroplastos y mitocondrias se hubieran ido desarrollando paulatinamente, en un tiempo muy largo. Pero no: aparecieron de manera súbita, por un gran salto evolutivo.

Varias pistas llevaron a esta conclusión. Observadas con un microscopio, cloroplastos y mitocondrias tienen tamaño y aspecto parecido a las bacterias (células procariontes, sin núcleo, más pequeñas y antiguas que las eucariontes). En particular, se parecen a ciertas bacterias que realizan la fotosíntesis (cianobacterias) y a otras que realizan la respiración aeróbica.

Pero además, se encontró que estos organelos tienen sus propios genes, independientes de los del núcleo celular. Estos genes están contenidos en un cromosoma circular, como el de las bacterias (y no lineal, como en los del núcleo eucarionte). Los cloroplastos y mitocondrias son, también, sensibles a ciertos antibióticos que actúan contra las bacterias, pero no contra células eucariontes.

Con estas y otras pruebas, la conclusión se volvió inevitable: en algún momento de la evolución, los cloroplastos y las mitocondrias fueron bacterias libres, que fueron “secuestradas” y mantenidas como rehenes celulares por una primitiva célula con núcleo.

El proceso se conoce como “endosimbiosis”, y es una de las maneras en que, a veces, la evolución da saltos repentinos. No sé si en el mundo de los negocios las “adquisiciones hostiles” puedan ser benéficas. En el mundo biológico, parecen haber funcionado bastante bien.

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miércoles, 23 de abril de 2008

Aborto y argumentos

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 23 de abril de 2008

La Suprema Corte discute la posibilidad de echar atrás la ley que despenaliza el aborto en el DF hasta las 12 semanas de embarazo. Buen momento para repasar los argumentos que apoyan esta ley.

Los alegatos presentados por la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de Derechos Humanos se basan en la idea de que la vida comienza con la concepción: el aborto vulneraría el derecho del “no nacido” a la vida. Tal visión deriva de la creencia religiosa de que en el momento de la fecundación aparece una nueva persona humana, poseedora de un alma inmortal.

Pero hay dos maneras de abordar fenómenos tan asombrosos como el de la vida humana: una es la visión mágica (espiritual, mística… sobrenatural), que los ve como “milagros” que ocurren de pronto, y que son inexplicables y “sagrados” (en el sentido de “intocables”). El otro enfoque es el natural (racional, científico), que busca entenderlos, y que es muy confiable, pues funciona en la práctica. Estudiados así, descubrimos que estos fenómenos no aparecen de repente, sino que se desarrollan paulatinamente a través de procesos complejos.

Los humanos nos caracterizamos por tener una mente consciente que constituye nuestro “yo”. Sin ella, no hay persona. Cuando hay muerte cerebral o coma irreversible, se considera que pueden desconectarse los aparatos que mantienen la vida sin cometer homicidio. Igualmente, hay una larga etapa en el desarrollo fetal, antes de que haya un cerebro y un sistema nervioso capaces de mantener las funciones conscientes (lo cual ocurre después de las 20 semanas), en que no puede hablarse todavía de “persona”: sólo de un organismo en desarrollo.

Otra objeción es la posibilidad de que el feto sufra, pero se sabe que la capacidad de sentir dolor no aparece antes de las 24 semanas, según estudios hechos con fetos prematuros a los que se les realizaron electroencefalogramas.

Si a las 12 semanas no hay persona cuyos derechos vulnerar, y si el feto no puede sentir dolor, es claro que tal plazo para abortar es razonable. La ley que despenaliza el aborto reconoce el derecho de las mujeres a decidir si quieren o no continuar con un embarazo, y favorece su salud al permitirles hacerlo en condiciones seguras. Esperemos que los ministros actúen, al menos por esta vez, con justicia y sabiduría.

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miércoles, 16 de abril de 2008

El gen gandalla

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 16 de abril de 2008

Gandalla: que se aprovecha de cualquier situación
para beneficiarse a expensas de otro.

Siempre que se habla de la influencia de los genes sobre el comportamiento humano hay que andarse con pies de plomo, pues es fácil llegar a excesos y amarillismos.

No obstante, un grupo de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, encabezado por Richard Ebstein, acaba de anunciar el descubrimiento del “gen de los dictadores” (revista Genes, brain and behaviour, abril 2008).

Partiendo de la razonable suposición de que el comportamiento altruista en humanos debe tener alguna base biológica (en la anatomía o fisiología cerebrales, y por tanto quizá en los genes), Ebstein se enfocó en buscar alguna correlación entre el comportamiento altruista o egoísta de 208 voluntarios y la versión de un gen específico que cada uno poseía. El gen escogido, el de un receptor de arginina y vasopresina (AVPR1a), ha sido relacionado con el comportamiento altruista y “prosocial” en algunas especies de mamíferos.

El método consistió en hacer jugar por internet a los voluntarios, en parejas, el llamado “juego del dictador”, en que uno de ellos (el “dictador”) recibía 50 shekels (alredor de 150 pesos) y podía decidir si los compartía o no con el otro jugador (el “receptor”), a quien no conocía. Resultó que 18 por ciento de los dictadores resultaron gandallas, pues descaradamente se quedaron con todo el dinero. Alrededor de una tercera parte compartieron la lana mitad y mitad, y sólo seis por ciento eran Madres Teresas que regalaron todo.

A continuación, los investigadores examinaron los genes AVPR1a de cada jugador, y encontraron una fuerte correlación: quienes tenían versiones cortas de este gen tenían más probabilidad de comportarse como gandallas en el juego que quienes tenían versiones largas.

Por supuesto, esto no quiere decir que ya se conozca el gen que hace que existan dictadores que se aprovechan de su pueblo sin importar su sufrimiento. En la revista Nature, el experto en juegos Nicholas Bardsley afirma que quizá lo que se está observando no es una correlación del gen con la gandallez de los voluntarios, sino con su interés por meterse de lleno en el juego.

En todo caso, habrá que esperar antes de sacar conclusiones y suponer que bastará un examen genético para descartar a los políticos con tendencias gandallas. Pero, ¡qué bonito sería!

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miércoles, 9 de abril de 2008

La pesadilla de Fleming

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 9 de abril de 2008

La serendipia —los descubrimientos accidentales— son fuente de grandes avances científico-técnicos.

Ejemplo clásico es la penicilina, hallada en 1928 (¡hace 80 años!), por el escocés Alexander Fleming, y que revolucionó la medicina a partir de su producción masiva en los años 40. Desde entonces, el tratamiento de muchas infecciones antes mortales se convirtió en cuestión de inyecciones o pastillas.

Desgraciadamente, inició nuestra carrera armamentista contra las bacterias que causan enfermedades, pues la selección natural hace que el uso masivo –muchas veces el mal uso– de antibióticos elimine a las bacterias sensibles, y vaya así escogiendo a las mutantes resistentes. Resultado: muchas bacterias son inmunes a varios antibióticos simultáneamente.

El problema adquiere nuevos matices con un inesperado descubrimiento (nuevamente la serendipia) anunciado la semana pasada por el equipo de George Church, de la Escuela Médica de Harvard (Science, 4 de abril), que confirma la frase de Pasteur: “la suerte favorece sólo a la mente preparada”. Buscando bacterias capaces de convertir la celulosa de desechos agrícolas en biocombustibles (en un campo fertilizado con estiércol de vacas que consumían regularmente antibióticos) hallaron algunas que no sólo sobrevivían, sino proliferaban.

Resultó que estas bacterias, además de sobrevivir a los antibióticos, se alimentan de ellos, usándolos como única fuente de carbono. Ante esto, los investigadores cambiaran el enfoque de su estudio para analizar las bacterias de 11 muestras de distintos suelos (urbanos, de granjas y de parajes boscosos no tocados por el ser humano en 100 años). El resultado: en todos ellos se hallaron bacterias capaces de alimentarse de antibióticos, y no sólo eso: prácticamente todas ellas eran además resistentes a varios antibióticos (en promedio, a 17).

Aunque ninguna de las bacterias halladas produce enfermedades en el humano, la existencia de esta verdadera reserva de genes de resistencia en todo tipo de suelos es preocupante, debido a la bien conocida capacidad de las bacterias para intercambiar información genética entre ellas.

En resumen, Darwin pone en problemas a Fleming: este hallazgo imprevisto muestra que, si no queremos perder la lucha contra las bacterias patógenas multirresistentes, urge acelerar el desarrollo de nuevos antibióticos.

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miércoles, 2 de abril de 2008

El pico del calamar

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 2 de abril de 2008

"Estudia la pata de la mosca”, es la frase clásica que se usa para insinuar que la ciencia estudia cosas inútiles.

El malentendido es común, pero ignora que los avances científico-técnicos que nos permiten gozar de las comodidades de la vida moderna son muchas veces producto de investigaciones “básicas”, sin ninguna utilidad práctica… Aparentemente, porque la serendipia, el descubrimiento de tesoros inesperados cuando se busca otra cosa, es un fenómeno frecuente en la investigación científica.

Un ejemplo es el reciente estudio sobre el pico del calamar de Humboldt, o Dosidicus gigas, que se pesca en la costa del Pacífico, de Baja California a Sudamérica.

Este calamar, que llega a medir dos metros y pesar 45 kilos, cuenta —como todos los calamares— con un pico rígido con el que puede despedazar a sus presas… y en ocasiones, atacar a humanos (se le conoce como “diablo rojo”).

El equipo de Herbert Waite, de la Universidad de California en Santa Bárbara, decidió estudiar (Science, 28 de marzo) un problema de biomecánica: ¿cómo puede un calamar, que no tiene huesos, utilizar su pico sin dañar sus propios tejidos blandos? (Waite comparó el problema a utilizar una navaja afilada cuyo mango fuera de gelatina.)

Analizando la composición química y la estructura molecular del pico, hallaron que está formado por tres componentes: el polisacárido quitina, que forma las conchas de los moluscos y los exoesqueletos de los insectos; una proteína con alto contenido del aminoácido poco común L-dopa, y agua.

Pero lo interesante fue que descubrieron que la composición del pico varía a lo largo de su longitud: en la afilada punta es más duro, con alto contenido de proteína y bajo de agua y quitina.

En la base, en cambio, predominan estas últimas, y la proteína es más escasa. Este aumento paulatino de la flexibilidad hacia la base permite que las fuerzas generadas cuando se corta un material se disipen a lo largo del pico, sin dañar el tejido blando de la boca del calamar.

Aunque pudiera parecerlo, el estudio no es algo interesante pero inútil: podría tener aplicaciones en el campo de la biomimética.

La composición del pico podría imitarse para generar prótesis duras que no dañen los tejidos blandos en que se apoyan.

La próxima vez que coma chipirones, recuerde que además de sabrosos pueden ser fuente de nuevos materiales.
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miércoles, 26 de marzo de 2008

Acariciar al fantasma

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 19 de marzo de 2008

El escritor de ciencia ficción Larry Niven creó un personaje llamado Gil Hamilton, un detective del siglo 21 que, tras perder un brazo, descubre que posee un “brazo fantasma” con el que puede mover cosas, golpear maleantes y atravesar paredes.

En la realidad, el fenómeno de los miembros fantasma es menos fantástico, pero igual de sorprendente. Se trata de la sensación, que experimentan de 50 a 80 por ciento de quienes han sufrido una amputación, de contar todavía con el miembro perdido. Puede manifestarse como comezón, movimientos involuntarias del miembro fantasma, o incluso calambres y dolores. Un problema para quienes lo padecen.

No está completamente claro qué causa los miembros fantasma. Se pensaba que se debían a que los nervios del muñón seguían enviando impulsos al cerebro, pero las investigaciones del neurólogo Vilayanur Ramachandran, de la Universidad de California en San Diego, han mostrado que se deben más bien a una reorganización cerebral que ocurre luego de la amputación: las neuronas de las áreas de la corteza que recibían impulsos del miembro amputado comienzan a “invadir” áreas vecinas que responden a señales de otras partes del cuerpo.

Por ejemplo, la parte de la corteza que corresponde a la cara está cercana a la dedicada a las manos, por lo que al recibir un estímulo en la mejilla, un paciente amputado podría tener sensaciones en su miembro fantasma.

Recientemente, Ramachandran encontró (New Scientist, 20 de marzo) una sencilla e inesperada terapia para tratar el dolor en miembros fantasma: el masaje. Obvio, pero ¿cómo masajear un miembro inexistente? La respuesta: a través de las neuronas espejo.

Resulta que estas células cerebrales, que se activan cuando uno realiza alguna acción física, pero también cuando observa a otro realizarla, y que nos ayudan a interpretar las acciones de los demás (se las considera fundamentales para la imitación, el aprendizaje y la empatía), permiten que un paciente con dolor sienta alivio al observar a otra persona darse masaje en su extremidad correspondiente.

¿Extraño? Quizás, pero Ramachandran halló que es útil para algunos pacientes amputados que presentan un miembro fantasma molesto. Gracias a las neuronas espejo, si no pueden usar su miembro fantasma como Gil Hamilton, al menos pueden evitar que les cause molestias.

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miércoles, 19 de marzo de 2008

Ciencia, ¿para qué?

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 19 de marzo de 2008

Ayer 18 de marzo, la expropiación petrolera que dio origen a Pemex cumplió 70 años.

En 1938, el país entero se unificó para defender su patrimonio y hacer lo necesario para aprovechar nuestra riqueza petrolera. Se reconoció que, si no teníamos la capacidad científica y técnica para manejar la industria petrolera, había que desarrollarla. La Escuela Nacional de Química Industrial (fundada en 1916, hoy Facultad de Química de la UNAM) aportó los primeros ingenieros químicos, que se multiplicaron cuando la carrera se abrió también en el Instituto Politécnico Nacional, creado en 1936 para contribuir al ideal cardenista de reconstrucción nacional.

La expropiación fue un reto mayúsculo para los ingenieros químicos mexicanos. Hubo accidentes, fracasos y mucho aprendizaje. Pero el conocimiento del que se carecía se desarrolló, fortaleciendo la industria petroquímica y logrando que el petróleo llegara a ser la principal fuente de ingresos del país. En 1965, y para seguir contribuyendo a la investigación básica y aplicada relacionadas con la extracción y refinación, se creó el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) como un “organismo descentralizado de interés público y preponderantemente científico, técnico, educativo y cultural”, cuya función sería “buscar la independencia científica y tecnológica en el área petrolera”.

¿Qué panorama tenemos hoy? Más allá de los graves problemas de corrupción e ineficiencia sindical, burocrática, hacendaria y legislativa, vemos que el proyecto del IMP ha sido abandonado, al igual que la investigación científica y tecnológica petrolera de avanzada. Un día logramos ponernos al nivel mundial. Hoy el discurso oficial es de fracaso adelantado: en vez de desarrollar tecnología propia, se nos presenta como única alternativa recurrir a la extranjera. Y se plantea que para ello hay que hipotecar la riqueza petrolera.

¿Podría ser diferente si invirtiéramos en la misma ciencia y tecnología que permiten que otros países sean hoy los que venden, dominan y se enriquecen? No lo sabremos a menos que haya un cambio drástico de rumbo.

Mientras tanto, la presencia de estudiantes en un campamento guerrillero da pie para que se lance un ataque despiadado contra la UNAM y en general contra la educación pública. No sólo no entendemos para qué sirve la ciencia, ni sabemos utilizarla: hoy la despreciamos. Si seguimos así, un triste destino nos espera.

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miércoles, 12 de marzo de 2008

Espiar los sueños

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 12 de marzo de 2008


En su película Hasta el fin del mundo (1991), Wim Wenders imagina un aparato que permite visualizar lo que otra persona ve o ha visto, incluso sus sueños.

Y es que, a diferencia de los impulsos nerviosos que van de los ojos al cerebro, la experiencia de ver algo es un estado mental, no un proceso fisiológico. Nuestros ojos y cerebro ven, pero la sensación subjetiva de ver la experimenta nuestra mente.

Por eso, hasta ahora, la única forma de saber lo que alguien está viendo “en su cabeza” —o lo que está soñando— es que nos lo diga. Esta subjetividad de las experiencias mentales ha sido un gran obstáculo para las psicoterapias y, en general, el estudio de la mente.

Pero quizá eso cambie. La revista Nature acaba de publicar un estudio del grupo de Jack Gallant, de la Universidad de California, que constituye un primer paso en el desarrollo de lo que él llama un “decodificador visual general”: una máquina para saber lo que una persona ve, a partir no de lo que dice, sino de la activación de distintas áreas de la corteza visual de su cerebro.

Gallant realizó experimentos con dos voluntarios a los que se les mostraron mil 750 imágenes (fotografías “naturales”, no formas geométricas simples), al tiempo que se registraba, por resonancia magnética, qué áreas cerebrales se activaban. Con estos datos, se generaron modelos de computadora que podían reproducir los patrones de activación cerebral a partir del estímulo visual.

Luego se utilizaron los modelos para predecir qué respuesta cerebral se produciría si se mostraran otras 120 imágenes (distintas) a los mismos sujetos. Finalmente, se mostraron esas 120 imágenes a los voluntarios, y se registró qué áreas de sus cortezas visuales se activaban.

Lo asombroso es que, comparando sólo estos datos con las predicciones del modelo computarizado, ¡se logró identificar qué imágenes estaban viendo los sujetos! El margen de aciertos, con uno de los voluntarios, fue de 92 y 72 por ciento para el otro (adivinando al azar, se esperaba menos del uno por ciento de aciertos).

Con este avance, es posible que algún día podamos ver las imágenes que alguien más está pensando. Esto podría funcionar para confirmar la efectividad de psicoterapias y auxiliar a personas que han quedado inmovilizadas sin poder comunicarse… y quién sabe, quizá hasta para atisbar en los sueños del ser amado.

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miércoles, 5 de marzo de 2008

¡La cultura evoluciona!

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 5 de marzo de 2008

Hasta hace poco, la expresión “evolución cultural” no era más que una bonita metáfora. Para Carl Sagan, la cultura es una adaptación que permite al ser humano sobrevivir cambios repentinos en su ambiente ante los cuales la evolución biológica (genética) sería demasiado lenta.

Y el biólogo Richard Dawkins habla de que, si el genotipo es la información genética y el fenotipo es la expresión de esos genes (es decir, la anatomía y función de los seres vivos), el fenotipo extendido serían aquellas adaptaciones útiles para la supervivencia que no forman parte del cuerpo de los organismos, pero son producto (indirecto) de sus genes. ¿Ejemplos? L
os panales y hormigueros que construyen abejas y hormigas (vean la "catedral" hecha por termitas que aparece en la foto); las curiosas presas de los castores; los nidos de las aves; las herramientas primitivas que usan algunos primates… y todos los productos de la tecnología y la cultura humanas.

Sin embargo, muchos especialistas en ciencias sociales han rechazado el concepto de evolución cultural, pues la analogía les parece excesiva: opinan que la cultura humana es demasiado compleja e impredecible como para obedecer leyes darwinianas.

Pero un reciente artículo de Deborah Rogers y Paul Ehrlich, aparecido en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y descrito como “revolucionario”, muestra que la selección natural afecta directamente la velocidad con la que cambian los productos culturales.

Rogers y Ehrlich estudiaron las características de las canoas de 11 culturas de las islas polinesias a lo largo del siglo XX. Compararon 96 características “funcionales”, importantes para la navegación (forma, material, ensambles, accesorios), y 38 decorativas o simbólicas (pinturas, grabados, símbolos religiosos…).

Utilizando las mismas técnicas que los biólogos usan para medir el cambio de los caracteres de los seres vivos y reconstruir su evolución, descubrieron que las características de las canoas que influyen en la supervivencia de los isleños (pues las usan para pescar, en guerras y migraciones) evolucionan más lentamente que las características simbólicas, que no afectan la supervivencia.

¡La selección natural controla el diseño de las canoas, frenando cambios que pudieran perjudicar su eficacia! Seguramente la mano de Darwin también se deja sentir, aunque no lo notemos, en el fenotipo extendido del orgulloso humano occidental y moderno.

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miércoles, 27 de febrero de 2008

Tabaco y confusión

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 27 de febrero de 2008

Siguiendo al maestro José de la Colina (20 de febrero), espero que nuestro director Carlos Marín no me corra por decir esto, pero me parece que quienes se oponen a la “Ley antitabaco” olvidan algo fundamental.

Arguyen que prohibir que se fume en espacios públicos es vulnerar un derecho de los fumadores: el de meterse la sustancia que se les venga en gana a los pulmones, con las consecuencias que esto tenga.

Puede que tengan razón. El café y el alcohol, por ejemplo, son drogas que pueden causar daño y no están reguladas. Pero otras, como la mariguana —que también se fuma— o la cocaína, están prohibidas. Y nadie se rasga las vestiduras por ello (bueno, casi nadie...).

Pero el punto no es ése: es que está comprobado, por medio de estudios clínicos rigurosos, que fumar aumenta de forma importante la probabilidad de padecer enfisema y cáncer de pulmón (junto con otros males, menos publicitados), enfermedades que causan anualmente miles de muertes. Ninguna de las otras drogas mencionadas perjudica de manera tan clara y directa la salud.

Además, el humo del tabaco se difunde alrededor del fumador, afectando a quienes lo rodean. Por ello, el “derecho a fumar” se contrapone directamente al derecho a no fumar de los demás. Esto tampoco ocurre con las otras drogas mencionadas, excepto la mariguana (podrá decirse que un borracho perjudica a los demás al conducir ebrio y causar un accidente, pero se trata de un efecto indirecto).

Así que fumar es dañino, y no sólo perjudica al fumador, sino a quien esté cerca. Éstos son hechos.

Lo que se les olvida a quienes adoptan la línea de “discriminación al fumador” para defender su vicio (o su gusto) es que las medidas contra el tabaquismo no están dirigidas a discriminar a una minoría de adictos: están encaminadas a disminuir su número. Lo que se busca es que haya cada día menos fumadores o que los que haya fumen cada vez menos. De modo que no: no se trata de discriminarlos, sino de ayudarlos a cambiar. Las razones son claras.

Una sociedad tiene derecho a combatir todo lo que la daña, sean hábitos, adicciones o enfermedades. Uno puede quejarse porque lo obliguen a vacunarse, a usar cinturón de seguridad, a no conducir tomado o a no fumar. Pero tratar de justificar tal oposición con argumentos es forzar las cosas. ¡Sólo espero que los fumadores no clamen, ahora, que se está planeando un genocidio contra ellos!
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miércoles, 20 de febrero de 2008

Homofobia

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 20 de febrero de 2008

Primero, MILENIO Diario nos informó que Albus Dumbledore, director de Hogwarts, la escuela de Harry Potter, es gay (según reveló su creadora). Luego, que una campaña contra la homofobia que muestra a un bebé con un brazalete que lo etiqueta como “gay” causó polémica en Italia. Después de que el 13 de febrero hubo una protesta frente a la Rectoría de la UNAM contra la agresión de vigilantes universitarios a dos estudiantes gays el 23 de noviembre pasado.

Por eso me extrañó, el sábado 16, la nota de Daniel Venegas donde se le dio amplio espacio a un supuesto “especialista” que afirma que “es posible cambiar a un homosexual”. Richard Cohen, director de la International Healing Foundation afirmó que “nadie na-
ce con atracción por el mismo sexo”; que “si alguien (la) tiene, significa que está lastimado en su corazón”, y que hay “razones psicológicas” que explican esta orientación sexual. “He ayudado a cientos de hombres y mujeres para cambiar de homosexual a heterosexual”, sostiene.

Para Cohen y su fundación, las relaciones gays no son saludables; requieren “sanación”. Aunque se declara “pro-elección”, al argumentar que los gays “merecen” la oportunidad de cambiar su orientación sexual, Cohen expresa una opinión homofóbica; discriminatoria. Cambie usted “homosexuales” por “negros” o “indígenas” y vea cómo suena; encontrará que se está suponiendo que la condición gay es mala, inferior, indeseable o antinatural. Todo lo cual es falso, como hoy sabemos.

Afortunadamente, al día siguiente, Francisco Iglesias publicó otra nota en la que Luis Perelman, él sí especialista reconocido en sexualidad y presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, refuta las ideas homofóbicas de Cohen (“charlatanería”, las llama con sobrada razón).

Pero no sólo son homofóbicas: son seudocientíficas y, por tanto, peligrosas. El discurso que busca “curar” la homosexualidad promueve el rechazo y el odio, y como afirma Perelman, sólo logra “mantener el clóset, la clandestinidad, la doble vida y la doble moral”.

A pesar de sus esfuerzos por parecer científicas, las “terapias de conversión” son sólo engaños que producen frustración y dolor. En el mejor de los casos, sólo pueden convertir a un homosexual en homosexual reprimido. Conviene leer La orientación sexual, de Luis González de Alba (Paidós, 2003) para estar un poco mejor informados.

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miércoles, 13 de febrero de 2008

¡Feliz Día de Darwin!



por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 13 de febrero de 2008

Un 12 de febrero, hace 199 años, Susannah Wedgwood y su esposo, el doctor Robert Darwin, vecinos de Shrewsbury, Inglaterra, recibieron a su quinto hijo, Charles.

Ayer, en muchas partes del mundo, tal evento se conmemoró como el Día de Darwin. Y se espera que en el 2009 los festejos sean a nivel mundial, pues este ilustre biólogo cumplirá 200 años de nacido. Ese mismo año su obra esencial, Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la supervivencia de las razas favorecidas en la lucha por la vida, cumplirá 150 años de haberse publicado.

En algunos lugares se organizan cada año eventos de lo más diverso para conmemorar el día: conferencias, ferias de ciencia, obras de teatro, exposiciones, protestas… (contra la introducción de ideas creacionistas en las clases de biología, como ha ocurrido en algunas partes de Estados Unidos).

En otros sitios, como México, el día pasa casi inadvertido. Tal vez por suerte, porque el hecho de que no necesitemos promover especialmente las ideas de Darwin muestra que en nuestro país no hay necesidad de luchar contra la competencia desleal del creacionismo (que se presenta falsamente como teoría científica, cuando es en realidad una creencia religiosa).

En cualquier caso, y sin soñar que se convierta en un día festivo oficial (como sí ocurre en Des Moines, Iowa, y quizá próximamente en Inglaterra y Australia), sería bonito que el día de Darwin se celebrara en México.

¿Por qué? Porque la teoría darwiniana es la columna vertebral que da sentido a toda la biología. Porque el concepto central de esa teoría, la selección natural, ha sido calificado como la idea más poderosa jamás concebida. Y porque sus aplicaciones fuera de la biología están revolucionando la ciencia, la industria y la vida diaria.

Darwin descubrió cómo, a partir la variabilidad y la herencia imperfecta de los sistemas biológicos, pueden surgir, sin necesidad de un diseñador, sino sólo como efecto de la “selección” que el ambiente ejerce sobre los organismos, todas la maravillosas adaptaciones del mundo viviente. Hoy la selección darwiniana se usa en computación, la industria farmacéutica, en economía y un sinfín de campos para extraer diseño del azar.

Pero quizá la mejor razón para celebrar a Darwin es que nos mostró que no hay necesidad de magia para que exista la belleza en el mundo. Por eso, ¡feliz Día de Darwin!