Martín Bonfil Olivera
publicado en Milenio Diario, 14 de noviembre de 2007
El eterno debate entre natura y cultura continúa vivo. ¿Qué determina características humanas importantes como inteligencia, agresividad o salud mental: los genes o la educación?
Aunque muchos preferiríamos que los problemas en estos campos se corrigieran sólo con enseñanza o psicoanálisis, lo cierto es que la influencia de factores biológicos es cada día más clara. El tema de la inteligencia provoca debates especialmente acalorados, pero un estudio recién publicado en la revista Proceedings of the Nacional Academy of Sciences muestra en detalle que los genes, aunque son determinantes, interactúan con factores ambientales para producir sus efectos.
Está ya bien comprobado que los bebés que consumen leche materna –un factor “ambiental”– tienen un IQ más elevado que los que se criaron con leche “de fórmula”. El efecto (que, por cierto se prolonga hasta la edad adulta: ¡no hay duda de que la leche materna es mejor!) se debe básicamente a que la mayoría de las fórmulas carecen de ciertos ácidos grasos poliinsaturados que son importantes para el buen desarrollo cerebral (en especial el araquidónico, un omega-6, y el docosahexaenóico o DHA, un omega-3, que intervienen en la fabricación de las membranas de las neuronas y las envolturas de mielina que protegen las conexiones nerviosas).
En el estudio, coordinado por Avshalom Caspi, del King’s College de Londres, se analizó el ADN, las historias de vida y el IQ, a lo largo de varios años, de dos grupos: mil 37 niños en Nueva Zelanda y dos mil 232 niños ingleses. Se estudió el gen FADS2, relacionado con el metabolismo de los ácidos araquidónico y DHA.
Se encontró que sólo los niños que tienen una de dos variantes posibles (alelos) del gen podían beneficiarse de la leche materna. En los bebés que no presentaban ese alelo, el haber sido amamantados no influía en el IQ.
De modo que la respuesta a la pregunta “¿natura o cultura?” es “ambas”. Pero hoy comenzamos a entender los detalles moleculares de esta interacción: los genes son la infraestructura, que si no está presente impide aprovechar las oportunidades que ofrece el ambiente. Será importante tomar en cuenta este conocimiento para, por ejemplo, diseñar planes de alimentación que tomen en cuenta las diferencias individuales o de grupo.
2 comentarios:
Algo que olvidé comentar en mi columna de hoy es que estudios como el de Caspi forman parte de lo que se conoce como "nutrigenómica", un área que seguramente dará mucho que comentar en años venideros.
Otra cosa: como comenté este mismo tema en el programa "Imagen informativa", recibí un correo electrónico al respecto que transcribo a continuación, pues me parece interesante saber que ya hay en México fórmulas lácteas que contienen los ácidos grasos araquidónico y docosahexaenoico:
En referencia a la información difundida en la sección "Imagen en la Ciencia" de su programa "Imagen Informativa" del día lunes 12, me permito hacerles las siguientes puntualizaciones:
° En su programa se hizo referencia al importante papel que tienen los
ácidos grasos de la leche humana en el desarrollo infantil, enfatizando que estos ácidos grasos no se encuentran en las formulas lácteas en nuestro país.
° En Mead-Johnson estamos convencidos de que la lactancia materna es el estándar de oro para una óptima nutrición infantil en los primeros seis meses de vida y, que debe prolongarse lo más posibe.
° Por eso desde el año 2001 hemos añadido en nuestras fórmula infantiles Enfamil Premium 1 y Enfapro Premium 2, dos ácidos grasos de cadena larga: DHA - ácido docosahexaenoico- y ARA -acido araquidónico- en los niveles similares a la leche materna, niveles recomendados por la FAO y la OMS, y que han probado clínicamente favorecer el óptimo desarrollo mental y visual del lactante, de acuerdo a los estudios publicados por los Doctores Birch y Hoffman en 1998.
° Enfamil Premium 1 y Enfapro Premium 2 se encuentran a la venta en toda la República Mexicana, ofreciendo esta opción a las consumidoras que por alguna razón necesitan y/o han optado por una fórmula infantil para alimentar a sus pequeños.
Agradezco su atención y quedo a sus órdenes para cualquier comentario o información adicional.
Dr. Eduardo Alvarez
Director Médico para LatinoAmérica
Mead - Johnson
Hola Martin. Leo tu columna con frecuencia y me gusta mucho. Soy madre y quisiera saber si tienes alguna referencia bibliografica acerca de lo que dices de que "Está ya bien comprobado que los bebés que consumen leche materna –un factor “ambiental”– tienen un IQ más elevado que los que se criaron con leche “de fórmula”". Acaso todos, toditos (el100%) de los bebes analizados y que tomaban leche materna tenian un mayor IQ???...O en promedio, el IQ de los que toman leche materna es mayor????....Es que lo primero resulta muy determinista, no? Tambien hay que resaltar que en los ultimos anios se ha tratado de contrarrestar la moda de la leche de formula, debido a que obviamente no hay nada mejor que la leche materna y por ejemplo en EU, durante una epoca llego a ser casi algo extranio que una madre amamantara a su hijo (gracias a las campanias publicitarias de las Cias. productoras de formulas). Ahora la "moda" se revirtio y se dice que todo lo natural es mejor....Pero creo que tambien es importante no llevarnos a pensar -con esta nueva campania pro-leche materna- que por tomar leche de formula (tengan o no el alelo del gen que no me acuerdo como se llamaba) nuestros hijos seran menos inteligentes. Bueno, disculpas por la insistencia, pero es que las madres somos -en general- muy preocuponas y nos sentimos responsables por el desarrollo y el futuro de nuestros hijos...Asi que cuando por ciertas situaciones (como de salud), no podemos dar pecho, las frases como "los bebés que consumen leche materna tienen un IQ más elevado", son traumantes...Y por lo que he constatado en la realidad (investigacion propia a partir de mi caso y preocupacion) es que gente brillante (al menos asi los considero yo) tomaron leche de formula durante su bebez...
Gracias por tu trabajo y un saludo.
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