miércoles, 30 de abril de 2008

Evolución pirata

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 30 de abril de 2008

La piratería puede definirse como apoderarse de un trabajo desarrollado por otros y aprovecharlo para beneficio propio.

En el mundo del espionaje industrial esto sucede
con cierta frecuencia, pero no sólo ahí: también en la evolución biológica hay casos de piratería.

Los más sonados son el cloroplasto y la mitocondria. Se trata de los organelos de las células eucariontes (que tienen núcleo, como las de animales y plantas) que llevan a cabo, respectivamente, la fotosíntesis (convertir la energía solar en energía química, transformando agua y dióxido de carbono en alimentos) y la respiración aeróbica (quemar alimentos usando oxígeno para extraer la energía química que almacenan, produciendo agua y dióxido de carbono).

Tomando en cuenta que la evolución normalmente avanza de manera gradual, por la acumulación de muchísimos pasos pequeños, uno esperaría que cloroplastos y mitocondrias se hubieran ido desarrollando paulatinamente, en un tiempo muy largo. Pero no: aparecieron de manera súbita, por un gran salto evolutivo.

Varias pistas llevaron a esta conclusión. Observadas con un microscopio, cloroplastos y mitocondrias tienen tamaño y aspecto parecido a las bacterias (células procariontes, sin núcleo, más pequeñas y antiguas que las eucariontes). En particular, se parecen a ciertas bacterias que realizan la fotosíntesis (cianobacterias) y a otras que realizan la respiración aeróbica.

Pero además, se encontró que estos organelos tienen sus propios genes, independientes de los del núcleo celular. Estos genes están contenidos en un cromosoma circular, como el de las bacterias (y no lineal, como en los del núcleo eucarionte). Los cloroplastos y mitocondrias son, también, sensibles a ciertos antibióticos que actúan contra las bacterias, pero no contra células eucariontes.

Con estas y otras pruebas, la conclusión se volvió inevitable: en algún momento de la evolución, los cloroplastos y las mitocondrias fueron bacterias libres, que fueron “secuestradas” y mantenidas como rehenes celulares por una primitiva célula con núcleo.

El proceso se conoce como “endosimbiosis”, y es una de las maneras en que, a veces, la evolución da saltos repentinos. No sé si en el mundo de los negocios las “adquisiciones hostiles” puedan ser benéficas. En el mundo biológico, parecen haber funcionado bastante bien.

Para recibir La ciencia por gusto cada semana
por correo electrónico, ¡suscríbete aquí!

No hay comentarios.: