martes, 12 de agosto de 2003

Los derechos de los animales

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 12 de agosto de 2003

Dos películas recientes han abordado el tema. Ambas en forma marginal, y ambas en forma opuesta. Sin embargo, los dos filmes muestran que el debate sobre el derecho a utilizar animales en la investigación científica forma ya parte de los temas de cotidianos de discusión.

La primera película es Legalmente rubia 2 (sí, admito que a veces me gusta ver películas así de frívolas), donde la abogada protagonista descubre que la mamá de su perrito chihuahua está siendo usada como animal de pruebas por una compañía que fabrica cosméticos. Por ello, emprende una cruzada no sólo para liberarla, sino para lograr que se prohíba el uso de animales en este tipo de pruebas.

La segunda película, sin dejar de ser comercial, es menos frívola: se trata de Exterminio, que trata de un nuevo virus que se contagia casi instantáneamente y amenaza con acabar con la raza humana, pues transforma a las personas en una especie de zombis hiperviolentos (y con lentes de contacto rojos). Aquí, la referencia a los experimentos con animales se halla al inicio, cuando un comando de activistas pro derechos de los animales penetra en un instituto de investigación donde se está sometiendo a un grupo de chimpancés a pruebas que tienen que ver con la violencia. Cuando liberan a los monos, sin saber que estaban infectados, los activistas inician la epidemia.

Al hablar de derechos animales existen dos puntos de vista extremos y opuestos. El presentado en Legalmente rubia, es un ejemplo de lo que podríamos llamar el enfoque de los “defensores de la madre tierra”. Para ellos, los derechos de los animales son tan importantes como los de los humanos y nosotros no tenemos ningún derecho a utilizar animales para nuestros propios fines egoístas. Consideran inmoral el uso de animales para realizar experimentos científicos o pruebas clínicas. Algunos activistas justifican (en la vida real) la destrucción de laboratorios científicos donde se realiza investigación usando animales, y hay quienes abiertamente expresan la opinión de que los animales son moralmente superiores al ser humano: después de todo, ellos sólo matan por necesidad y no contaminan el planeta ni amenazan la supervivencia de las demás especies. Tengo la impresión de que detrás de esta visión está la idea de que todo lo natural es bueno, y todo lo artificial (es decir, los productos de la actividad humana) es nocivo.

El punto de vista opuesto, que podríamos llamar el de “los científicos salvadores de la humanidad”, lo expresa claramente en Exterminio por el investigador que descubre a los activistas cuando están liberando a los chimpancés: “para curar, antes hay que entender”. En efecto, la idea de quienes defienden la experimentación en animales es que se trata de un mal necesario, pues sólo así puede obtenerse información sobre, por ejemplo, un nuevo virus, o sobre los posibles efectos tóxicos de una nueva sustancia. Quienes piensan así aducen que sería peor, desde un punto de vista moral, usar humanos para realizar las pruebas o no realizarlas, pues se carecería entonces de información sobre la seguridad de las sustancias (o bien tendríamos que abstenernos de utilizar compuestos nuevos que podrían causar un gran beneficio).

Pero claro, luego de pintar las dos visiones extremas, el blanco y el negro, conviene matizar. Después de todo, los motivos de la protagonista de Legalmente rubia (que aunque sea toda una Barbie, con todo y vestiditos rosas, no es ninguna tonta; ese es el punto central de la película), no son totalmente frívolos. Es inhumano, argumenta, hacer sufrir a los animales sólo porque las señoras quieren disponer de maquillajes más durables o champús que dejen el cabello más sedoso. Y los activistas de Exterminio no están simplemente en contra de la ciencia: al entrar al laboratorio se encuentran a los chimpancés sometidos a lo que parece una tortura china, y liberarlos parece un acto de humanidad.

Es claro que nadie querría usar productos cosméticos que puedan resultar tóxicos o causar alergias: es preferible que hayan sido probados antes. Pero también lo es que nadie se muere si deja de usar cosméticos. Los investigadores de Legalmente rubia utilizan animales con fines comerciales y frívolos. En cambio, los investigadores de Exterminio trataban de hallar una cura para una enfermedad que podría causar millones de muertes. En este caso el uso de animales resulta más fácil de justificar.

Lo malo fue que los activistas de Exterminio no se molestaron en saber qué investigación se estaba realizando, ni quisieron ponderar la utilidad que pudiera tener: partieron del supuesto de que toda investigación en animales es inmoral y debe evitarse. Y quizá ahí está el error: en pensar que puede llegarse a valores absolutos que permitan resolver de una vez por todas este tipo de cuestiones.

En temas como éste, donde lo moral se mezcla con lo práctico, uno se da cuenta que la ciencia no es un sistema aislado de la sociedad que le da origen. Las respuestas simples, de todo o nada, no bastan: hay que discutir informadamente. ¿Quién hubiera pensado que algo así pudiera desprenderse de una película frívola?

3 comentarios:

Moderador dijo...

Me parece interesante que Usted haga un determinado acercamiento a una verdad, que es que lo animales para experimentación deberían tener derechos sobre lo frívolo. Hasta ahí estamos de acuerdo.

Luego menciona que en otro tipo de investigaciones sí sería justificado un proceso de tortura, y también me alegro que lo reconozca, porque de esa forma podrían salvarse miles de vidas humanas.

La discución podría llevarse a varios ámbitos, y le propongo que la llevemos a todos ellos.

Como también soy investigador, pero no vivisector, en primer lugar podríamos hablar de aspectos científicos, yo le diré por qué considero que no debería experimentarse en animales, basándome en aspectos técnicos y científicos, y Usted probablemente me sabrá argumentar por qué sí.

Desde allí podríamos saltar a un aspecto socio-técnico, donde mis argumentos recaen, básicamente, en la teoría del aprendizaje y de la programación neurolingüística, donde considero que los seres humanos, al disponer de un razonamiento limitado (el problema no es que razonemos, sino que lo hagamos de una forma limitada) no consideramos las alternativas simplemente porque no las ha aprendido ni experimentado. El cerebro que adquiere un razonamiento impuesto por un modelo educativo en realidad no resuelve problemas, sino que aplica una técnica. En otras palabras, hablaríamos de la ciencia sin conciencia.

Luego podemos trasladar la discución a un ámbito no técnico, el aspecto ético de la experimentación o no experimentación y los derechos de los seres diferentes al ser humano.

Y si quiere, incluso, hasta me animo a defender el accionar de las personas que liberan animales dentro de los laboratorios.

Si acepta el desafío, empezamos cuando quiera.

Un cordial saludo,

Leonardo

Anónimo dijo...

Señor pero por favor que se haga algo en contra del uso de pieles en la industria de la moda...realmente eso si es algo terrible innecesario aborrezco a los diseñadores que utilizan pieles de animales en sus colecciones.

Anónimo dijo...

Que tambien se prohiba vender perros o cualquier otra mascota habiendo tantos perros abandonados en la calle es una burla ver a los perritos en las jaulas de los pets shop