miércoles, 28 de marzo de 2007

El tesoro metagenómico

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 28 de marzo de 2007

J. Craig Venter es un científico loco, pero también genial.

Primero decidió ganarle al Proyecto Genoma Humano la carrera para descifrar nuestra información genética. Fundó la compañía Celera y anunció que usaría la técnica conocida como shotgun (escopetazo): en vez de aislar ordenadamente los cromosomas humanos, fragmentarlos y “secuenciarlos” (leerlos), prefirió tomar todo el genoma, partirlo al azar, leer cada pedacito y luego, con poderosos métodos bio-computacionales, ordenar el rompecabezas para recrear el texto genómico completo. Parecía imposible, pero lo logró, aunque oficialmente se declaró un empate.

Para su nueva aventura, Venter compró el velero Sorcerer II, lo equipó y se lanzó, durante 2003 y 2004, a recorrer miles de kilómetros desde Canadá, pasando por Florida, Yucatán, el Caribe y el canal de Panamá, hasta las islas del Pacífico sur. Cada 200 millas, recolectaban agua de mar y la pasaban por filtros sucesivamente más pequeños, hasta aislar bacterias y virus.

Luego… ¡adivinó!: los molían, purificaban el ADN revuelto de cualquier cosa que hubiera ahí, lo secuenciaban y luego reconstruían los genomas, usando la avanzada tecnología del nuevo Instituto Venter. Esta nueva manera de estudiar la biodiversidad, aislando y secuenciando genomas de un grupo mixto de organismos, se llama metagenómica. Permite estudiar no sólo organismos conocidos, sino los que no conocemos. Se puede así estudiar la biodiversidad completa de un ecosistema dado.

El equipo de Venter –en el que colaboran microbiólogos mexicanos, encabezados por Valeria Souza, del Instituto de Ecología de la UNAM– analiza, entre otras cosas, los genes que controlan el metabolismo de las bacterias marinas, para comprender mejor los ciclos del carbono y el nitrógeno en el océano, que influyen de manera determinante en la composición y la dinámica atmosférica.

Venter ha sido acusado de querer hacer biopiratería con la expedición del Sorcerer, pero ha obtenido todos los permisos necesarios en cada país, y ha puesto a disposición de la comunidad científica mundial toda la información obtenida.

Quizá algún día el conocimiento obtenido en esta expedición nos ayude a combatir el cambio climático que hoy nos amenaza: recordemos que la atmósfera actual es en gran parte producto del metabolismo de las bacterias, el grupo de seres vivos más antiguo y numeroso del planeta.

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miércoles, 21 de marzo de 2007

Aborto: la esencia del debate

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 21 de marzo de 2007

La discusión sobre la legalización del aborto ya está aquí. Pero algunos de sus puntos centrales a veces quedan sepultados ante una avalancha de datos, opiniones y frases incendiarias (Carlos Abascal hablando de una “ley de sangre”).

Y la esencia del debate es, precisamente, la idea de que existe una “esencia” de lo humano: que la cuestión de si un óvulo fecundado o un embrión de pocos días es o no una persona es algo tajante, que sólo admite como respuesta “sí” o “no”.

El papa Ratzinger lo ha expresado admirablemente, al declarar que la llamada “defensa de la vida” no es negociable. Y al descalificar, al mismo tiempo, lo que él llama el “relativismo moral” como un peligro para la humanidad.

Pero si algo nos ha enseñado la ciencia –y la filosofía, pues en este caso han caminado paralelamente– es precisamente que, al menos en el mundo natural, las esencias no existen.

Un veneno, por ejemplo, no es intrínsecamente venenoso, a menos que se especifique la dosis. A ciertas dosis, indiscutiblemente causará la muerte. Pero en dosis bajas será inofensivo (el famoso botox es ilustrativo: se trata de la toxina botulínica, el más potente veneno conocido, pero una cantidad suficientemente pequeña sólo paralizará los músculos faciales, eliminando las arrugas). Entonces, ¿es veneno o no es veneno? Depende. De la dosis, en este caso. Este “depende” es el famoso relativismo al que tanto teme el Vaticano.

Incluso un elemento químico, cuya naturaleza parece esencial e indiscutible (el oro es oro aquí y en China), pierde esta cualidad si lo analizamos a nivel subatómico: los electrones, neutrones y protones que conforman un átomo de oro no son electrones “de oro”, sino comunes y corrientes, indistinguibles de los de cualquier otro elemento.

Así que, ¿un embrión es un ser humano, o no? ¿Abortar es terminar una vida humana? Depende de qué estemos hablando, en qué contexto y con qué fines.

Antes de preferir la defensa intransigente de un principio abstracto de “esencia humana” a los derechos y el bienestar de una mujer embarazada que, por las razones que ella tenga, decide terminar con un embarazo temprano, habría al menos que abrir una discusión amplia, informada y que no admita falsas esencias sin sustento científico ni principios “no negociables”. Finalmente, de eso se trata la democracia, ¿no?

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miércoles, 14 de marzo de 2007

¿Ciencia o religión?

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 14 de marzo de 2007

Parecería brusco o exagerado plantear la disyuntiva que encabeza esta columna, si no fuera porque la vida política nos la pone enfrente.

Basta ver los diarios: el lunes pasado, MILENIO Diario anunciaba: “El viernes, la primera unión gay en la Ciudad de México”. El titular de la página opuesta (física y simbólicamente) era “Católicos del DF, contra el aborto”. Lo notable es que en estos días se discuten en la capital –y en todo el país– temas en los que el punto de vista liberal –fundamentado en los principios democráticos, los derechos humanos y el conocimiento científico– y la visión de la Iglesia católica se oponen frontalmente.

La lucha por dar derechos iguales a las minorías sexuales –no hay justificación para tener ciudadanos de segunda– ha sido caracterizada por la Iglesia, incomprensiblemente, como parte de la “cultura de la muerte”. Este tramposo concepto propagandístico, diseñado por el Vaticano para hacer creer que quienes se oponen a su doctrina luchan “contra la vida”, forma también el núcleo del discurso que se opone a la despenalización (ojo: no la promoción) del aborto y de la eutanasia, dos de las metas planteadas por el PRD y el PRI para el DF.

El discurso eclesiástico –respaldado por el PAN– insiste en que la vida (humana) debe defenderse “desde la concepción hasta la muerte natural”. Pero la discusión no es si un feto está vivo; es si se trata de una vida humana.

La ciencia indica que durante las primeras semanas de gestación, y al menos hasta la aparición de un sistema nervioso funcional, no hay por qué considerar que un feto es un ser humano: no tiene conciencia ni sentido de individualidad. Pero, aunque no lo digan, detrás de la concepción católica está la idea de que la vida humana incluye un alma inmaterial, presente desde la fecundación.

Así que en este tema, y en de la eutanasia, a discutir próximamente, la disyuntiva es ineludible. ¿Qué es preferible, ciencia o religión?

Mi respuesta personal es que depende para qué. Si es para tomar decisiones que afectarán de modo determinante el bienestar personal y comunitario, no hay duda de que la ciencia ofrece conocimiento confiable, a diferencia del dogma religioso. En última instancia, se trata de decidir entre una sociedad que trata a sus ciudadanos como adultos capaces de tomar sus propias decisiones, o una dominada por el paternalismo impositivo de la Iglesia.

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miércoles, 7 de marzo de 2007

¡Cómo ves!

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 7 de marzo de 2007


Los signos de admiración del título de esta colaboración sustituyen a los de interrogación en el nombre de la revista de divulgación científica ¿Cómo ves? (www.comoves.unam.mx/), que hoy celebra su número 100. Y expresan el gusto por este logro.

¿Cómo ves? es un proyecto de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, surgido en diciembre de 1998 para llevar la cultura científica al público juvenil. Ha aparecido puntualmente durante 100 meses, y ha logrado con creces sus objetivos. Hoy es indiscutiblemente la publicación universitaria más exitosa del país, con un tiraje mensual de 20 mil ejemplares y más de mil 200 suscriptores. A lo largo de sus más de ocho años de existencia, ¿Cómo ves? se ha convertido no sólo en una lectura amena y disfrutable para muchos jóvenes (y adultos) en el país, sino también en un útil recurso didáctico que emplean profesores en muchas escuelas, para beneficio de sus alumnos.

Los temas que ha abarcado con claridad, actualidad y rigor incluyen todas las áreas del conocimiento científico, y sigue sorprendiendo. Este columnista ha contribuido con sus reflexiones en la sección “Ojo de mosca” durante este tiempo, por lo que festeja también 100 colaboraciones.

Para celebrar, hoy 7 de marzo, a las 17:30 horas, se develará una placa y habrá un coctel en el Museo de Ciencias Universum (zona cultural, Ciudad Universitaria, DF). Está usted invitado a celebrar con nosotros. Y por supuesto, si no la conoce, ¡busque ¿Cómo ves? en su puesto de periódicos o en locales cerrados donde vendan revistas! Seguro que la disfrutará.

¡Mira!

Según comentó Álvaro Cueva el pasado 2 de marzo, el programa “Sida: derecho de réplica”, presentado en el mismo espacio televisivo (Reporte 13) donde se presentaron las peligrosas ideas de los negacionistas del sida, resultó un fracaso. Grave que los científicos que acudieron no hayan sido asesorados por expertos en medios y comunicación. Y grave que Ricardo Rocha, titular del programa, no entienda que la ciencia es distinta de otras fuentes noticiosas: el periodismo científico requiere de expertos. De otro modo se llega a otorgar credibilidad a charlatanes peligrosos. Todos salimos perdiendo con esto. Reiteremos: el sida es causado por un virus, pero el condón evita el contagio. Para quien ya está infectado, las terapias antirretrovirales modernas son la única opción que ofrece un nivel de vida digno.

Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx