miércoles, 4 de julio de 2007

Cómo reprogramar una célula

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 4 de julio de 2007

¿Biología sintética? Suena a ciencia ficción, de esa en que un científico loco juega a ser dios. J. Craig Venter es ciertamente un científico, y también es bastante loco. Pero un loco genial, que descifró el genoma humano por medios poco ortodoxos, pero efectivos y rápidos, y ha analizado los genomas de microorganismos marinos que ni siquiera se sabía que existieran, en los que espera hallar genes útiles para el ser humano.

Otro sueño loco de Venter es fabricar células artificiales a partir de “células mínimas”, con sólo los genes indispensables para funcionar, e insertándoles otros genes que les permitan producir sustancias útiles, como biocombustibles, para convertirlas en fábricas vivientes… Algo parecido a lo que ya se hace mediante la ingeniería genética, pero mucho más avanzado y ambicioso.

Una pregunta importante es qué tanto se puede “reprogramar” a una célula. Aunque esto se ha logrado en células animales mediante la técnica de transplante de núcleo, que permitió obtener a la oveja Dolly –se transplantó el núcleo de una célula de la oveja original a otra célula (sin núcleo) de una oveja de raza distinta, y el resultado fue un duplicado exacto, un clon–, Venter quería probar con células bacterianas, que no tienen núcleo y son más simples y manejables.

Lo que hizo el equipo encabezado por John Glass, del Instituto Venter (Science, 28 de junio), fue aislar y purificar el genoma completo (una gran molécula circular de ADN) de la bacteria Mycoplasma mycoides e introducirlo en células de su prima cercana, Mycoplasma capricolum.

Lo primero se logró mediante una nueva técnica muy delicada, que evita romper las frágiles moléculas de ADN. Lo segundo, ni siquiera Venter y su equipo saben bien cómo funcionó. Simplemente, utilizaron una sustancia (polietilenglicol) que hace que unas células se peguen con otras y, luego de un tiempo, descubrieron que algunas células de M. capricolum absorbieron el genoma de M. mycoides, que reemplazó de algún modo el suyo propio. Convirtieron así a una bacteria de una especie en una de otra especie.

Dice el filósofo Daniel Dennett que el transplante de cerebro es el único en el que uno quiere ser donador, no receptor. El logro de Venter y su equipo es algo equivalente: un transplante de genoma. Ya veremos los posibles alcances y aplicaciones que tiene esta nueva técnica… y los dilemas bioéticos que despierta.




2 comentarios:

Tu.incondicional dijo...

Sigo leyendo...

Anónimo dijo...

Increible verdaderamente. Esperamos que sea verdad y no una manipùlacion como la que se destapo con aquella noticia del coreano? sobre su investigacion de las celulas madre