miércoles, 1 de agosto de 2007

Cuando nos observan

Martín Bonfil Olivera
1 de agosto de 2007

Cuando, hace poco, una personalidad pública me comentó que iba a leer regularmente esta columna, me sentí incómodo: ¿podría seguir escribiendo con libertad? Decidí ignorar en lo posible tal inquietud, pero me avergoncé un poco por mi inseguridad. Sin embargo, un artículo publicado el 27 de julio en la revista Science —y comentado en MILENIO Diario —revela que mi reacción fue de lo más natural.

En él, los investigadores alemanes Manfred Milinski y Bettina Rockenbach resumen distintas investigaciones que revelan que el comportamiento de los animales (peces, aves, mamíferos, humanos…) se altera cuando se saben observados. El comportamiento tiende a volverse menos egoísta —que sería lo esperable normalmente— y más altruista cuando algún congénere nos vigila.

Las razones tienen que ver con la “reputación”: en muchas especies, el rango social de un individuo se juzga por su comportamiento. Además, ser egoísta puede ser castigado en ciertas comunidades. Por ello, fingir puede ser beneficioso para un individuo. Esto desata una “carrera armamentista” en la que quien observa a los otros intenta no ser visto, para evitar que la conducta se disfrace. El individuo observado, por su parte, intenta descubrir si lo espían, pero finge no haberlo notado, para que el espía piense que está observando un comportamiento natural.

Este juego, comentan los autores, se presenta también en comunidades humanas. Es posible que el solo hecho de tener la mirada de alguien observándonos –así sea en una foto– baste para hacer que nuestro comportamiento sea más altruista. Algo para pensar…

¡Mira!

Carlos Marín se burló ayer, en su columna de Milenio Diario, de que Marcelo Ebrard tome en serio a Al Gore. “Lo del ‘calentamiento global’ —dice— se ha convertido en una religión de la que Gore viene a ser el Sumo Sacerdote”.

Es cierto: existen todavía escépticos acerca de que el calentamiento sea causado por los gases de invernadero de origen humano; pero ya nadie en la comunidad científica duda de que el calentamiento sea real. Si aplicamos el principio de precaución al usar el cinturón de seguridad o al exigir pruebas de que los alimentos transgénicos son inocuos, debemos aplicarlo ante la posibilidad —casi certeza— de que las actividades humanas estén alterando el ambiente.

Es lo más razonable, aunque sea incómodo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Interesante, interesante.

¿Tienes el articulo en Science para poder leerlo? ¿O el título para buscarlo?

Estoy estudiando teoría de juegos y me parece que me puede ayudar este artículo.

Por cierto de leerlo esto me acorde de Nietzsche:

"Morality is herd instinct in the individual."