Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 16 de julio de 2014
La semana pasada escribí aquí sobre la economía como ciencia, y señalé que, aunque tiene grandes diferencias con las ciencias naturales, no por ello deja de ser una disciplina seria que produce conocimiento útil.
Mencioné que los sistemas que estudia la economía son tremendamente más complejos que los que ocupan a la física, la química o incluso la biología. La ecología, por ejemplo, no estudia un ecosistema en toda su complejidad: elige algunos componentes que hagan manejable el problema. E incluso la meteorología, cuando trata de modelar en su totalidad un sistema tan complejo como el clima, lo más que logra son predicciones parciales, de corto plazo y con un grado relativamente modesto de confianza.
Aun así, modelar y predecir la conducta de individuos y de conjuntos de personas, junto con las fuerzas sociales, políticas y culturales que influyen en el comportamiento del sistema económico tiene un grado de dificultad pavorosamente mayor. No sólo por la cantidad de componentes que influyen en él, y por los múltiples parámetros que pueden ser afectados por cada uno. También porque prácticamente todos los componentes están relacionados entre sí. El sistema económico es, antes que nada, una gran red, o incluso una red de redes, en la que cada componente afecta a muchos más.
Un ejemplo actual es la generación de energía eléctrica a partir de la luz solar.
La doble crisis del petróleo –su inminente escasez, que ya resiente nuestro país, y sus terribles efectos ambientales (por no mencionar los problemas que tendremos para producir un sinfín de compuestos indispensables, como los plásticos y muchos fármacos, cuando escaseen los hidrocarburos a partir de los que se fabrican)– hace que el desarrollo de las llamadas “energías alternativas” sea una urgencia planetaria.
Y de todas ellas, aprovechar la abundantísima energía electromagnética que el Sol nos regala en forma de luz visible es la más prometedora. El efecto fotoeléctrico, descubierto en el siglo XIX y explicado por Einstein en su annus mirabilis (año de las maravillas) de 1905, es la base que permitió fabricar, ya desde 1954, celdas fotoeléctricas, también llamadas celdas solares, en las que el choque de los fotones de luz libera electrones de un material semiconductor, que forman una corriente eléctrica.
Inicialmente las celdas solares eran prohibitivamente caras. Pero los avances científico-técnicos y su industrialización masiva han ido reduciendo el costo de producir electricidad con energía solar. Hoy existen celdas experimentales que llegan a tener 44% de eficiencia, y otras comerciales con eficiencias muy buenas de entre 15 y 20%.
Entonces, ¿por qué todavía no se producen grandes cantidades de energía solar en el mundo –y en México, que tiene tanta extensión de territorio con alta insolación– para sustituir el consumo de petróleo? (según el sitio Greentechmedia.com, bastarían dos campos de 25 kilómetros cuadrados en los desiertos de Chihuahua o Sonora para producir toda la energía solar de México, con un sistema con el 15% de eficiencia). Porque no basta que exista un problema económico-social con una respuesta científico-técnica; la economía es una red, y sus conexiones ofrecen resistencia y limitan lo que puede hacerse en un momento dado.
Tienen que existir las técnicas para fabricar las celdas; las industrias que lo hagan y el sistema que las comercialice. Pero también tiene que haber el dinero, público o privado, para adquirirlas. La voluntad política para facilitarlo, y para superar la oposición de la industria petrolera. La percepción pública de que se trata de una inversión necesaria y conveniente. La disponibilidad de los materiales necesarios. Las leyes para regular la nueva tecnología. En fin… Y todos estos factores están conectados entre sí y se influyen mutuamente.
Muchas veces no es que los economistas, o los científicos o ingenieros, no sepan cómo ofrecer soluciones, sino que hacerlas realidad es mucho, mucho más complicado de lo que parece. Así es el mundo real: muy distinto de la teoría. Y sin embargo, se puede. Hace unas semanas Alemania anunció que logró producir el 50% de la electricidad usada en un día (el 6 de junio, que fue feriado y especialmente soleado) a partir de energía solar. Su meta es lograr que para 2020 el 35% de su electricidad sea solar, y para 2050, el 100%.
¿Y nosotros? ¿Seguiremos perdiendo en tiempo en discutir la reforma petrolera?
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1 comentario:
Tocayo, la idea que yo tengo es que YA EXISTE toda la tecnologia necesaria, digamos, para fabricar automoviles electricos. Pero quien vende la gasolina no le hace nada de gracia dejar de venderla, a las armadoras no les atrae nada la idea de transformar sus lineas productivas con un alto costo en ello. El unico interesado en que eso ya sea, es el golpeadisimo clima...
... y será, un día será, pero me temo que hasta que se haya agotado la ultima gota de petroleo. Y ENOTNCES, en ese lejan futuro, se dirá con nostalgia que el plastico en el siglo XXII era tan barato, tan infimo de precio, que se daba regalado en la farmacia para cargar una pequeña caja de aspirinas. Que se regalaba por cualquier cosa. En ese lejano futuro, el plastico sera ESCASO, CARO Y DE MALA CALIDAD, pues solo podrá ser del reciclado que haya que sacar de la basura... que ironia, en ese entonces, darán gracias a Dios, que el plastico haya tenido cientos de años para drgradarse.
Un mundo sin petroleo será muy raro, con el plastico como articulo de lujo (lo mas ironico sera que lo que sea de plastio, por esa razon sera mas caro, y no mas barato como ahora... los chinos ya lo van viendo, haciendo cosas mejor de bambu). Pero tambien con el fertilizante tan caro. Del petroleo TAMBIEN es de donde se saca el fertilizante... Se avecina un encarecimiento de los alimentos (uno mas, luego de la llegada de los biocombustibles)... ¿el golpe de gracia para las multitudes ya hambrientas?
Lo mas increible, ES TODA LA INACABABLE ENERGIA en la irradiacion solar. Basta solo estar al sol en primavera o verano, no digamos en el desierto, aqui mismo en Guadalajara donde antes presumiamos de el perfecto clima; un rato al sol le deja uno claro la enorme energia disponible, gratis, a raudales.
PD. solo una duda: ¿no es muy contaminante los desechos de las celdas solares? eso es algo que se tendria que solucionar antes de emprenderla masivamente con esa alternativa...
¡EXCELENTE TEMA, me gusta mucho esto de una tecnologia con rostro humano!
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