Milenio Diario
4 de octubre de 2006
1953: James Watson y Francis Crick descubren que el ácido desoxirribonucleico, ADN, material de los genes, consta de dos cadenas enrolladas en forma de doble hélice. Las cadenas son complementarias: una es “positiva”; la otra, su complemento “negativo”. Como en una fotografía, teniendo una puede reconstruirse la otra. La doble hélice se reproduce; el secreto de la herencia ha sido develado.
1960s: se desentraña el mecanismo por el que la información genética del ADN controla la fabricación de las proteínas, las máquinas que llevan a cabo todas las actividades de la célula viva. El intermediario central resulta ser el ácido ribonucleico, ARN. La información de una de las cadenas del ADN se copia a una cadena complementaria de ARN, que la lleva a las fábricas de proteínas, llamadas ribosomas.
1990s: con las modernas tecnologías de biología molecular, ¿por qué no combatir enfermedades genéticas “silenciando” los genes que las causan? Fabricando cadenas de ARN complementarias a las naturales, podría bloquearse el mensaje del ADN impidiendo que se formaran las proteínas dañinas: el ARN artificial “negativo” se uniría a la cadena natural “positiva”, formando una doble hélice y bloqueando su funcionamiento. Resultado: la idea no funciona, no importa si se usan cadenas de ARN positivas o negativas para intentar bloquear al gen.
1998: Andrew Fire y Craig Mello, de las universidades de Stanford y Massachussets, prueban inyectar ARN positivo y negativo al mismo tiempo en la lombriz Caenorhabditis elegans (que ganó ya un Nobel de medicina en 2002) con la intención de bloquear la fabricación de una proteína muscular. ¡Funciona!
Después se averiguaría qué sucedió: las células cuentan con un complejo y eficaz sistema de protección que detecta ARN de doble cadena y diligentemente lo destruye. Siguiente pregunta: ¿para qué evolucionó? Respuesta: como protección contra virus, muchos de los cuales tienen precisamente ARN de doble cadena en vez de ADN.
Finalmente, la importancia: la técnica de “interferencia de ARN” es hoy una herramienta fundamental para biólogos moleculares de todo el mundo, pues les permite hacer experimentos “bloqueando” genes para ver qué función cumplen. Es por haber descubierto esta utilísima técnica de investigación, y quizá un día de terapia, que Fire y Mello recibirán el Nobel de Medicina este año. ¡Enhorabuena!
Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx
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