martes, 2 de diciembre de 2003

Ciencia, sociedad y erecciones

Martín Bonfil Olivera
Milenio Diario, 2 de diciembre de 2003

¿Qué pasaría si no existiera el Viagra? Tal vez alguien lo inventaría… Tal es la premisa de la novela NO, del químico Carl Djerassi.

NO no es una novela de ciencia ficción. Pertenece a una corriente que su autor inventó, y que ha denominado “ciencia en ficción”. La diferencia es sutil: en la ciencia en ficción, se crea una ficción que habla sobre la ciencia sin introducir elementos imposibles. El objetivo es presentar al lector una visión realista de qué es la ciencia y, sobre todo, de cómo trabajan los científicos y cómo es su vida.

Djerassi no es un personaje muy conocido, aunque es uno de los científicos que más ha contribuido a cambiar la sociedad contemporánea. Se trata nada menos que de uno de los químicos que desarrollaron la píldora anticonceptiva. Labor que, curiosamente, se llevó a cabo en nuestro país, en la empresa Syntex. Su creación y puesta a la venta al público marcó, desde muchos puntos de vista, un cambio decisivo en la sociedad: fue quizá el elemento más importante en la liberación femenina, y en el cambio en los roles tradicionales del varón y la hembra.

Posteriormente a la píldora, Djerassi se hizo rico (naturalmente), y se convirtió en mecenas de artistas y bon vivant. Además, comenzó a interesarse en los aspectos sociológicos de la biología de la reproducción y en la lucha por los derechos femeninos. También comenzó a escribir.

“La cultura y las costumbres de los investigadores científicos son tribales”, afirma Djerassi, y por ello intenta mostrar en sus novelas los ritos, costumbres y tradiciones que existen en esta tribu tan poco comprendida. Al hacerlo, contribuye a romper con la falsa imagen del científico como alguien distinto al resto de los seres humanos, que vive en una torre de marfil alejada de la sociedad y sin contaminarse con “influencias nocivas” como la política, la economía o las envidias o rivalidades entre colegas. Lejos de esto, Djerassi nos muestra lo humanos y complicados que pueden ser los científicos: tanto como cualquier persona.

Djerassi se propuso escribir una tetralogía de novelas sobre científicos, aunque al final acabó escribiendo cinco (una, Marx el difunto, es sobre un escritor), más dos obras de teatro, una autobiografía y un libro de reflexiones. NO (aparecida este año y publicada en español, como toda su obra, por el Fondo de Cultura Económica) es la cuarta, con lo que se cierra el ciclo.

En las tres primeras novelas (El dilema de Cantor, El gambito de Bourbaki y La semilla de Menachem), aborda respectivamente temas como la competencia entre científicos por el reconocimiento de sus colegas, por los premios (como el Nobel) y por la fama; los problemas que enfrentan los científicos de edad madura, pero aún productivos, que son obligados a retirarse; y la influencia que las nuevas técnicas reproductivas in vitro pueden tener en una historia de amor. Al mismo tiempo, explora aspectos como la influencia del entorno geopolítico o las características étnicas de los investigadores en el desarrollo de la ciencia. Todo ello de forma amena, inteligente, bien narrada e interesante.

NO se centra en un aspecto de la ciencia –y en particular de la farmacología– que muchas veces pasa desapercibido no sólo para el público, sino para los propios científicos que laboran en la academia, lejos de las complejidades de la industria. Se trata del largo y tortuoso camino que un descubrimiento científico tiene que seguir antes de tener una aplicación práctica y ser usado por el público. Los personajes –en particular los femeninos son siempre especialmente poderosos– nos muestran qué sucede cuando un científico tiene que convertirse, para poder lograr que sus descubrimientos sean aplicados, en industrial y hombre –o mujer– de negocios.

Djerassi usa el óxido nítrico, NO, como pretexto. Este sorprendente gas demostró hace poco ser una hormona responsable de gran cantidad de procesos en el ser humano. Participa en la circulación sanguínea, el cáncer y el funcionamiento cerebral. En particular, controla la relajación de las paredes de los vasos sanguíneos, y por ello puede usarse para combatir los ataques al corazón (las pastillas de nitroglicerina se usaban para esos casos porque liberaban NO) y también para facilitar el flujo de sangre al pene: causar erecciones. El Viagra, quizá el medicamento más famoso de los últimos años, ocasiona la liberación de NO. La novela de Djerassi no habla del Viagra, sino de otro medicamento ficticio que hubiera podido ser usado para el mismo fin.

La experiencia personal de propio Djerassi le permite dar así una interesantísima visión desde dentro de la relación ciencia-industria. De hecho, varios de los personajes son tomados de la realidad, y el propio Djerassi –quien siempre lamentó no haber recibido el Nobel– se introduce en su novela y se otorga un imaginario premio equivalente al deseado galardón.

La prosa de este químico no es grandiosa; se trata de novelas sencillas, aunque ingeniosas y muy agradables. Cumplen más que satisfactoriamente con su fin, y creo que merecen ser leídas ampliamente. Conque queda usted convidado a sumergirse en el mundo del NO y en el de los científicos, su trabajo, sus amores, sus envidias y rivalidades, llevado de la mano por el químico que cambió la forma en que concebimos el sexo. ¡Que disfrute el viaje!

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