martes, 6 de abril de 2004

La familia: ¿natural o sobrenatural?

Martín Bonfil Olivera
publicado en Milenio Diario, 6 de abril de 2004

Ahora resulta que sólo hay una familia “natural”: la formada por el papá, la mamá -siempre y cuando estén unidos en matrimonio- y los hijos. Al menos, tal es una de las conclusiones del Tercer Congreso Mundial de Familias, llevado a cabo del 29 al 31 de marzo en la ciudad de México.

La definición causa extrañeza: ¿qué pasa con los otros tipos posibles -y cada vez más comunes- de familia? Las hay formadas por una pareja (de sexos opuestos o del mismo sexo) que no tienen o no desean tener hijos; las formadas por una madre -o padre- solteros que tienen hijos; e incluso parejas homosexuales que sí tienen hijos (caso poco común, pero existente). ¿Habrá que definirlas como familias “antinaturales”?

La pregunta puede parecer malintencionada -de hecho, Enrique Gómez Serrano, vocero del congreso, aclara que los participantes “son muy respetuosos a todas las manifestaciones de familia que existen, pero están interesados en promover el ideal”.

En realidad, y a pesar de este ligero barniz de tolerancia, la ideología del congreso es abiertamente conservadora y discriminatoria. Entre sus conclusiones, informa Notimex, los asistentes piden a las autoridades de sus respectivos países y al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, pronunciarse contra la iniciativa que considera un derecho humano la libertad de las personas para decidir su orientación sexual, y calificaron esa propuesta como "contraria a la naturaleza humana y a las instituciones básicas de la sociedad: la familia y el matrimonio". Nuevamente el viejo argumento -jamás fundamentado- de que la diversidad sexual ataca directamente a la familia.

Otra de las conclusiones del congreso afirma que “la familia es una institución de derecho natural y constituye la célula básica de la sociedad”, y que “el matrimonio, basado en la naturaleza humana, constituye la célula básica de la familia, y es el único medio moral o ético de formarla”, y “debe estar constituido por la unión de un varón y una mujer”.

Desgraciadamente, desde un punto de vista riguroso tales afirmaciones no tienen sustento. La expresión “derecho natural”, por ejemplo, carece de sentido (a menos que se crea en algo así como una “ley divina” que rige la naturaleza). Y sostener que la familia es la “célula básica de la sociedad” parece suponer que todo lo que se necesita para que una sociedad exista es un conjunto de familias. ¿Qué sucede entonces con solteros, viudos y divorciados? ¿Y con gobiernos, leyes, economía, política, educación, trabajo, medios de comunicación, de transporte y un largo etcétera? Al parecer son componentes irrelevantes de una sociedad.

Por otra parte, afirmar que el matrimonio es “la célula básica de la familia” simplemente es absurdo, pues ninguna familia está formada por un conjunto de matrimonios unidos para formar un todo (a menos que las ideas de los participantes en este congreso sean tan “progresistas” que rebasan con mucho las anticuadas concepciones de este columnista).

La definición de matrimonio como exclusivamente heterosexual, junto con otras conclusiones del congreso como la de que “la vida y el respeto a la dignidad humana... deben ser respetados desde la concepción” muestran que de lo que se trata es de defender una visión tradicional, conservadora, de estos temas. Una visión basada en creencias religiosas. Se trata pues, de un congreso con una tendencia ideológica -y política- muy clara. Y dista mucho de lo que afirma Gómez Serrano: “esto se ofrece como una verdad (sic) para el servicio del hombre y no se trata de imponer ningún modelo”.

La situación ha llevado a organizaciones que defienden la pluralidad sexual y los derechos de las mujeres, como Católicas por el derecho a Decidir, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) y otras, a pedir “respeto a la laicidad del estado y no imponer mediante políticas públicas el modelo de la familia tradicional”. Cabe destacar que en el congreso participaron la primera dama Martha Sahagún de Fox, Ana Teresa Aranda, directora del DIF, Josefina Vázquez Mota, secretaria de Desarrollo Social, y el secretario del Trabajo, Carlos Abascal

Y en efecto, el término, “familia tradicional” es más adecuado que el de “natural”. Porque, a diferencia de lo que parecen pensar los participantes en el congreso, la familia de padre que trabaja y madre que maneja el hogar y cuida a los hijos, lejos de ser una entidad “natural” es una construcción social. Es cierto, el cuidado de los hijos por las mujeres y la obtención de alimento por los hombres tiene cierto fundamento biológico, pero la especie humana (no “el hombre”, como repite una y otra vez el vocero del congreso) ha trascendido con mucho su naturaleza. De otro modo, habría que rechazar como antinaturales el fuego, la agricultura, los estados, las religiones, el arte y la ciencia.

El espacio se agota, pero conviene, al discutir cuestiones como éstas, distinguir claramente entre ideología y datos firmes, y entre religión y pensamiento laico y científico. No hay que olvidar que, cuando se trata de derechos humanos y del bienestar social, es preciso recurrir a las fuentes de conocimiento más confiables. ¿O usted recurriría a creencias religiosas para enfrentar, digamos, una epidemia? Regresaremos a estos temas.