domingo, 21 de mayo de 2017

Farmacovigilancia que salva vidas

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 21 de mayo de 2017

Cuando, en bachillerato, tuve que elegir qué carrera estudiaría, decidí ser químico farmacéutico biólogo. La respuesta de mis padres al saberlo fue “acabarás como dependiente de una farmacia”.

En realidad la carrera que yo hubiera querido estudiar era bioquímica, pero no existía en México, y la alternativa disponible, ingeniería bioquímica, no era lo que yo buscaba. (Más tarde descubrí que en realidad lo que yo quería estudiar era biología molecular, pero esa es otra historia.)

La visión de mis padres refleja uno de tantos prejuicios comunes acerca de la química. Y, como todos los prejuicios, está basado en la ignorancia. En abril pasado tuve la oportunidad de asistir como conferencista invitado al 3er. Simposio Nacional de Farmacia Hospitalaria, organizado por la Red Mexicana de Atención Farmacéutica y Farmacoterapia en Monterrey, Nuevo León. Ahí descubrí que, incluso después de haber estudiado la carrera, ignoraba yo mucho acerca del importantísimo papel que juega la química farmacéutica dentro de los sistemas de salud. (Sirva de disculpa aclarar que en mi licenciatura yo elegí la orientación de análisis clínicos –aunque nunca la ejercí–, no la de farmacia, y nunca cursé ninguna materia de farmacología.)

El trabajo en la farmacia de un hospital puede sonar como algo muy aburrido: administrar las existencias y surtido de medicamentos, garantizar que a cada paciente se le suministre la dosis indicada por el médico, y… no mucho más.

Nada más lejos de la realidad. Más allá de la labor descrita –que a pesar de sonar simple tiene sus complejidades– el trabajo de los químicos farmacéuticos en un hospital tiene mucho más que ver con un área llamada farmacovigilancia.

A fines de los años 50 se comenzó a usar un medicamento llamado talidomida para suprimir las náuseas en mujeres embarazadas. Pronto se descubrió, con horror, que podía causar una malformación en los bebés llamada focomelia: nacían con las manos o pies soldados al cuerpo, sin brazos o piernas. Miles de bebés fueron afectados en todo el mundo, y la talidomida se prohibió mundialmente en 1963.

Farmacovigilancia
A partir de este y otros casos, en todos los países comenzaron a formarse comités dedicados a vigilar los posibles efectos nocivos de los medicamentos, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) formó el Programa Internacional de Monitoreo de Medicamentos, del que son miembros 124 países, incluyendo a México, y que se dedica a “la ciencia que trata de recoger, vigilar, investigar y evaluar la información sobre los efectos de los medicamentos, productos biológicos, plantas medicinales y medicinas tradicionales, con el objetivo de identificar información sobre nuevas reacciones adversas y prevenir los daños en los pacientes”. En otra palabras, había nacido la farmacovigilancia (en México dicha responsabilidad está a cargo de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, Cofepris, con la participación de hospitales, universidades, empresas farmacéuticas y asociaciones de profesionales del área biomédica).

Y es que, a diferencia de tantas seudomedicinas, que se ufanan de “no producir efectos secundarios” (debido simplemente a que no producen ningún efecto, pues son terapéuticamente inútiles), los fármacos y los compuestos provenientes de plantas, por ser sustancias químicas que ejercen efectos terapéuticos reales dentro del organismo, también pueden tener repercusiones no deseadas.

La labor de farmacovigilancia recopila datos sobre los llamados “eventos adversos” que puedan ser causados por los medicamentos, para detectar efectos nocivos que no hayan sido detectados durante las extensas pruebas clínicas a que éstos son sometidos antes de autorizar su comercialización. Pruebas que, después de todo, se realizan con poblaciones limitadas. Al salir a la venta, la cantidad de pacientes aumenta, y pueden entonces surgir a la vista efectos poco frecuentes. Se puede así tomar medidas que llegan a incluir el retiro del mercado.

Como comentábamos la semana pasada en este espacio, los medicamentos también pueden producir efectos indeseados al interactuar unos con otros –el simple consumo de antiácidos puede cambiar el pH del estómago y alterar la absorción de un fármaco, por ejemplo. Mediante la farmacovigilancia se recogen constantemente datos para detectar estas interacciones medicamentosas.

Pero la farmacovigilancia también juega un papel dentro de los hospitales: en ellos hay un ejército de farmacólogos que realizan constantemente un tremendo trabajo, junto con otros profesionales de la salud, para garantizar que los pacientes reciban los medicamentos que necesitan de forma correcta, confiable, oportuna y, sobre todo, segura. Buscan monitorear viejos y nuevos medicamentos, detectar reacciones adversas nuevas o inesperadas, reducir costos, dar seguimiento a medicamentos nuevos más allá de los estudios clínicos, asesorar a los médicos para diseñar el tratamiento farmacológico más adecuado y seguro para cada paciente individual, y muchas otras importantes funciones.

Cuando uno considera la enorme labor de investigación y control que implica la farmacovigilancia en hospitales y en todo el sistema de salud para monitorear la seguridad de los fármacos, y lo compara con las afirmaciones de tantos charlatanes médicos, sin más sustento que la evidencia anecdótica, no puede uno más que agradecer que exista una ciencia médica basada en el rigor y la evidencia. Ciencia médica que salva vidas.

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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1 comentario:

Wm Gille Moire dijo...

Cooooofepris... me suena coooooomo a otro nido de ratas gubermamentales (¡uno más!) trabajando por nuestro bien.

Presupuesto para 2017: 662 millones de pesos. De los cuales, 637 son para "Servicios personales" -¿qué será eso? ¿los sueldos y prestaciones de las ratas?- y 1 millón 95 mil para "Materiales y suministros". ¿O sea que con un millón esperan hacer investigación científica? ¿Con un mísero millón van a poder COMPROBAR CIENTÍFICAMENTE que todos esos miles de informes que les envíen hospitales, laboratorios, universidades, empresas, etc son La Verdad y no simples maquillajes?

http://codigof.mx/presupuesto-en-salud-2017/

Un instituto más del gobierno que no sirve para nada y que lo pagamos todos.