Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 24 de enero de 2007
¡Cómo difieren las formas de ver el mundo! Mientras la UNAM invierte 3 millones de dólares en la nueva supercomputadora KanBalam, capaz de realizar billones de operaciones por segundo, los empresarios mexicanos afiliados a la Canacintra reclaman con cinismo al nuevo director de Conacyt mayores estímulos para “desarrollo tecnológico” —que muchas veces es sólo simulación— al tiempo que advierten que “el papel de la industria no es generar tecnología, sino apropiarse de ella o adquirirla, pues a fin de cuentas su papel es producir, generar riqueza y empleos” (El Financiero, 17 de enero, p. 25).
Del lado académico, una concepción de la realidad basada en la racionalidad para generar conocimiento confiable. Porque el método científico no depende sólo de observaciones, mediciones y experimentos: hoy las supercomputadoras —como las que desde hace años se ha preocupado por poseer la Universidad Nacional— son herramientas fundamentales para la investigación científica.
Uno de sus principales usos es realizar simulaciones numéricas de procesos imposibles de observar. El clima, la evolución, el desarrollo de un ecosistema; procesos cósmicos como el big bang, la formación de un agujero negro o la evolución de una galaxia; los eventos submicroscópicos de una reacción química o el núcleo de un átomo podrán ser estudiados a través de simulaciones, y la información obtenida podrá luego ser contrastada con experimentos. Y, no lo olvidemos, la UNAM es de todos los mexicanos: KanBalam no sólo servirá a sus investigadores, sino a institutos y universidades de todo el país, así como a la iniciativa privada.
En el lado industrial, en cambio, hallamos una concepción basada en creencias no comprobables, como ese intocable mito neoliberal del papel generador de riqueza y empleos de los empresarios. Para ser cierto, en todo caso, tendría que estar apoyado en el desarrollo activo de nuevas tecnologías y procesos —la llamada “investigación aplicada”— e incluso de nuevos conocimientos “básicos” (y si no, pregúntenle a IBM, Monsanto, Microsoft…).
En vez de eso, los industriales mexicanos —a diferencia de los científicos mexicanos, que publican en las mismas revistas y con la misma calidad que sus colegas de primer mundo; ¿cuántos industriales pueden presumir de lo mismo?— prefieren depender de la industria extranjera. Y además cosechar dinero del Conacyt. Vaya cinismo.
1 comentario:
Pues tambien son esos mismos empresarios los que prefieren creer en mitos como puede ser dios y la "vision cientifica" que lo explica como el creacionismo (si lo sabre yo que soy un pastafari). No se puede esperar mucho de alguien que piensa que todos somos creados con un "diseño inteligente"
Y ultimadamente mas vale que aprovechen cuando en el CONACYT pusieron a un cuate como Romero Hicks, en Hacienda tienen a los secretarios de Hacienda Carstens, en SEGOB a Ramirez Acuña y de Presidente a Calderon.
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