Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 27 de octubre de 2010Para Antígona, aunque no sea autótrofa
En esa vacuna contra la credulidad y azote de seudociencias y charlatanerías que es su libro El mundo y sus demonios: la ciencia como una luz en la oscuridad (Planeta, 1997), el genial astrónomo y divulgador científico Carl Sagan (Nueva York, 1934-1996) lamenta cómo la inteligencia y el “interés natural en las maravillas del universo” de un taxista que conoció se desperdiciaban en creer en cristales, visitantes extraterrestres, profecías y en leyendas de la Atlántida como si fueran “ciencia”. “Hay tantas cosas en la ciencia real –escribe Sagan– igualmente excitantes y más misteriosas, que presentan un desafío intelectual mayor… además de estar mucho más cerca de la verdad”.
Y en efecto: ¡cuántas maravillas reales que ofrece la ciencia quedan opacadas por las baratijas falsas de los charlatanes! Pero eso sí, hay que reconocerles una cosa: los embaucadores tienen una enorme creatividad. Recientemente me asombré con una nueva muestra de ello: la afirmación “científica” de que ¡los seres humanos podemos realizar la fotosíntesis, como las plantas!
Antes de entender lo increíblemente absurdo de tal afirmación, recordemos –nos lo enseñan desde la primaria– que, a diferencia de las plantas y otros seres autótrofos, los humanos, por ser heterótrofos, no podemos fabricar nuestros propios alimentos (“I cannot synthesise a bun/by simply sitting in the sun”, sentenció en 1924 el famoso bioquímico inglés JBS Haldane).
Las plantas lo logran gracias al pigmento llamado clorofila, que les confiere su color verde. La luz del sol, al incidir en él, energiza algunos de los electrones de su molécula, lo cual pone en movimiento la cadena de reacciones fotosintéticas, que permiten a la planta romper la molécula de agua para unirla al dióxido de carbono del aire y fabricar glucosa, azúcar en que la energía solar queda almacenada en forma de energía química(y de donde los animales posteriormente la liberamos al comerla).
Pues bien: resulta que una serie de charlatanes que se ostentan como investigadores científicos afirman que la antigua creencia hindú de que se puede vivir sin comer, sólo con la luz del sol, podría estar basada en las propiedades fotosintéticas de la melanina, el pigmento que da color a la piel humana ("la melanina es, en el reino animal, equivalente a la clorofila en el reino vegetal", se atreve a afirmar uno de ellos en el inicio de un trabajo -no arbitrado- que circula en internet).
Por supuesto, todo pigmento interactúa con la luz, y al parecer la melanina podría tener interesantes propiedades fotoeléctricas (quizá incluso para desarrollar nuevas tipos de celdas solares). Pero de ahí a que esto pueda permitir a un humano vivir sin comer, hay un brinco absurdo.
Lo grave es que estos embaucadores pretenden hacer pasar sus mentiras por ciencia, por ejemplo, subiendo un supuesto artículo científico a un sitio no arbitrado patrocinado por la prestigiada revista científica Nature (Nature Preceedings, cuyos contenidos, según sus propios lineamientos, “no son arbitrados. Este servicio pretende ofrecer un servicio informal de comunicación más rápido e informal que el de las revistas científicas… Muchos de los hallazgos que pueden encontrarse aquí son preliminares o especulativos, y hace falta que sean confirmados”), para engañar al incauto. E incluso se atreven a ofrecer tratamientos médicos basados en estos desvaríos.
Todo mundo es libre de creer lo que quiera, pero a veces la charlatanería es peligrosa. Al menos, resulta siempre ofensiva para la inteligencia.
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