miércoles, 18 de junio de 2014

Matar al bello durmiente

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 18 de junio  de 2014

Las cosas no siempre son lo que parecen, como lo demuestra la revisión del clásico cuento de la Bella Du
rmiente en la película Maléfica, protagonizada por Angelina Jolie. Después de todo, resulta que quizá la malvada bruja no era tan malvada como nos contaron.

La ciencia tiene el hábito de dar ese tipo de sorpresas: de revelar cosas inesperadas, contrarias al sentido común (de ahí su valor: si confiáramos más en el sentido común que en el riguroso cuestionamiento que forma parte del modo científico de pensar, hay muchos descubrimientos que nunca haríamos).

Pensemos en el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Durante dos décadas la infección con este virus fue considerada una condena a muerte, pues aun con los tratamientos para contenerlo, muchos pacientes terminaban falleciendo después de un tiempo.

La llegada de los “cocteles” antirretrovirales (más precisamente llamados “terapias antirretrovirales altamente activas”, o HAART, por sus siglas en inglés) cambió completamente el panorama. Se basan en una idea darwiniana: al aplicar simultáneamente al paciente un tratamiento con al menos tres fármacos antirretrovirales, se hace muchísimo menos probable que el virus mute para volverse resistente a todos ellos (pues la probabilidad de que desarrolle al azar justamente las tres mutaciones necesarias es mucho menor que la de desarrollar sólo una de ellas).

Como resultado de esto, hoy ya nadie tiene por qué morir de sida en países como el nuestro, donde el tratamiento está disponible de manera gratuita para básicamente todo ciudadano que lo necesite. Hoy, sin duda, lo mejor que le puede suceder a una persona infectada es enterarse de que lo está, para poder iniciar el tratamiento que le permitirá sobrevivir con salud prácticamente por su lapso natural de vida.

Sin embargo, la infección por VIH sigue siendo incurable. En gran parte porque el VIH, como todos los retrovirus, tiene la capacidad de insertar sus genes dentro de los nuestros. El genoma viral queda ahí, escondido dentro de los cromosomas de nuestras células, de las que puede resurgir en cualquier momento. Esto –que también explica el largo periodo de latencia que normalmente se presenta después de la infección, que puede ir de tres a más de 20 años sin que se presenten los síntomas del sida– hace que eliminarlo sea hasta ahora imposible.

Pues bien: ¿qué pensaría usted si estuviera infectado de VIH y le propusieran administrarle un fármaco para “despertar” a esos virus durmientes y hacer que salgan de sus escondites? A primera vista parece una pésima idea: los síntomas deberían empeorar.

Pero resulta que es justo al contrario: durante años, en la búsqueda de una cura para el VIH/sida, se ha intentado hallar tratamientos que saquen a este bello durmiente de su sueño. Porque, al hacerlo salir de las células en que se refugia, se lo podría eliminar con tratamiento antirretroviral.

La reactivación de los virus normalmente ocurre de manera azarosa. Para tratar de forzarla, se han usado compuestos que lo “despiertan” (técnicamente, que activan su transcripción), pero no se ha logrado que lo hagan de manera eficaz.

En un artículo publicado en el número del 5 de junio de la revista Science, un grupo de investigadores comandado por Leor Weinberger, de la Universidad de California en San Francisco, exploró una biblioteca de 1,600 compuestos químicos y halló 85 de ellos que logran aumentar la variabilidad (“ruido”) en la reactivación de los virus (con pruebas en células en cultivo, no en humanos), y que al ser combinados con fármacos reactivadores del virus (activadores de la transcripción), aumentan su efectividad.

De modo que, contra lo que uno pudiera creer, despertar al terrible virus durmiente pudiera ser la clave para acabar con él. Quizá en un futuro este tipo de terapia ayude a lograr la deseada cura.

No: las cosas no siempre son lo que parecen. Ni las brujas.

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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3 comentarios:

Elarmoncru dijo...

Que hermosa entrada. Muy atractiva a la lectura.

Martín Bonfil Olivera dijo...

Gracias, Elarmon!

Luis Martin Baltazar Ochoa dijo...

Excelente reflexión, y ojalá siga avanzando al investigación para la cura del SIDA, no solo su contención