miércoles, 18 de marzo de 2015

Ciencia, prensa y libre discusión

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario,  18 de marzo de 2015

Nunca he visto discusiones más duras y vehementes que las que se dan en un seminario o un congreso científico. Los investigadores exponen públicamente sus datos, razonamientos y conclusiones para someterlos al riguroso control de calidad del examen crítico por parte de sus colegas. Nunca he visto tampoco discusiones, por fogosas que puedan ser, más correctas, educadas, sensatas y racionales.

Los científicos cuestionan sin compasión, dudan de todo lo que les suene confuso, y hacen las preguntas que crean necesarias, por incómodas que parezcan. Quien expone tiene que “aguantar vara”, como decimos en México, y responder lo mejor que pueda. Enojarse es impensable, igual que no responder (a cambio, el decir “no lo sé” es perfectamente aceptable, y no constituye ningún problema).

El resultado: o convence a su audiencia, validando así la calidad de su trabajo (el proceso se repite de manera más detallada y mucho más rigurosa cuando envía sus resultados para ser publicados en una revista arbitrada), o bien se convence él de que tiene que trabajar más para lograr resultados con la calidad necesaria para ser convincentes. (También ocurre, y tampoco es problema, que el expositor termine dándose cuenta de que su trabajo no se sostiene, acepte que se equivocó y tenga que comenzar de nuevo.)

En la vida diaria –y sobre todo en México–, discutir se suele confundir con pelear. Pero el espíritu de la discusión es justamente lo contrario: examinar un asunto entre dos o más personas para aclararlo lo mejor posible. Los científicos saben que el doloroso y molesto proceso de discutir, de “examinar atenta y particularmente una materia”, según el diccionario, aun cuando esto implique “contender y alegar razones contra el parecer de alguien” (segunda acepción que le da la Academia a la palabra) es la mejor forma de detectar errores en nuestro pensamiento.

Discutir es pensar colectivamente. Y pensar mejor.

Además de la ciencia, el periodismo y la política son disciplinas donde la discusión, el debate, es vital (aunque, al menos en política, lo que pasa como debate suele ser más bien una lamentable revoltura de ataques, descalificaciones, tergiversaciones y razonamientos sesgados para ganar a toda costa la discusión. Y es que los políticos, en vez de la verdad, como los científicos o el bien común, como debiera ser su deber, suelen buscar el poder. Fin de la digresión).

Una sociedad que restringe el debate es una sociedad que se aleja de la democracia. Y para que el debate sea posible, el ciudadano necesita también otro ingrediente vital: la información sobre la que va a discutir.

Las libertades de opinión y expresión, y de prensa e información, no son, pues, accesorios de una democracia. Son componentes fundamentales. El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (que la ONU, presentó en 1948), dedicado a la libertad de expresión, afirma que “este derecho incluye el de (…) investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” (énfasis mío).

Más allá de los motivos o intereses que hayan causado la salida de la periodista Carmen Aristegui de la empresa en que trabajaba, es claro que se relaciona, de una manera u otra, con la difusión de información incómoda. La sociedad mexicana pierde cuando el periodismo profesional y crítico, que saca a la luz asuntos que merecen ser discutidos públicamente –y que incluso, a veces, ayuda a que los responsables de alguna ofensa rindan cuentas–, ve reducidos sus espacios.

Carl Sagan, el famoso astrónomo y divulgador científico, afirma en su libro El mundo y sus demonios que la difusión del pensamiento científico beneficia a una sociedad democrática, pues los valores en que se basa –la transparencia y apertura de la información, la discusión libre y abierta y el análisis razonado de los argumentos– coinciden con los valores necesarios en una democracia. Formar ciudadanos con una cultura científica es formar mejores ciudadanos. En cambio, limitar la información y la discusión perjudica la democracia.

¿Te gustó? ¡Compártelo en Twitter o Facebook!:

Contacto: mbonfil@unam.mx

Para recibir La ciencia por gusto cada semana
por correo electrónico, ¡suscríbete aqui!

10 comentarios:

TheJab dijo...

Martín, si yo le digo:
---
"¿A qué temperatura se funde el número 7? o ¿cuál es la raíz cuadrada de una chuleta de cerdo?";
---
¿Sabe de qué le estoy hablando?
¿Son en realidad esas las preguntas que se hace cierto grupo de personas?

Martín Bonfil Olivera dijo...

What?

TaLi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
TaLi dijo...

Esas preguntas las mencionó el Dr. Neil DeGrasse Tyson en una entrevista de 10 preguntas con TIME. Aquí: https://www.youtube.com/watch?v=wiOwqDmacJo minuto 4:36

El se refiere a que la ciencia se ocupa de hacer las preguntas correctas y no sólo de hacer preguntas sin sentido útil.

TheJab dijo...

Lo que menciona Tali McBeal es correcto.
Confieso que me agrada Neil DeGrasse Tyson, sin embargo me parece que en esta ocasión, al mencionar "tal vez los filósofos..." se encuentra un poco errado.
Lo recordé por aquello de hacer las preguntas "necesarias, por incómodas que parezcan" y por su apego (de Martín) a la filosofía.

Martín Bonfil Olivera dijo...

Bueno, evidentemente el ejemplo de Tyson es bueno, son preguntas que no tienen sentido. Lo que no enteindo es qué tienen que ver con el tema de mi columna...

TheJab dijo...

Entro por la tangente porque no sé cómo plantear mis dudas...

¿No tenía MVS el derecho de romper relaciones laborales con Carmen Aristegui?
¿Es tan grave que habremos de condenar a MVS?
¿Es que no hay otro medio donde Carmen Aristegui pueda continuar su labor?

(¿Son estas preguntas acertadas, necesarias, incómodas o son estúpidas?)

Anónimo dijo...


¿No tenía MVS el derecho de romper relaciones laborales con Carmen Aristegui? Sí y no.
¿Es tan grave que habremos de condenar a MVS? Sí.
¿Es que no hay otro medio donde Carmen Aristegui pueda continuar su labor?Sí.



Antonio dijo...

¿No tenía MVS el derecho de romper relaciones laborales con Carmen Aristegui?

Todos los patrones tienen derecho a prescindir de los servicios de sus empleados. Resulta extraño que un empresario decida unilateralmente y por una falta administrativa menor, prescindir de los servicios de su equipo de empleados que mayores utilidades, éxito e imagen han proporcionado a la empresa. Nunca MVS había tenido tan alto rating y difícilmente lo volverá a tener.

¿Es tan grave que habremos de condenar a MVS?

Yo en realidad dejé de escuchar radio cuando W despidió a Aristegui. Era lo único soportable en la radio hablada. El noticiero de Aristegui sólo se transmitía parcialmente en Monterrey.

¿Es que no hay otro medio donde Carmen Aristegui pueda continuar su labor?

No parece haberlo en el espectro radioeléctrico, el cual hace uso de un bien público y funciona mediante concesión ¿Qué empresa comercial concesionada se va a atrever a dar voz a personajes críticos con el gobierno después de haber visto la forma en la que MVS, uno de los grupos más fuertes, despidió a su equipo más exitoso en contra de su voluntad?

Quedan las redes sociales y el YouTube. Nada más.

Enrique amarilla dijo...

Me encanta vuestro blog, es muy interesante y nos sirve de guía. Seguid así! Un saludo