miércoles, 7 de mayo de 2014

¿Qué nos hace machos?

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 7 de mayo  de 2014

No: no me refiero a esos comportamientos ofensivos y discriminatorios que muchos mexicanos todavía asociamos con la “hombría”, sino a las características biológicas –genéticas, de hecho– que distinguen a los machos y las hembras de una especie.

Vayamos de lo muy sabido a los poco conocido. Para comenzar, son las hembras las que cargan con la mayor parte de la carga reproductiva, al menos en la mayoría de los mamíferos: además de aportar un óvulo, con la mitad de la información genética del futuro bebé, tienen que gestarlo en su interior, darlo a luz y criarlo dándole de mamar. El macho sólo necesita, estrictamente, aportar un espermatozoide que lleva la otra mitad de los genes.

Pero es a nivel genético donde están las verdaderas diferencias. Más específicamente, en los cromosomas: esas madejas de ADN enrollado sobre proteínas que se hallan en el núcleo celular (cuando la célula se va a dividir; el resto del tiempo el ADN cromosómico tiende a estar desenrollado, formando la cromatina, para permitir que la información genética que contiene sea leída).

Los seres humanos tenemos 23 pares de cromosomas (un juego proviene de la madre, otro del padre). Lo que diferencia a hembras de machos es uno de esos pares en específico: los cromosomas sexuales. Los otros 22 (autosomas) son idénticos en hombres y mujeres, pero las hembras tienen dos cromosomas sexuales X (llamados así por su forma), mientras que los machos tenemos sólo uno, acompañado de un cromosoma Y (que, ya se imaginará usted, tiene la forma de esta letra).

Sí: eso que hace que los machos nos enorgullezcamos de serlo, aquello que garantiza nuestra hombría y que, según el estereotipo ancestral, nos distingue de las débiles y necesitadas mujeres, se halla precisamente en nuestro gallardo cromosoma Y.

Y que tales estereotipos son totalmente infundados es obvio, más allá de argumentos de igualdad, capacidad y derechos humanos de las mujeres, con sólo echar un vistazo a dicho cromosoma: a diferencia del X, un cromosoma hecho y derecho, el Y es poco más que un minúsculo muñón, mutilado, empobrecido y más bien miserable: un cromosoma degenerado.

Acortamiento evolutivo
del cromosoma Y
¿Cómo es esto? A pesar de que el genoma humano se descifró desde el 2000 –¡hace casi 15 años!–, el cromosoma Y humano, y de otros animales, ha sido especialmente difícil de analizar debido a que, a pesar de su pequeño tamaño, contiene una gran cantidad de repeticiones que confunden y dificultan su lectura. Pero estudios recientes han permitido comenzar a descifrar la evolución del cromosoma Y. Se descubrió así que originalmente era un cromosoma completo, como el X, pero que a lo largo de millones de años se aisló de su pareja y fue perdiendo más y más genes, hasta conservar casi sólo los que se requieren para determinar que el sexo de un embrión sea masculino (pues la programación “por default” es ser hembra).

Pues bien: el pasado 24 de abril la revista Nature publicó un par de artículos que profundizan en el asunto. Uno, firmado por Daniel Bellot y su equipo, del Instituto of Tecnológico de Massachusetts (MIT), compara los cromosomas Y de siete mamíferos (rata, ratón, toro, mono tití, macaco Rhesus, chimpancé y humano) y un marsupial (el tlacuache o zarigüeya, que como todos los marsupiales, termina de criar a sus pequeños en una bolsa en su vientre) y revela que, luego de la masiva pérdida inicial, unos 36 genes restantes en el cromosoma Y se han mantenido bastante estables en los últimos 78 millones de años.

El otro artículo, del biólogo mexicano Diego Cortez –egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM y actualmente en la Universidad de Lausana, Suiza– y sus colaboradores, describe el uso de una técnica novedosa para estudiar los cromosomas Y de 10 mamíferos, un monotrema (el ornitorrinco, que tiene cinco cromosomas sexuales X y cinco Y) y un ave (la gallina, aunque en aves el cromosoma masculino se llama W). Identificaron así 134 genes conservados –el doble de los conocidos hasta ahora– y descubrieron que los cromosomas Y de mamíferos con placenta, monotremas y aves se originaron independientemente.

El cromosoma Y no es para nada tan espectacular como le gustaría a los machistas. Pero tampoco es insignificante, y tiene su historia. Y sin él, la especie no se podría reproducir. Es un pobre consuelo, pero algo es algo…

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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5 comentarios:

Kalepsheel dijo...

LOL "el Y es poco más que minúsculo muñón, mutilado, empobrecido y más bien miserable: un cromosoma degenerado." Puros adjetivos descalificativos para un cromosoma que al final todo parece indicar es simplemente eficiente, sin ADN repetido e innecesario. Igual parte de tus tiros van en contra del machismo, aun así como que rizaste mucho el rizo.

Ribozyme dijo...

Una aclaración, en las aves la determinación del sexo es exactamente al revés de en los mamíferos. Mientras que en los mamíferos, es la hembra la que tiene dos cromosomas sexuales iguales, XX, en las aves es el macho el que tiene dos iguales, ZZ, y la hembra es ZW.

Martín Bonfil Olivera dijo...

Kalap, tomando en cuenta los excesos literlmente milenarios del abuso social de los machos contra las mujeres, creo que la exageración retórica que me permití es perfectamente perdonable...

Ribo Sipi. Pero ya no cabía tanto detalle... (y era realmente un detalle secundario). Pero hubiera sido mejor si lo hubiera mencionado, lo reconozco.

Bosondehiggs dijo...

Totalmente de acuerdo con Kalepsheel. La figura que utilizó retrata de manera precisa, inmejorable, el artículo de Martin, es decir, el rizo quedó muy rizado.

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

“…y descubrieron que los cromosomas Y de mamíferos con placenta, monotremas y aves se originaron independientemente” entonces, con base a la investigación de este científico mexicano, se puede aventurar una hipótesis para un futuro trabajo con ella: si en estos tres tipos de animales, muy diferentes, de manera independiente la selección natural siguió el camino de la creación de los machos (ya que las hembras se dan por defoult), puede ser que la necesidad de que existan los machos significa una ventaja reproductiva y evolutiva. Seria cosa de comparar con los animales que son hermafroditas, ver como les funciona su estrategia reproductiva propia.
Por mi parte encuentro muy interesante que, como vivimos una época de tanta revindicacion femenina, el Tocayo haga un comentario tan políticamente correcto (según la tendencia social actual), y casi casi exponga lo prescindible que son los machos. Jajaja, casi como los hermanos incomodos de políticos. Pero esa consideración, si acaso, es social. La evolución tiene una opinión muy diferente, asi se moleste la corriente feminista tan en boga.
Tan malo ese machismo abusivo, como ese feminismo resentido. No se trata de “nivelar el marcador” histórico de abusos, se trata de hacerlo bien, A PARTIR DE AHORA. Lo demás, es revanchismo, y no funciona como en matematicas, que menos por menos da mas.