Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 28 de abril de 2010
Desde que el presidente de Bolivia, Evo Morales, declaró el pasado 20 de abril, durante la inauguración de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, en Tiquipaya, que “El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas, por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres”, no ha dejado de ser motivo de burla.
Evo afirmó también que “La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos, y es por las cosas que comen; mientras, en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas”.
¿Es merecido el escarnio? Creo que sí. Creo que, ideologías y tradiciones aparte, un personaje público no puede hacer impunemente alarde de tamaña ignorancia. Una cosa es retomar, metafóricamente, el discurso autóctono de la Pachamama, la “madre tierra” o “madre mundo” andina, y otra muy distinta es pensar seriamente que los terremotos son causados por su enojo ante las políticas neoliberales o nuestro pobre cuidado del ambiente, o que los alimentos, por más hormonas que puedan tener, ocasionen calvicie u homosexualidad.
Y es que lo que dijo Evo simplemente no es cierto: sabemos que los temblores no son causados por las políticas humanas (ni por ningún efecto que el ser humano pueda tener sobre el ambiente… ¡vaya, ni siquiera por el calentamiento global!). Sabemos que la calvicie tiene un origen hereditario, no alimentario, y que la homosexualidad es un fenómeno mucho más complejo que la rústica concepción de hombres “afeminados” por consumir hormonas. Evo muestra, además, su homofobia –otro valor tradicional, después de todo. (El espléndido escritor y polémico conductor televisivo Jaime Bayly, del que me declaro fan incondicional, no pudo menos que tomarlo a broma: “yo desde niño he comido mucho pollo …y se ve que por comer tanto pollo me he ido afeminando, afectando de suaves modales, amariconando sin darme cuenta …Evo Morales lo sabía y el muy pilluelo se guardó el secreto, de haberlo sabido quizá me habría puesto a masticar hoja de coca en el colegio y ahora sería un hombre muy macho, muy tosco y muy corto de entendimiento”.)
Pero ser ignorante no es pecado, se me dirá, y Evo es un símbolo de cierto pensamiento de izquierda que, a pesar de sus excesos o defectos, es importante defender. De acuerdo. Pero ser ignorante siendo presidente, y no asesorarse adecuadamente, es al menos una irresponsabilidad. Es triste que, en países tercermundistas como los nuestros, el analfabetismo científico siga rampante, mientras que quienes debieran ser líderes en la defensa de nuestros derechos y nuestro bienestar desprecian esa parte vital de la cultura que es el pensamiento científico.
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