miércoles, 10 de diciembre de 2008

El secreto del nucleolo

por Martín Bonfil Olivera
Publicado en
Milenio Diario, 10 de diciembre de 2008

La noticia que apareció en varios medios hace dos semanas no llama la atención a primera vista: se descubrió que el parásito Giardia duodenalis sí tiene nucleolos.

Sin embargo, ocupó varias primeras planas científicas. ¿Por qué? Déjeme explicarle su importancia y por qué es una buena noticia.

Lo asombroso de la imagen de la célula que nos ha revelado la biología molecular en las últimas décadas es que se trata de un sistema más complejo y dinámico que la gelatina con frutas incrustadas que nos mostraban en secundaria. El nucleolo, por ejemplo, aparecía dentro del núcleo como una esferita sin función clara.

Hoy se sabe que se trata de una compleja fábrica subcelular donde se ensamblan con gran precisión y velocidad las máquinas moleculares conocidas como ribosomas, cuya función es, a su vez, fabricar proteínas. Como las proteínas son las moléculas que llevan a cabo prácticamente todas las funciones de la célula, se comprenderá que los ribosomas, y en consecuencia los nucleolos, son vitales en la economía celular. Sin embargo, sólo las células con núcleo —llamadas eucariontes— tienen nucleolo. Las bacterias y sus primos los arqueaprocariontes— no tienen núcleo ni nucleolo. En la frontera entre ambos reinos, se pensaba que algunos eucariontes “primitivos”, como el protozoario Giardia duodenalis (o Giardia lamblia), causa común de gastroenteritis en humanos y otros mamíferos, presentaban núcleo pero no nucleolo.

Dicho esto, la importancia del descubrimiento es que, como se ha dicho, “rompe con el paradigma” de que había excepciones a la regla de que los eucariontes, además de núcleo, presentan nucleolo.

Pero además, la noticia es digna de atención porque se trató de un descubrimiento de investigadores mexicanos, encabezados por Luis Felipe Jiménez, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, así como científicos del IPN y, de los Institutos Nacionales de Cancerología y de Pediatría (y de la Universidad de Zúrich). El descubrimiento se hizo usando diversas técnicas de microscopía de luz y electrónica, en las que Jiménez es uno de los principales expertos nacionales.

Como rezaba la nota, fue “un triunfo de la microscopía mexicana” y una demostración más de que en nuestras universidades e institutos de salud públicos se puede hacer ciencia de la misma calidad que en países de primer mundo, que incluso podrá tener aplicaciones en salud. ¡Enhorabuena!

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Martín, soy Jorge Armando.

Oye, no me queda muy claro, ya que dices que es un protozooario y luego mencionas que rompe la regla como procarionte o algo así, ¿es en sí procarionte o euarionte?

un abrazo

Anónimo dijo...

No me gusta la foto de la Giardia, hubieras puesto una en donde sale sonriendo como las que vienen en mi libro de parasitología... :)

Anónimo dijo...

Bueno, en realidad los arquea son más nuestros primos que de las bacterias. Se ha establecido que molecular y fisiológicamente los arquea tienen muchas más semejanzas con los eucariontes que con las bacterias (por ejemplo, ver aquí y aquí), a pesar de que a ambos dominios se los embute en la misma clasificación de procariontes por carecer de núcleo y otras similitudes superficiales.

Como quiera, es bueno que se mencione todo eso en lugares como tu blog. La gran mayoría de las personas no saben que existen los arquea (las bacterias son concebidas por la mayoría nomás como bichitos muy pequeños y dañinos que hay que eliminar) y mucho menos el dominio, una clasificación en biología de una jerarquía más alta que reino. Incluso a mis estudiantes de medicina les cuesta trabajo hacer la distinción entre bacterias y arqueas.