miércoles, 24 de septiembre de 2008

El fin del mundo se pospone

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 24 de septiembre de 2008

Dan ganas de decirlo así:

El Gran Colisionador de Hadrones (LHC), quizá la máquina más compleja jamás construida (sin duda la más cara: casi seis mil millones de dólares), producto de la colaboración de más de 20 países, que llevó casi 20 años construir y cuya puesta en marcha se temía que desatara una catástrofe planetaria... se desconchinfló.

Una falla eléctrica ocasionó que dos de sus nueve mil magnetos superconductores se sobrecalentaran y fundieran, causando una fuga de helio. Este gas, en estado líquido, mantiene a dos grados por encima del cero absoluto a los imanes, que aceleran protones para que giren a 99.9 de la velocidad de la luz por el anillo subterráneo de 27 kilómetros (dan 11 mil vueltas por segundo).

¿Tanto escándalo para esto?

Pero esta versión de los hechos, aunque sabrosa, peca de desinformada y simplista. Y la desinformación es un problema grave: una adolescente india, aterrorizada por los reportes tremendistas acerca de la posibilidad de que el LHC produjera un mini-agujero negro que se tragaría la Tierra, se suicidó ingiriendo pesticida. No era necesario.

La verdad es que la puesta en marcha del Colisionador de Hadrones (partículas, como protones y neutrones, formadas por la unión de varios cuarks) el 10 de septiembre no presentaba riesgo: era sólo una prueba. Se lanzaron chorros de protones a dar vueltas, pero no se hicieron chocar entre sí.

Cuando se lleve a cabo el experimento real –pospuesto hasta la primavera del 2009- tampoco habrá riesgo. La probabilidad de crear mini-agujeros negros es insignificante, y aunque se produjeran, desaparecerían instantáneamente: son muy inestables.

El LHC servirá para intentar descubrir por qué la materia tiene masa (y si existe la partícula teórica llamada “bosón de Higgs”, que explicaría esta propiedad). También para entender mejor el origen del universo y la naturaleza de la “materia oscura” y la antimateria.

¿Ha fracasado el LHC? De ningún modo. Fallas como ésta son un “golpe psicológico” para sus creadores, pero estaban previstas.

Toda tecnología requiere un periodo de ajuste. Cuando funcione correctamente, el LHC dará respuestas a algunas de las preguntas más fundamentales sobre el universo. Sólo que, como siempre en ciencia, se trata de una inversión a largo plazo.

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

¡El tamaño sí importa!

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 17 de septiembre de 2008

Mi repudio y desprecio a los asesinos del pueblo que,
en Morelia, sólo quería celebrar a la Patria

Si de celulares se trata, lo pequeño es mejor. En cambio, si hablamos de seres vivos, parece no haber reglas. De bacterias microscópicas a monstruosos dinosaurios, las especies vienen en todas las tallas.

Pero a los científicos el desorden les molesta, y buscan patrones. ¿Qué determina el tamaño promedio de las especies, y cómo cambia su distribución en el tiempo?

Dentro de grupos concretos, por ejemplo mamíferos o moluscos, se han detectado tendencias, como la “regla de Cope”: el tamaño de las especies a lo largo de la evolución no cambia al azar: tiende a aumentar. Los individuos de las especies “hijas” tienden a ser mayores que los de las especies ancestrales de las que se derivan. El cambio, claro, no se da en una generación, sino en millones de años. Y sin embargo, la mayoría de las especies del grupo son pequeñas, no gigantes. Aunque hay mamíferos que pesan desde dos gramos hasta 100 toneladas, la mayoría de las especies, extintas y actuales, pesan alrededor de 100 gramos. ¿Cómo explicar esto?

El tamaño grande ofrece beneficios, como tener menos depredadores, pero también desventajas: se requiere más alimento y el desarrollo es más lento. En general, las especies grandes tienden a extinguirse más facilmente. Y el ambiente influye en el tamaño: en latitudes o eras más cálidas, tiende a disminuir.

Los investigadores estadunidenses Aaron Clauset y Douglas Erwin han construido un modelo matemático (publicado en Science, 18 de julio), que trata de reproducir la distribución de los tamaños de las especies de mamíferos de los últimos dos y medio millones de años. Y lo lograron, partiendo de varias suposiciones simples (que no puede haber mamíferos de menos de 2 gramos; que el tamaño tiende a aumentar —regla de Cope—, y que las especies grandes se extinguen más facilmente). Ahora, como comenta Kaustuv Roy en la misma revista (12 de septiembre), habrá que entender por qué es esa distribución de tamaños.

El problema no es sólo académico. Los humanos cazamos, pescamos o talamos a los individuos más grandes de las poblaciones naturales, y hemos causado un calentamiento global. En palabras de Roy, “una mejor comprensión de los procesos evolutivos que afectan el tamaño… es esencial para el manejo efectivo y la conservación de las especies y los ecosistemas”. Cuestión de tamaños… y de supervivencia.

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miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿Y los científicos?

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 10 de septiembre de 2008

¿Qué será de los EU si Sarah Palin, candidata a vicepresidenta que representa lo más retrógrado de la derecha cristiana estadunidense, llega al poder? (MILENIO Diario reporta ayer que McCain y Palin llevan una ventaja de cuatro puntos.)

Palin es una furiosa opositora a la libertad de las mujeres de decidir sobre el aborto. Se opone a otorgar a las parejas homosexuales los mismos derechos que disfruta cualquier ciudadano heterosexual. Aboga además por enseñar la seudociencia del creacionismo en las clases de biología, como alternativa a la evolución darwiniana.

Declara no estar convencida de que el calentamiento global sea consecuencia de la actividad humana. Y, para colmo, opina que la invasión a Irak es producto de la “voluntad divina”.

El problema es que, a pesar de ser —todavía— la mayor potencia científica y tecnológica del mundo, Estados Unidos es también una sociedad plagada por la incultura científica y la popularidad del pensamiento mágico-religioso. Gran parte de los ciudadanos prefiere creer las palabras de predicadores y charlatanes que confiar en el conocimiento generado por sus científicos.

¿Incultura científica en EU? ¿Y cómo estaremos los mexicanos? Claramente mucho peor, pues no contamos con el alto número de investigadores e instituciones científicas de nuestros vecinos. Consecuentemente, el peso de nuestra comunidad científica en la sociedad es mínimo. Despreciable.

Para muestra, un botón: en la encuesta presentada antier en MILENIO Diario por María de las Heras sobre el desempeño de “los diversos actores políticos de nuestro país”, que incluía a militares, periodistas, sacerdotes, banqueros, jueces, políticos, empresarios, policías, maestros... ¡los científicos ni siquiera aparecen!

Desconozco si fue decisión de De las Heras no incluirlos o si sus encuestados no los mencionaron. Lo cierto es que su ausencia refleja claramente su falta de influencia en la política nacional.

Da terror lo que pasa en EU, pero también lo que ocurre aquí. La ciencia no cuenta para la sociedad mexicana, y eso explica en parte nuestra triste situación actual y nuestro futuro nebuloso. Y en parte, los científicos tenemos la culpa, pues no hemos logrado hacer conscientes a nuestros conciudadanos de que la ciencia debería ser una prioridad nacional. Habría que hacer algo para remediarlo.

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miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sociedad y ciencia

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 3 de septiembre de 2008

Prevaleció el sentido común. Tras considerar diversos y abundantes argumentos, seis ministros y dos ministras de la Suprema Corte votaron a favor de declarar constitucionales las reformas al Código Penal y la Ley de Salud del Distrito Federal que despenalizan el aborto hasta las 12 semanas de embarazo.

Las reformas quedan así a salvo de nuevos cuestionamientos, y se abre la vía para que otros estados modifiquen sus leyes para ampliar en todo el país las libertades de las mujeres.

Los opositores a la despenalización se empeñaron en reducir el debate a un conflicto entre los derechos de la mujer y los del embrión. Los ministros reconocieron que se trataba de un sofisma: la vida en gestación es digna de ser protegida, pero no es todavía vida humana. Los derechos de la mujer son los únicos en juego.

En el debate, el conocimiento científico acerca del proceso de gestación y las condiciones necesarias para considerar que existe vida humana –en particular, la existencia de un sistema nervioso central maduro y funcional– fue determinante, junto con las consideraciones sobre la difícil situación de las mujeres que recurren al aborto, para llegar a la decisión que ahora celebramos.

La importancia de la ciencia en las controversias sobre temas que afectan a la sociedad seguirá creciendo. Ya tenemos encima discusiones relacionadas con salud y sexualidad –transexualidad, investigación con células madre, eutanasia, clonación… Y vienen otras: energías alternativas (solar, geotérmica, nuclear), contaminación, manejo de basura y residuos tóxicos, cultivos transgénicos…

En todos ellos habrá que tomar decisiones. Sólo quien entienda, al menos en principio, la ciencia y la tecnología relacionadas con cada uno, podrá opinar responsablemente. Mientras el ciudadano medio no tenga una mínima cultura científica, la discusión quedará sólo en manos de expertos y políticos.

Urge democratizar el conocimiento científico y técnico: ponerlo al alcance del público. La despenalización del aborto se logró en gran parte gracias a la campaña de información y educación emprendida por los grupos defensores. En los debates por venir, la labor de periodistas científicos, divulgadores y educadores será central para permitir que nuestros ciudadanos puedan participar en la toma de estas decisiones que afectarán a toda la sociedad.

Recordémoslo: la ciencia también forma parte de la democracia.

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