Publicado en Milenio Diario, 5 de marzo de 2008
Hasta hace poco, la expresión “evolución cultural” no era más que una bonita metáfora. Para Carl Sagan, la cultura es una adaptación que permite al ser humano sobrevivir cambios repentinos en su ambiente ante los cuales la evolución biológica (genética) sería demasiado lenta.
Y el biólogo Richard Dawkins habla de que, si el genotipo es la información genética y el fenotipo es la expresión de esos genes (es decir, la anatomía y función de los seres vivos), el fenotipo extendido serían aquellas adaptaciones útiles para la supervivencia que no forman parte del cuerpo de los organismos, pero son producto (indirecto) de sus genes. ¿Ejemplos? Los panales y hormigueros que construyen abejas y hormigas (vean la "catedral" hecha por termitas que aparece en la foto); las curiosas presas de los castores; los nidos de las aves; las herramientas primitivas que usan algunos primates… y todos los productos de la tecnología y la cultura humanas.
Sin embargo, muchos especialistas en ciencias sociales han rechazado el concepto de evolución cultural, pues la analogía les parece excesiva: opinan que la cultura humana es demasiado compleja e impredecible como para obedecer leyes darwinianas.
Pero un reciente artículo de Deborah Rogers y Paul Ehrlich, aparecido en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y descrito como “revolucionario”, muestra que la selección natural afecta directamente la velocidad con la que cambian los productos culturales.
Rogers y Ehrlich estudiaron las características de las canoas de 11 culturas de las islas polinesias a lo largo del siglo XX. Compararon 96 características “funcionales”, importantes para la navegación (forma, material, ensambles, accesorios), y 38 decorativas o simbólicas (pinturas, grabados, símbolos religiosos…).
Utilizando las mismas técnicas que los biólogos usan para medir el cambio de los caracteres de los seres vivos y reconstruir su evolución, descubrieron que las características de las canoas que influyen en la supervivencia de los isleños (pues las usan para pescar, en guerras y migraciones) evolucionan más lentamente que las características simbólicas, que no afectan la supervivencia.
¡La selección natural controla el diseño de las canoas, frenando cambios que pudieran perjudicar su eficacia! Seguramente la mano de Darwin también se deja sentir, aunque no lo notemos, en el fenotipo extendido del orgulloso humano occidental y moderno.
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