Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 25 de agosto de 2010Yo, que estaba tan indignado por la abierta actitud discriminatoria de la jerarquía católica mexicana –expresada en las agresivas opiniones de Norberto Rivera, Juan Sandoval Íñiguez, Hugo Valdemar y otros desvergonzados– ante los derechos de las minorías sexuales al matrimonio y la adopción, ahora ya no entiendo nada.
Su utilización de argumentos supuestamente “científicos” (en realidad, datos falsos o bien sesgados y manipulados para hacerlos coincidir con sus prejuicios, y ciertamente no avalados por la comunidad científica) para justificar lo que, dejándonos de tonterías, es simple y llanamente discriminación, me parecía hipócrita y malintencionada.
Pero hete aquí que me entero de que del 17 al 19 de agosto se llevó a cabo en la ciudad de México el Congreso de Exorcistas 2010 (!), organizado por la Coordinación General de Exorcistas de la Arquidiócesis de México, con la presencia del exorcista jefe del Vaticano, Gabriele Nanni, autor del libro “El dedo de Dios y el poder de Lucifer” (!!), y el vicepresidente de la Asociación Internacional de Exorcistas, Ernesto María Caro. Participaron también psiquiatras y especialistas en ciencias biológicas, “para aclarar las diferencias entre las enfermedades mentales y la posesión demoniaca” (!!!).
Boquiabierto, me entero de que Hugo Valdemar, el cínico vocero de la Arquidiócesis de México, afirma que “Para la Iglesia es una realidad la existencia del maligno”, de quien “los diputados y gobernantes se han vuelto un instrumento (…) al aprobar leyes que generan el desorden moral y lesionan a la sociedad (…) como [la que despenaliza] el aborto y las uniones entre personas del mismo sexo”. También de que “La iglesia da cursos de exorcismo”. Y de que Pedro Mendoza Pantoja, coordinador de exorcistas de la Arquidiócesis, opina que “es necesario que (…) en cada diócesis (…) haya por lo menos un exorcista”.
¿En serio? ¿De veras, en pleno siglo XXI, esta institución que pretende orientar la conducta de sus feligreses, estos individuos que se atreven a acusar de corruptas a las autoridades del DF y a la Suprema Corte, siguen creyendo, literalmente, que el diablo existe, y lo usan como excusa para discriminar e incitar al odio?
Si es así, quizá estaba yo equivocado: tal vez no se trataba de mala leche, de odio a lo diferente, de intolerancia. Más bien es, de plano, ignorancia y estupidez.
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