miércoles, 11 de noviembre de 2015

Mariguana


Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 11 de noviembre de 2015

Sin duda, el tema de discusión en las últimas dos semanas ha sido la mariguana. Si la Suprema Corte debía o no otorgar el amparo a los cuatro solicitantes para poderla cultivar y consumir, como finalmente ocurrió, y el debate más amplio sobre su posible despenalización y legalización.

Yo, aunque parezca siempre estarme quejando soy un optimista de clóset. Y estoy convencido de que la humanidad va, mal que bien, progresando, y de que así como la esclavitud, el racismo, el sexismo y la homofobia han sido reconocidos como lo que son, aberraciones intolerables, la libertad del individuo para decidir, dentro de límites razonables, cómo cuida de su salud y qué sustancias introduce en su cuerpo irá siendo reconocida globalmente.

Al mismo tiempo, y a nivel personal, me desagrada la idea de fumar algo que disminuye las capacidades racionales –por más que potencie (o quizá sólo distorsione) las perceptivas. Pero, como bien dijo Enrique Peña Nieto, la opinión personal que uno tenga del asunto es lo que menos importa cuando se trata de regular algo a nivel social. Además, y aunque no consumo alcohol (más por deficiencias en mi formación que por convicción) ni ninguna otra droga, sí tomo diariamente café, y he recurrido, cuando ha sido necesario (y siempre bajo supervisión médica) a antidepresivos y ansiolíticos, así que mi actitud respecto al consumo de sustancias que alteran el estado psíquico no es precisamente congruente.

Siendo ésta una columna que aborda temas científicos, vale preguntarse, ¿qué dice la ciencia al respecto de la despenalización de la mariguana? La verdad es que no mucho. O más bien, sí, mucho, quizá demasiado, pero nada muy claro. Así como hay estudios confiables que muestran que en general es una droga poco adictiva y poco dañina, también los hay que muestran que su consumo en niños y adolescentes puede perjudicar el desarrollo intelectual, y que en ciertos casos (raros) puede llevar a alteraciones psíquicas graves, como brotes psicóticos. Igualmente, hay evidencia a favor y en contra, argumentos y contraargumentos, respecto a su inocuidad a largo plazo, el alcance de sus usos médicos, y su función como “puerta de entrada” al uso de drogas “duras”, más claramente adictivas y dañinas.

En parte esto se debe, en mi opinión, a que la prohibición de su uso ha impedido hacer estudios amplios y bien controlados, tanto médicos como sociales, sobre sus efectos y los posibles riesgos y beneficios de su uso recreativo y terapéutico. Probablemente al dejar de estar penalizada será posible obtener datos más sólidos.

Por lo pronto, como reportó ayer Milenio Diario, el estudio Panorama actual del consumo de sustancias en estudiantes de la Ciudad de México, realizado por el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA), en colaboración con la Administración Federal de Servicios Educativos en el DF y el Instituto Nacional de Psiquiatría, y basado en una muestra de 26 mil estudiantes de secundaria y bachillerato de escuelas públicas y privadas, revela que su uso aumentó en 3.5 por ciento en los últimos dos años. Los especialistas que presentaron le encuesta atribuyen esto a que “ha disminuido la percepción de riesgo” respecto a la hierba. En otras palabras, dejar de satanizar la mariguana y promover su despenalización favorece también su uso.

¿Es esto bueno? ¿Malo? ¿Es deseable? Idealmente, la decisión recaería en la madurez, conciencia e inteligencia de cada quién. Pero, sin duda, en caso de que se despenalice (como sin duda sucederá, tarde o temprano) será necesario regular su venta y consumo, tal como se hace con el tabaco y el alcohol, cuya venta está prohibida a menores de edad… aunque esto no impida, claro, que haya algunos menores de edad que los consuman.

Por otra parte, y a pesar de su amplio uso (hoy pareciera necesario fumarla para estar a la moda), probablemente la mariguana no sea ya la principal fuente de dinero para los narcotraficantes, si es que alguna vez lo fue. El estudio de IAPA revela que un 37 por ciento de los usuarios de mariguana gasta menos de cincuenta pesos semanales en ella, y sólo un 11 por ciento gasta más de 500 pesos. Son las drogas más caras –cocaína, crack, heroína– las que sostienen en gran parte a esta industria multimillonaria, y son éstas las que pueden causar adicción intensa, dañar gravemente la salud y provocar que el usuario se vuelva disfuncional en sociedad.

Al final, y en espera de futuros estudios que nos proporcionen información más precisa para afinar las decisiones que como sociedad tomemos, parece razonable despenalizar y regular el uso de la mariguana, al tiempo que se promueven campañas de información y educación. En una sociedad democrática, son los ciudadanos, basados en información confiable, quienes deben decidir si la usan o no. ¿Y respecto a las drogas duras? Esa, necesariamente, será otra discusión.

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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2 comentarios:

Unknown dijo...

No seamos ingenuos. Hay intereses detrás de la legalización de la mariguana, que como muchas otras cosas se disfraza de "libertad".

http://www.socialismopatriotico.blogspot.com.ar/2015/11/desenmascarando-pepe-mujica.html

Wm Gille Moire dijo...

No sé qué dirán los psicólogos y neurólogos, pero al menos para la escuela austriaca de economía (a mi juicio, la única economía de veras científica), está clarísimo: a más persigamos a los mariguaneros, su producto tendrá un mejor precio y habrá, por tanto, mayor incentivo para seguir produciéndola y distribuyéndola.

http://www.asuntoscapitales.com/articulo.asp?ida=7705

Y cuidado con eso de "regularla" o "controlarla". Porque si la "regulamos" o "controlamos" de más, seguirá casi igual de cara y continuará produciéndose a escondidas y vendiéndose en el mercado negro. Eso ya pasa con los cigarros y el alcohol (altamente "regulados", grabados con impuestos muy altos, y que se venden, adulterados o no, en el mercado informal); igual pasará con la mariguana. Las leyes de la economía (austriaca) son tan fatales e inevitables como las de la física.

(Para Arreola el nazi conspiranoico: Deja en paz a los judíos. La humanidad les debe MUCHÍSIMO. Ojalá hubiera más judíos. ---Sobre Mujica tienes algo de razón: es un hipócrita, extupamaro, que ahora se las da de bueno y pobrecito).