miércoles, 24 de octubre de 2007

Dos viejos tontos

Martín Bonfil Olivera
publicado en Milenio Diario, 17 de octubre de 2007


Ser científico no quita lo pendejo.

No puedo decir otra cosa cuando escucho a Fred Alan Wolf, físico-merolico conocido como “Dr. Quantum”, afirmar que uno puede cambiar la realidad con sólo desearlo.

En entrevista en radio nacional, parte de una gira de conferencias en que promueve las charlatanerías new age de las películas ¿Y tú qué sabes? y El secreto, Wolf afirmó que, como la mecánica cuántica muestra que un observador puede influir en el estado de partículas como electrones o fotones, lo mismo ocurre a nivel macroscópico: uno puede dejar ser gordo, feo o pobre con sólo decidirlo.

Pero la física cuántica avanza, y hoy la teoría de la decoherencia elimina la necesidad de un observador para explicar los extraños fenómenos cuánticos. Además, siempre se ha sabido que es imposible que estos fenómenos se manifiesten fuera del nivel subatómico.

¿Es Wolf un embaucador? Prefiero creer que es un científico que sinceramente cree en las ideas equivocadas. Pero el hecho es que él y sus colegas ganan dinero gracias a la credulidad de ciudadanos ávidos de encontrar soluciones a los problemas de la vida.

Algo similar ocurre con James D. Watson, codescubridor de la doble hélice del ADN y Premio Nobel, quien se ha ganado —nuevamente— el repudio público por hacer declaraciones sinceras y quizá correctas, pero excesivamente provocativas, miopes y profundamente ofensivas para la opinión pública.

El 14 de octubre, en entrevista con el Sunday Times, Watson declaró que la inteligencia de los negros es menor que la de los caucásicos, y que hay que tomar esto en cuenta para tratarlos con justicia.

Y es que, al parecer, hay datos sólidos que muestran que en pruebas de IQ los africanos tienden a obtener menos puntos que los caucásicos (y éstos que los orientales). Pero sólo una visión simplista y biologicista brincaría a una conclusión como la de Watson. Antes hay mucho que discutir, incluyendo si existen las razas, qué son la inteligencia y el IQ, y para qué los queremos medir.

Hoy Watson sufre las consecuencias de sus bien intencionadas, pero desafortunadas e imprudentes declaraciones: la cancelación de una gira de charlas en Inglaterra sobre su nuevo libro, la suspensión de sus funciones en el laboratorio donde trabaja desde hace décadas, y quizá lo más grave: el descrédito internacional.

Lo dicho: ser científico, aunque se tenga un Nobel, no quita lo pendejo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Martín
Coincido con lo que dices acerca de que los títulos, premios y honores no son garantía que nos exima de errores. Me parece, por otra parte, que el error de Wolf es bastante más craso y elemental mientras que el de Watson parece más bien una metida de pata con ayuda del periodista. Watson ha publicado un pedido de disculpas en Associated Press. Cito: "I can certainly understand why people, reading those words, have reacted in the ways they have. To all those who have drawn the inference from my words that Africa, as a continent, is somehow genetically inferior, I can only apologize unreservedly. That is not what I meant. More importantly from my point of view, there is no scientific basis for such a belief."

http://hosted.ap.org/dynamic/stories/C/CONTROVERSIAL_SCIENTIST?SITE=ALOPE&SECTION=HOME&TEMPLATE=DEFAULT

También publicó un artículo en The Independent donde intenta enmendar lo publicado en el Sunday Times.

http://comment.independent.co.uk/commentators/article3075642.ece

Igual ya no importa, los desmentidos siempre llegan tarde. Un abrazo, GFS

Martín Bonfil Olivera dijo...

Mi querido Gerardo: estoy por supuesto de acuerdo, en lo general, contigo. Lo que me tiene muy enojado, y quizá en el tono de mi columna se notó, es que sea tan tonto -la "ayuda del periodista" no es excusa- como para decir algo tan polémico de manera tan torpe y en un espacio tan público. Watson tiene ochenta años, pero de ninguna manera es senil (como sugiere una lectora y amiga de 70 años) y con la amplísima experiencia mediática que tiene, aunada a su indudable inteligencia, debió saber que no podía decir algo así y salir avante.

Imaginemos que lo que Watson hubiera dicho es que está preocupado porque la inteligencia de los mexicanos -o los latinoamericanos- es inferior, y que hay que ayudarlos para que tengan oportunidades justas. Lo hace con buena voluntad, pero es racista, lo quiera o no (como quienes dicen no ser racistas "porque no tienen ningún problema con los negros, y hasta tienen amigos negros". No: eso es racismo. Watson tiene un hijo esquizofrénico, y luego de presionarlo mucho llegó a la conclusión de que lo suyo era biológico, incurable, y que lo que había que hacer era darle un ambiente donde pudiera ser feliz. Pero me temo que al extender eso a otros casos, se olvida de cosas importantes.
Por otra parte, lo que las pruebas de IQ miden es el IQ, no la inteligencia. Y aún si nos limitamos al IQ, el hallar que una "raza" tiene consistentemente mayor puntaje tiene un significado muy distinto a que un individuo, o muchos individuos de esa raza, vayan a tener mejor o peor desempeño en sociedad. Volviendo a mi ejemplo, el que los mexicanos como población tuviéramos menos IQ no quiere decir práctiamente nada cuando consideras la inteligencia de un individuo mexicano. Creo que a Watson le falla el pensamiento poblacional que es tan importante en evolución (o en sociología), y se queda en un reduccionismo genocéntrico (y mira que para que yo use esas palabras...)