miércoles, 1 de enero de 2014

Transgénicos: debates e ideología

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 1 de enero  de 2014

¿Eso es todo?
¿Esa es la revisión por pares?
¡Qué bonito sería terminar el año en paz y armonía, diciendo que todo es bonito! Pero no siempre es posible: los humanos somos complicados, y las tensiones personales, familiares, laborales y sociales crean problemas que muchas veces empañan el ideal de alegría decembrina.

Lo mismo ocurre en ciencia: qué bonito sería que coincidiera con la imagen que ofrecemos en la escuela y los medios: una ciencia perfecta, objetiva, impoluta y absoluta, una especie de princesa de cuento. Pero no: la ciencia es un producto humano, y como cualquier princesa humana, tiene defectos, arrugas y lunares, defeca, envejece y de vez en cuando padece flatulencias.

Recientemente me vi involucrado en una de esas discusiones que se dan en Facebook. El motivo fue un caso que comentamos en este espacio hace varios meses: el artículo de Gilles-Eric Séralini, de la Universidad de Caen, Francia, publicado en noviembre de 2012 en la revista Food and Chemical Toxicology, que supuestamente probaba que el consumo de maíz transgénico podía causar tumores en ratas.

La polémica sobre los vegetales transgénicos ha sido larga, y bastante violenta. Es cierto que el cultivo y consumo de transgénicos plantea graves riesgos ambientales, pues puede contaminar con genes foráneos las variedades nativas, como en el caso del maíz oaxaqueño. Además, han dado pie a abusos intolerables por parte de las transnacionales biotecnológicas como Monsanto en contra de los campesinos.

Por otra parte, si realmente cumplieran las expectativas que ofrecen, de cultivos más baratos, con mayor rendimiento, menor necesidad de fertilizantes, resistencia a sequías o plagas y mayor contenido nutritivo, podrían ser una herramienta fundamental para luchar contra el hambre en el mundo, y no usarlos sería absurdo, incluso antiético. Habría, entonces, que tener evidencia sólida de los pros y contras de su uso, antes de tomar decisiones.

El problema es que hasta el momento no existe evidencia sólida de que sus supuestos efectos dañinos sobre la salud humana sean reales. El estudio de Séralini adolecía de muchos defectos, tan graves que el consenso de la comunidad científica fue calificarlo de poco confiable, al grado que la revista decidió, el pasado 28 de noviembre, retractarse de su publicación, por considerar que no cumplía con los estándares de calidad para haber sido publicado en primer lugar. (Hay que a aclarar que este tipo de retracciones no son raras en ciencia, sino parte del proceso estándar de control de calidad, y lejos de debilitar su credibilidad, son ejemplo de las medidas que la comunidad científica ha establecido para detectar errores y corregirlos. El control de calidad en ciencia dista de ser perfecto, pero trata de ser honesto.)

Todo esto hace que el debate sobre los transgénicos haya dejado de ser sólo científico, y se haya vuelto político, económico, social y, sobre todo, ideológico. No es que esté mal; al contrario; la discusión de un tema socialmente relevante se ve enriquecida. Pero es grave cuando la parte científica, que debería ser fundamental en la necesaria discusión pública del tema, comienza a ser ignorada en aras de promover posturas ideológicas, y cuando el método científico –del que forma parte central el arbitraje del trabajo por colegas científicos calificados (revisión por pares)– comienzan a dejarse de lado para usar otro tipo de estrategias.

En 1991, el director de cine Arturo Ripstein puso una demanda legal contra el crítico de cine Jorge Ayala Blanco por una reseña muy negativa de su película Mentiras piadosas, que, afirmaba, le causaba graves “daños patrimoniales”. La reciente afirmación de Séralini de que, en caso de que el artículo fuera retirado por la revista, “atacaríamos con abogados, incluyendo en Estados Unidos, para pedir una compensación financiera por los grandes daños contra nuestro grupo” es igualmente algo inaudita; rompe por completo con las prácticas científicas aceptadas: los abogados y jueces simplemente no tienen la preparación ni capacidad para decidir qué es o no un nivel de calidad aceptable en cuestiones de ciencia. En México, un muy sesgado reportaje en la revista Proceso, publicado el pasado 20 de diciembre, presenta el debate y la retracción del estudio de Séralini como si fuera producto de una descarada manipulación de la ciencia y las revistas científicas –a las que presenta como cómplices– por parte de las compañías biotecnológicas. Son acusaciones muy graves, y quien las hace debería presentar pruebas.

En resumen: la ideología parece haber dejado de lado a la ciencia, dando lugar a un debate estridente. Y mientras tanto, el método científico, que exigiría reproducir el experimento de Séralini, para estar seguros de si sus alarmantes resultados se sostienen, o bien para refutarlos, ha quedado olvidado.

Ah: ¡feliz año 2014 a todos mis lectores!

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8 comentarios:

Martín Bonfil Olivera dijo...

Ya corregí el error que me señaló mi amigo Agustín López Munguía de que yo había puesto que el 28 de noviembre era el día de los inocentes, que por supuesto es el 28 de diciembre. ¡Disculpas por el atolondramiento!

Ribozyme dijo...

Nos hiciste inocentes… ;-)

Anónimo dijo...

Muy interesante la entrada, pero no se olviden, ahora se ha demostrado la charlatanería de Mauricio José Schwarz, uno de los principales cabecillas del Círculo Escéptico o CFI España. Esta información comenzara a ser difundida en forma masiva, y pronto habrá más personas dedicadas a comenzar el examen y crítica al seudoescepticismo

Anónimo dijo...

En una etapa posterior se pretende pedir la retirada del artículo de la revista Signifcance sobre la seudoreplicación del trabajo de Ennis, y más adelante la retractación del informe Maddox por parte de Randi. Hay suficientes pruebas para demostrar que James Randi es un charaltán. Apoyos o adhesiones son muy importantes. Difundan!

Anónimo dijo...

Actualmente se cuentan con ya más de mil adhesiones en contra los paramilitares seudoescépticos que se dicen "guerrilla escéptica", pervirtiendo el legítimo uso de guerrillero.

Martín Bonfil Olivera dijo...

Je je, me da tanta risa que ni siquiera me voy a molestar en borrar los comentarios....

Anónimo dijo...

Entonces te da risa que un sujeto líder de un movimiento "escéptico" ande difamando e inventando datos a diestra y siniestra. Tomaré tu frase.

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Tocayo, muy cierto lo comentado en tu inserto: lo que debería ser SOBRE TODO debate intenso entre cientificos (sobre pros y contras de los transgénicos) se ha vuelto competencias "de vencidas" ideologicas. No se trata actualmente de como encontrar la verdad, sino de como "ganar" uno en su posicion ideologica.
Y en estas condiciones, la verdad cientifica, quedará en espera.

En especial quiero reconocer que hayas dirigido a Proceso esa dura crítica, pues esta revista, no solo e esta ocasión sino en muchas otras, presenta temas como conspiratorios, sin una investigacion solida; mas bien da gusto a los conspiranoicos que les encanta esa manera de tratar lso asuntos... y su sigularisima manera de razonar: "¿lo niegas todo? señal de que algo ocultas, y señal tambien de que estoy en lo correcto, que ya te descubrí!"

Esa manera viciada de hacer periodismo, en este muchos otros casos, es el sello de Proceso.

Saludos.