Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 8 de octubre de 2014
Este año la semana Nobel empezó temprano: no amanecía todavía el lunes (en México) y ya se estaba dando el anuncio del premio de fisiología o medicina.
La brevedad de este espacio no me permitirá hablar del premio Nobel de física, que ha sido ya anunciado al escribir estas líneas. Hablemos, pues, del de medicina, otorgado mitad al fisiólogo neoyorquino John O'Keefe, y mitad a la pareja de neurofisiólogos formada por los esposos noruegos May-Britt Moser y Edvard I. Moser, “por sus descubrimientos de células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro”.
La gran mayoría de los titulares han aprovechado la metáfora del “GPS cerebral” para explicar el logro. No estoy muy de acuerdo con la imagen, pues el sistema de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés), que permite a nuestros aparatos GPS y teléfonos inteligentes localizar el lugar preciso en que estamos, lo hace conectándose por radio con una red de alrededor de 24 satélites y determinando las coordenadas del usuario por triangulación.
El sistema de posicionamiento del cerebro, en cambio, lo logra usando información proveniente de los sentidos del animal (se estudió en ratas, pero probablemente se halla en todos los mamíferos; se ha comprobado, al menos en parte, que existe en humanos).
¿Cómo puede el cerebro determinar su posición en el espacio y orientarse cuando hay movimiento? Uno pensaría que lo más sencillo es que elabore un “mapa” del territorio. Pero, ¿de qué estaría hecho ese mapa? No podría ser una simple imagen: ¿quién la vería, dentro del cerebro? En 1971, O'Keefe descubrió que las ratas tienen, en la estructura cerebral llamada hipocampo, ciertas células que se activan siempre que el animal se encuentra en un mismo sitio. Las llamó “células de posición” o "de lugar".
Más de treinta años más tarde, en 2005, los esposos Moser –que en algún momento trabajaron juntos en el laboratorio de O’Keefe en Londres– descubrieron, en otra estructura cerebral llamada corteza entorrinal, contigua al hipocampo, otro tipo de células, que llamaron “de retícula” o “reticulares”, que se activan cuando la rata, al moverse, pasa por ciertos sitios.
Las células de retícula establecen una red hexagonal que, junto con datos visuales, forma el “mapa” del espacio en que se halla la rata. (Curiosamente, también la red de telefonía celular es hexagonal. Cada “célula” es el círculo que abarca cada antena receptora. Al moverse el teléfono, la señal va pasando de una célula a la siguiente, sin perderse la conexión… o al menos así debería ser. Pero la manera en que esas celdas circulares se pueden acomodar para cubrir sin huecos un espacio plano es un acomodo, precisamente, hexagonal.)
A su vez, las células de posición marcan el sitio que ocupa la rata en ese espacio. Juntos, las células de retícula y de posición forman un entramado que determina en qué lugar se halla el animal en relación con el espacio circundante, permitiéndole –permitiéndonos– ser conscientes de nuestra posición en él.
Poco a poco, el cerebro va revelando sus secretos. Un Nobel bien merecido.
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3 comentarios:
Tenía la duda, en la mayoría de los titulares de noticias lo llaman "gps cerebrl", quizá sea para despertar el interés en la gente, aunque en algunos casos si funciona.
Estimado Martín:
Soy seguidor de tu columna. Creo que es importante hace la siguiente aclaración. Las neuronas de lugar o de posición que descubrió John O´Keefe están en el HIPOCAMPO, no en la amígdala como describes en tu columna.
Saludos,
-Francisco
Es cierto, Francisco!! Ahora lo corrijo. ¡Qué pena!
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