Milenio Diario
8 de noviembre de 2006
Es curioso ver simultáneamente en cartelera a dos películas que hablan de magia pero que, a diferencia de Harry Potter, recurren constantemente a la ciencia y la técnica.
Una es El ilusionista, con Edward Norton, en la que una trama barroca pero bien lograda permite vislumbrar cómo con elaborados trucos de magia se logra realizar un amor imposible.
La otra es El gran truco (The prestige), de Christopher Nolan, en la que dos magos, interpretados por Hugh Jackman y Christian Bale, compiten por perfeccionar “El hombre transportado”, truco que consiste en la “teletransportación” del mago a través del escenario.
La película es muy recomendable, y no vendo mucha trama si comento que uno de los puntos centrales es la alternativa entre esce-nificar el truco usando un doble (lo que hace uno de los magos) o hacer magia “real”.
Lo curioso es que, al explorar esta última posibilidad, el mago Angier (Jackman), en un intento por igualar el logro de su rival Borden (Bale), recurre a la ciencia: parte a Colorado para visitar al misterioso genio de la electricidad: Nikola Tesla (¡interpretado por David Bowie!), con la esperanza de que su ciencia logre hacer realidad la ansiada teletransportación.
El serbio Tesla (1856-1943) es considerado uno de los máximos inventores de la historia. Inventó la bobina de inducción (y con ella el motor de corriente alterna, que revolucionó la industria), exploró la transmisión inalámbrica de corriente y generó tal cantidad de avances tecnológicos que se convirtió en leyenda. Su conocida rivalidad con Edison, quien favorecía el uso de la corriente directa (Tesla apoyaba la corriente alterna) aparece (exagerada) en la cinta.
Desgraciadamente, la película (y la novela de Christopher Priest en que se basa) tiene un lamentable tropiezo: presentan a Tesla como capaz de hacer milagros (la teletransportación que no han logrado los físicos actuales usando tecnologías mecano-cuánticas). Con ello el personaje de Tesla, cuya cuidadosa construcción histórica es en todo momento plausible (incluso la escena donde se encienden cientos de focos clavados en el suelo, sin cables que los alimenten, fue real) se convierte en un típico inventor de fantasía, capaz de lograr todo.
Lástima. La ciencia, en novelas y cine, sigue siendo vista más como magia que como lo que es: una exploración que, aunque no logra lo imposible, ensancha constantemente el límite de lo posible.
Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx
3 comentarios:
Leo este comentario 4 años después de que se escribiera.
Estoy completamente de acuerdo con lo que dices, pero quiero matizar que la novela original de Christopher Priest es de Ciencia Ficción.
Tesla consiguió muchas cosas, pero obviamente no es posible clonar de esa manera, al igual que un ser de las dimensiones de King Kong tampoco lo sería.
Fernando: Es raro releer, ahora, lo que escribí hace 4 años... creo que estoy totalmente de acuerdo con tu comentario. ¡Pero sobre todo, gracias por comentarlo, aún después de todo este tiempo! Un saludo.
martín
Pues sí. Llegué a tu blog a través de una búsqueda en google sobre "magia y ciencia" (soy matemático, aficionado al ilusionismo y uso juegos de magia matemáticos para divulgar mi disciplina).
Una casualidad, pero me ha hecho descubrir tu blog. Ahora es uno de los que voy a seguir.
Saludos desde el otro lado del Atlántico.
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