Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 11 de julio de 2007
El Premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades 2007, otorgado a las dos revistas científicas más influyentes del mundo, la británica Nature y la estadunidense Science, permite comentar el papel que las revistas cumplen en el complejo laberinto sociopolítico de la ciencia moderna.
El jurado que otorgó el premio –donde participan, entre otros, el periodista Álex Grijelmo, defensor del uso correcto de la lengua, y un señor que tiene el sorprendente nombre de Pedro Páramo– afirmó que “ambos semanarios constituyen el canal de comunicación más solvente que tiene hoy la comunidad científica internacional para dar a conocer, tras el filtro de una irreprochable y minuciosa selección, los más importantes descubrimientos e investigaciones de muy diversas ciencias y difundir al mismo tiempo, conjugando rigor y claridad expositiva, las teorías y conocimientos más elevados”.
Y en efecto, son las revistas científicas más leídas del mundo. Y eso las hace muy poderosas. Pero no necesariamente todo es “irreprochable” en el mundo de las publicaciones científicas. En sus largas historias (Nature fue fundada en 1869, hace 138 años, y Science hace 127, en 1880), ambas revistas han publicado avances sensacionales, como la estructura en doble hélice del ADN o la clonación de Dolly la oveja. Pero también han tenido sus pequeños escándalos, como cuando un artículo que demostraba la contaminación del maíz criollo de Oaxaca con genes provenientes de maíz transgénico fue publicado en Nature y luego retirado… nunca se supo si con presión del gobierno mexicano o de transnacionales biotecnológicas de por medio.
Parecería raro que dos revistas dirigidas a expertos (90% de lo que publican está en lenguaje técnico ) reciban un premio de comunicación. Pero lo cierto es que, aunque no sean accesibles al gran público, sí son las principales proveedoras de información científica para los medios masivos. Contribuyen así a democratizar el conocimiento científico.
En resumen, aunque hay revistas mucho más importantes (según su factor de impacto, es decir, el número de veces que los artículos que publican son citados) que Science y Nature, hay que reconocer que pocas tienen su influencia social, dentro y fuera de la comunidad científica. Por ello, enhorabuena por un premio bien merecido que pone a la comunicación de la ciencia en primera plana.
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