miércoles, 2 de diciembre de 2015

Charlatanes al acecho

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 2 de diciembre de 2015


Mezcle usted la necesidad de salud de la gente con la existencia de charlatanes y estafadores, siempre presentes. Agregue una dosis de medios de comunicación masiva e instantánea, como las redes sociales. El resultado será una mezcla sumamente explosiva.

La cantidad de tratamientos y remedios “milagro” que se anuncian por TV o internet, y se venden en todo tipo de tiendas sin mucha regulación por las autoridades de salud, junto con los rumores virales que se esparcen sin control por el ciberespacio, se están convirtiendo en un verdadero problema de salud. Ya hemos hablado en este espacio de la nefasta campaña de desinformación que invita a la gente a no vacunar a sus niños, por ejemplo.

El pasado miércoles 25 de noviembre Notimex, “la agencia de noticias del Estado Mexicano”, dio a conocer un boletín que fue inmediatamente reproducido por la mayoría de los medios del país. En él anunciaba lo que parecía una magnífica noticia: “Dan a conocer oficialmente vacuna contra la diabetes”.

El tratamiento, que según las notas prometía “ser una solución para el avance del mal e incluso revertir sus efectos”, fue presentada “por organismos especializados”, que aseguraron que “este tratamiento alternativo puede ser usado tanto por niños como adultos, sin efecto colateral alguno”.

La noticia ser volvió viral en las redes sociales. E inmediatamente comenzó la discusión, porque parecía demasiado buena para ser cierta. Como efectivamente resultó ser. Bastaba leerla para detectar las primeras señales de alarma: se hablaba de un tratamiento “alternativo” que “no tiene efectos colaterales”.

En realidad, la expresión “medicina alternativa”, traducida al español significa “sin validez terapéutica confirmada” (como bien dice el genial cómico australiano Tim Minchin, “la medicina alternativa que ha probado ser efectiva se llama… medicina”). Y todo tratamiento médico, sin excepción, conlleva algunos efectos secundarios, algunos más graves y otros insignificantes.

Pero más allá de eso, la supuesta “vacuna”, presentada por un tal Salvador Chacón Ramírez, presidente de la Fundación Vive tu Diabetes, y por Lucila Zárate Ortega, presidenta de la Asociación Mexicana para el Diagnóstico y Tratamiento de Enfermedades Autoinmunes, se basaba en algo llamado “autohemoterapia”. Según explicaron en la conferencia de prensa donde dieron a conocer su tratamiento, la “vacuna” se basaba en extraer sangre al paciente, mezclarla con solución salina, refrigerarla y volvérsela a inyectar: “Al paciente se le sacan alrededor de cinco centímetros de sangre; se introducen en 55 mililitros de solución sanguínea [sic]. Esta se lleva a refrigeración a cinco grados centígrados”.

De alguna forma, esto mágicamente la transformaba en una “vacuna” que no cura, pero sí previene y mitiga la diabetes. ¿Cómo? Porque “cuando se da el cambio de temperatura de 37 grados –como sale del cuerpo– a la nueva temperatura, se produce un choque térmico y lo que era un problema se convierte en una solución dentro del frasco [cursivas mías], de tal modo que se corrige la falla genética y metabólica o inmunometabólica”.

Si no entendió usted nada, es porque se trata de simple palabrería hueca que sólo superficialmente suena “científica”. Igual a la que usan todos los charlatanes seudomédicos.

La verdad es que no existe vacuna ni cura conocida contra la diabetes, y no parece probable que la vaya a haber pronto (aunque existen, eso sí, investigaciones que exploran, por ejemplo, el posible efecto una administración regular de la vacuna contra la tuberculosis, que estimula en el cuerpo del paciente los niveles del factor de necrosis tumoral, una molécula reguladora del sistema inmunitario; quizá en 5 años se tengan resultados preliminares de este posible tratamiento para la diabetes tipo 1).

Afortunadamente, la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), dependiente de la Secretaría de Salud federal, reaccionó rápidamente, y el jueves 26 lanzó un comunicado de prensa donde aclaraba que tal “vacuna” jamás había sido aprobada, desmentía su supuesta eficacia, anunciaba la clausura de la sede de la Fundación Vive tu Diabetes y el decomiso de sus productos (su página web ya no está disponible), y pedía no confiar los médicos de la Asociación Mexicana para el Diagnóstico y Tratamiento de Enfermedades Autoinmunes.

La COFEPRIS, que desde hace algunos años ha llevado a cabo decomisos de distintos “productos milagro” que carecen de registro sanitario y pueden, además de ser un fraude, causar daños a la salud de los pacientes que los utilizan, lanzó también una alerta respecto a esta fraudulenta “vacuna” en los 32 estados del país, y advirtió además que “no permitirá engaños a la salud pública y sancionará a los responsables de este nueva terapia ‘milagro’, por intentar lucrar con la salud de los pacientes diabéticos”. Qué bueno que contemos con servidores públicos que aplican el pensamiento científico y colaboran para proteger la salud de los ciudadanos ante el embate de embusteros que buscan lucrar con una enfermedad como la diabetes.

Desgraciadamente, hace falta, además de una mayor cultura médica y científica en nuestra población –siempre tan predispuesta a creer en remedios milagrosos, curaciones mágicas y todo tipo de complots–, un mucho mayor control de calidad de la información relacionada con temas médicos y científicos que se publica en los medios. Y más todavía tratándose de la agencia de noticias del Estado Mexicano. Notimex tiene un director general, Alejandro Ramos Esquivel, y un director editorial, Gabriel Pérez Osorio, que tendrían que salir a rendir cuentas de la falsa información que ayudaron a difundir. Ignoro si Notimex cuente además con un editor o con reporteros especializados para la sección de “Salud y ciencia” que aparece en su portal de internet, pero sí cuenta con una “defensora de la audiencia”, Sophie Anaya Levesque. Ojalá ella haya ya hecho ya algo respecto a la grave pifia que cometió Notimex. Por lo pronto, el comunicado original ha sido eliminado
de su página web.

Urge en nuestro país un mejor periodismo de salud y ciencia. Para ello se necesitará, además de formar periodistas profesionales especializados en estos temas (algo que ya se está impulsando desde universidades y asociaciones profesionales), de editores informados, de directivos responsables y de autoridades que colaboren con los medios para supervisar la calidad de la información que difunden, sobre todo cuando ésta pueda afectar la salud y el bienestar de los mexicanos.


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Contacto: mbonfil@unam.mx

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