Martín Bonfil Olivera
21 de junio de 2006
Es importante es el aspecto personal de los científicos? Más allá de la lamentable imagen del "científico loco", distraído y despeinado (herencia de Einstein), rara vez, en la imagen popular, salen bien parados. Veamos ejemplos..
El físico Stephen Hawking, famoso por su Breve historia del tiempo, descubrió los hoyos negros, y sus ideas han revolucionado la cosmología. Padece de esclerosis amiotrófica lateral, enfermedad que lo ha paralizado, confinándolo a una silla de ruedas. Hoy no puede ya hablar, y se comunica por medio de un sintetizador de voz. Esta perturbadora imagen -un cerebro genial alojado en un cuerpo inmovilizado, rodando en su silla motorizada y que se comunica mediante una extraña voz electrónica- se ha convertido en un nuevo icono del científico. Incluso ha aparecido en Los Simpson, y una ópera moderna tenía un personaje inspirado en él.
Hawking refuerza la imagen de los científicos como personajes extraños, y seguramente no atrae a los ciudadanos hacia la ciencia. Pero no todo está perdido: también hay científicos famosos de aspecto más normal.
Algunos son graciosos: Richard Feynman, físico ganador del Premio Nobel, gustaba de gastar bromas, tocar los bongós y desfilar bailando samba en Río. Siempre sonriente, era de un sport desenfadado, aunque si era necesario vestía traje. El desaliñado James Watson, también Nobel y codescubridor de la doble hélice del ADN, gozaba en su juventud de hacer bromas y parecía no tener la menor idea de nada. En sus libros relata sus dificultades para ligar chicas.
Hay también científicos empresarios, como Craig Venter, biólogo molecular dueño de la compañía Celera Genomics, que secuenció el genoma humano. Bien trajeado, su agresiva imagen es la del perfecto hombre de negocios.
Otros científicos cultivan la imagen informal, como Carl Sagan, a quien se recuerda conduciendo Cosmos con saco de pana y camisa de cuello de tortuga. El biólogo Richard Dawkins cultiva un aspecto similar, y es percibido como bastante galán. Otro biólogo famoso, Stephen Jay Gould (que también apareció en Los Simpson), era más bien comodón, y siempre daba la impresión de recién haber despertado de la siesta.
En el fondo, los científicos son sólo personas normales. Aunque, pensándolo bien, y para conseguir fondos, quizá convendría que cultivaran su imagen de genios locos. ¡Al menos podrían rentarse para anuncios!
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