Publicado en Milenio Diario, 5 de agosto de 2009
Divulgar la ciencia es poner la cultura científica al alcance del público general: convertir la ciencia en parte de la cultura popular.
Una forma de hacerlo es a través de exposiciones y museos, en los que una gran cantidad de visitantes tiene oportunidad de acercarse, conocer y experimentar directamente, en un entorno especial, los objetos, fenómenos y conceptos de la ciencia.
Pero es raro que esto se logre de manera tan magistral como lo hace la exposición “Huellas de vida”, que el Gobierno del Distrito Federal y el Museo del Desierto, de Saltillo, Coahuila, junto con otras instituciones, han instalado en el Zócalo desde el 22 de mayo.
Confieso que asistí con cierto escepticismo: estoy acostumbrado a visitar museos de ciencia, y no pensé hallar nada que me sorprendiera. Me equivoqué.
Desde el enorme pez fósil de boca monstruosa llena de dientes que lo saluda a uno en la primera sala, el recorrido no deja de estar lleno de maravillas. Fósiles completos —algunos originales, otros réplicas de excelente calidad— de dinosaurios terrestres y aéreos (estos últimos llamados, en realidad, pterosaurios, no dinosaurios; entre ellos, el majestuoso Quetzalcoatlus). Modelos robóticos a tamaño natural, con movimiento y sonido. Ejemplares vivos de “fósiles vivientes” y especies que sirven para comparar las rutas por las que la evolución, a veces, produce resultados parecidos en especies muy distintas. Paleontólogos mostrando en vivo cómo realizan su trabajo.
Y una museografía verdaderamente profesional, en la que los ejemplares pueden ser disfrutados con seguridad y con la atención profesional y entusiasta de un montón de jóvenes guías perfectamente preparados para responder, por raras que sean, las preguntas de un público ávido.
Por supuesto, no basta con ir a la exposición para volverse experto en dinosaurios. Pero tampoco es esa la idea. Una exposición de ciencia sólo debe, como pedía Carl Sagan, “encender la llama del asombro”. Ésta lo logra ampliamente. Otros museos de ciencia deberían tomarla como muestra.
De veras, no se la pierda. Está abierta de 9:30-19:30 de lunes a domingo. Pero apúrese: termina el 31 de agosto. Por si fuera poco, ¡es gratis! Qué magnífico regalo para los ciudadanos de la capital.
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6 comentarios:
Yo ya estoy muy viejo pa’ científico y mi cerebro no da para tanto, pero ayer estaba leyendo de nuevo el Cerebro de Broca en la parte de la ciencia ficción y habla de que eso precisamente lo atrajo a él y seguramente atraerá a otros jóvenes a la ciencia.
Estoy de acuerdo: la exposición está buenísima. Mi referente anterior en materia de dinosaurios y fósiles era el museo de historia natural de Berlín (donde está nada menos que el Archaeopteryx original)-lo visité hace algunos meses- pero quedé gratamente sorprendida con Huellas de la vida. Llevé a 4 sobrinos. Primero: hicimos 3 minutos de cola (los conté) aunque era larguísima no dejamos de avanzar. Segundo: los guías (estudiantes, me imagino) respondieron a todas mis preguntas, y cuando no supieron la respuesta a una de ellas, fueron por un paleontólogo que me la respondió con lujo de detalles.
ya he recibido dos regaños por haber escrito la imprecisión de que había "dinosaurios aéreos"... En el momento, no me pareció importante, pero al parecer a algunos biólogos les parece gravísimo que no aclare perfectamente qué son los pterosaurios, pterodáctilos, pteranodontes etc. etc... Quede aquí constancia de que la diferencia la tengo clara, pero el espacio no me hubiera permitido aclararla. Y, después de todo, no se trataba de ESO mi nota.
Martín
Hola Martín,
yo soy súper fan de los dinosaurios y también soy muy quisquillosa, y debo decir que me encantó la exposición. Sin embargo encontré un error que aunque no es muy notorio, sí me parece muy grave. En la parte de Darwin, dice "Darwin descubrió que una de las causas de las pequeñas variaciones que había entre animales de la misma especie era el efecto de las condiciones en que vivían", enunciado falso, pues las variaciones ocurren sin tener nada que ver con el ambiente, son las fijaciones de estas variaciones las que dependen de este último (y eso es la selección natural). Me parece importante aclararlo y me gustaría también decírselo de alguna manera a los organizadores, aunque no se me ocurre cómo.
Un saludo!
Pues de acuerdo contigo, querida Alejandra, así como lo dices (yo no pude leer con cuidado todo) suena definitivamente Lamarckiano.
Por otro lado, creéme que, en un evento como éste, que no es para expertos sino para muchos es sólo una iniciación, un primero contacto con la idea y los hechos de la evolución, un error como éste no es grave. Me refiero a que, aunque definitivamente es un error, no creo que quede grabado en la mente de los asistentes, que sólo se llevarán una impresión general y, con suerte, el asombro y la fascinación que luego puede despertar el interés por un mayor contacto posterior.
Si alguien sale de la exposición enamorado de la evolución, e incluso si se hubiera aprendido de memoria el dato incorrecto, lo que probablemente haría sería buscar otras fuentes (revistas, libros, páginas web, otros museos) donde inmediatamente encontraría la información correcta y corregiría su concepto erróneo.
Así que el daño, como te digo, es leve, y en cambio sí se logra lo más importante: despertar el asombro.
saludos,
martín
Hola, Martín.
No se cómo esté la exposición. Pero el MUSEO DEL DESIERTO en SALTILLO, es algo que sorprende desde la entrada, y no digas cuando doblas la primer esquina. Supongo que es el mismo concepto museográfico que usaron en esa exposición en el DF.
Cuando pasen por Saltillo, Coahuila, no dejen de llegar a este fantástico museo que a mí no deja de sorprenderme.
Alejandro Correa
www.sapa.org.mx
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