Refacciones a la medida
Martín Bonfil Olivera
Una de las características menos comprendidas de la ciencia es que es impredecible.
El proceso por el que genera conocimiento confiable sobre la naturaleza es caprichoso, como todo proceso creativo. Por eso es absurda la idea de que basta con poner a un grupo de científicos con suficiente equipo y dinero para tener, en un plazo fijo, la cura contra el cáncer, la cruda o de perdida el catarro común.
Desgraciadamente para los burócratas neoliberales, la ciencia no funciona así. Lo mejor que puede hacerse es formar el grupo de científicos, fijarles directivas generales, darles recursos y cuidar que el trabajo sea de buena calidad. ¿Qué producirán? No puede saberse con claridad, pero sí que será buena ciencia y que, de un modo u otro, beneficiará a la sociedad que la financia.
Dos curiosas noticias son buenos ejemplos. Tienen que ver con el sueño de producir órganos de repuesto para transplantes. Las esperanzas se centraban en genetistas y biólogos moleculares, que prometían que cuando conociéramos suficiente acerca de los complejos mecanismos de la diferenciación celular, podríamos producir órganos completos a voluntad (por ejemplo partiendo de células madre).
Pero los caminos de la ciencia (y la técnica) son misteriosos. El médico Anthony Atala, de Carolina del Norte, logró producir los primeros órganos cultivados y transplantados exitosamente a siete pacientes. Se trata de vejigas (un órgano bastante sencillo: básicamente, una bolsa de tejido muscular y epitelial) cultivadas sobre moldes biodegradables a partir de células de los propios pacientes (para evitar rechazos). Resultó más fácil hacer un molde y dejar que las células crecieran solitas que andar manipulando sus genes.
¿Y para órganos más complejos? La revista New Scientist reporta que Gabor Forgacs, de Missouri, ha aplicado una tecnología inspirada en las impresoras de chorro de tinta para “imprimir” capas de tejido usando “biotinta” (células suspendidas en líquido nutritivo). La impresora va depositando sobre un soporte células que luego se unen espontáneamente (los sistemas biológicos son muy nobles). La técnica, hoy rudimentaria, quizá permita construir estructuras con la forma que se requiera.
¿Quién habría imaginado que enfoques tan ingenieriles lograrían lo que los genetistas no han podido? Como en el arte y el amor, en ciencia lo inesperado es muchas veces lo que tiene más chiste.
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