miércoles, 26 de diciembre de 2007

Brújula polémica

por Martín Bonfil Olivera
publicado en Milenio Diario, 12 de diciembre de 2007


Que el Vaticano condene una película -y la novela en que se basa- es la mejor manera de convertirlas en éxitos. Funcionó con El código da Vinci, y hoy con la cinta La brújula dorada, basada en Luces del norte, primera novela de la trilogía La materia oscura, del inglés Philip Pullman.

El diario oficial Vaticano, L’Osservatore Romano, la califica como “la película más antinavideña posible”. “En el mundo de Pullman -afirma- la esperanza simplemente no existe porque no hay salvación, sólo la capacidad personal e individualista para controlar la situación y dominar los eventos”. ¿Qué tiene eso de malo?, pregunto yo.

Las novelas presentan mundos paralelos en que las personas tienen el alma por fuera del cuerpo, en forma de animales llamados “daemons” o dáimones, palabra que causó alarma entre los católicos (en español, para esquivar el problema, se tradujo como “daimoniones”). Muestran también una iglesia todopoderosa y opresiva, aunque en la cinta toda referencia a ella se ha eliminado, dejando sólo un abstracto “magisterio”.

Aunque Pullman es ateo (lo cual no debería ser problema), ha declarado que los libros “defienden ciertos valores que considero importantes, como que esta vida es inmensamente valiosa, que este mundo es un lugar extraordinariamente bello y que debemos hacer lo posible para incrementar la cantidad de sabiduría en el mundo”. No parecen valores muy peligrosos.

Curiosamente, la trilogía se inspiró en la mecánica cuántica, una de cuyas intrigantes predicciones es que una partícula, mientras no se la observe, existe en varios estados a la vez (como el gato de Schrödinger, a la vez vivo y muerto). La interpretación clásica es que el acto de observar hace que estas posibilidades se “colapsen” en una sola. Pero en 1954 el físico estadunidense Hugh Everett presentó otra versión: al observar la partícula, el universo se divide en “ramas”, en cada una de las cuales se realiza una posibilidad predicha por las ecuaciones cuánticas.

La “interpretación de muchos mundos” de Everett ha ido ganando adeptos entre los físicos. En las novelas de Pullman aparecen mundos paralelos basados en ella (incluso aparece un físico que la menciona), y sus personajes logran pasar de uno a otro.

Más que propaganda anticristiana, La brújula dorada es una crítica al autoritarismo y a la confianza en soluciones mágicas. 

A mí me encantó.

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