Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 30 de octubre de 2016
Publicado en Milenio Diario, 30 de octubre de 2016
Semana Nacional de la Ciencia y la Tecnología en el zócalo de la Cd. Mx |
Aunque la relación
entre ciencia,
tecnología y sociedad no es tan simple y directa como a veces se dice, no hay
duda de que los países más ricos y con mejor nivel de vida
son aquellos que
apoyan decididamente la investigación científica básica y
aplicada, así como el
desarrollo tecnológico que pueda traducirse en patentes
que generen nuevas
industrias y, con ello, empleos y una mejor economía.
Una parte de la
ecuación que hace a un
país desarrollado es un decidido apoyo, en forma de
inversión, a la ciencia y la
tecnología. Algo que en nuestro México probablemente va
a seguir escaseando,
pues el panorama para la inversión en este rubro en 2017
indica que habrá
recortes con efectos muy severos en el desarrollo de
proyectos de
investigación, como ya
se comentó en este espacio.
Pero hay otro
componente de la ecuación
del desarrollo
científico-tecnológico-industrial–económico que debe
tomarse en
cuenta: la percepción
que tienen los
ciudadanos de un país –incluyendo a sus gobernantes–
respecto a la ciencia y la
tecnología. Y es aquí donde el sistema educativo y los
medios de comunicación
pueden tener una gran influencia.
Es por esto que
desde hace décadas, la
comunidad de divulgadores
científicos ha trabajado para, entre otras cosas,
construir
en nuestros ciudadanos una cultura
científica, acercando la ciencia y la
tecnología de forma accesible y atractiva al
público amplio, a través de los
más diversos medios y en todos los espacios posibles.
En sus primeros
años fue labor heroica,
pues los divulgadores no recibían una paga y trabajaban
incluso a contracorriente,
enfrentando los prejuicios de quienes despreciaban esta
labor. Más adelante
comenzó a haber nichos
donde la divulgación científica podía ejercerse de
manera más profesional… y remunerada. Surgieron
revistas, museos y
exposiciones, programas de radio y TV, talleres, ferias
de ciencia… Pero se
seguía trabajando con apoyo escaso.
Desde hace pocos
años, afortunadamente,
el relevo generacional y la labor continuada han logrado
que instituciones como
el Consejo
Nacional de
Ciencia y Tecnología
(Conacyt) hayan comenzado a
apoyar la labor de la comunidad de divulgadores
científicos de México. En 2012
se publicó la primera Convocatoria
de Apoyo a Proyectos de Comunicación Pública
de la Ciencia, que desde entonces cada año proporciona
recursos (que van desde
500 mil hasta 3 millones 500 mil pesos) para financiar
buenos proyectos de
divulgación científica en todo el país. En estos cinco
años, según datos del
propio Conacyt, se han recibido más de 900 solicitudes,
de las cuales se han
apoyado 105, por un total de casi 100 millones de pesos.
¿El resultado?
Exposiciones, videos,
programas de radio, revistas, libros, productos para
internet o para
planetarios, proyectos comunitarios… una diversidad de
productos, además de la
capacitación de personal y la apertura de nuevos
espacios. Y por segunda vez,
el Conacyt organizó este año un Congreso
Nacional de Comunicación Pública de
la Ciencia –al que tuve el privilegio de asistir,
en la ciudad de Campeche– en
el que los receptores de estos recursos, es decir, los
realizadores de estos
proyectos, pudieron reunirse para exponer logros y
productos, compartir
experiencias y discutir con diversos expertos en el
campo.
Pero eso no es
todo: el Conacyt también
ha realizado, ya durante cuatro años, un Simposio
Iberoamericano de Periodismo
de Ciencia, Tecnología e Innovación, donde ha
reunido a la comunidad de periodistas
científicos del país para permitirles convivir, discutir
y colaborar. Entre
otras cosas, esto ha catalizado la formación de la Red
Nacional de Periodistas
de Ciencia, creada en 2015. Asimismo, ha lanzado,
con buenos resultados, un Premio
Nacional de Periodismo de Ciencia, Tecnología e
Innovación.
El Conacyt también
creó, en 2012, el Índice
de Revistas Mexicanas de Divulgación Científica y
Tecnológica, para avalar la
calidad y ayudar
a la profesionalización de las 19 publicaciones
que
actualmente incluye. Los editores de éstas se han
reunido también, a invitación
del Conacyt, en un
simposio para compartir experiencias y sumar
esfuerzos. Finalmente, el Consejo realiza también
anualmente un Festival
Internacional de Planetarios, para apoyar la red
de Planetarios del país, que
tienen una gran tradición de realizar actividades de
divulgación científica.
Con estos
esfuerzos el Conacyt apoya,
además de los varios proyectos propios de divulgación
científica que tiene –entre los que destacan la revista Ciencia
y desarrollo, que publica
desde
su creación, en 1970, y la Semana
Nacional de la Ciencia y la Tecnología, que se
realiza desde 1994–, a quienes realizan proyectos de
divulgación científica en toda la República.
Un esfuerzo
valioso, muy fructífero –como
pude apreciar en el Simposio de Campeche– y que
constituye el inicio de una
verdadera política pública en materia de comunicación de
la ciencia.
Ojalá que estos
apoyos, que le dan a
nuestra sociedad la oportunidad de construir una cultura
científica, y con
ella, un futuro menos ominoso, puedan mantenerse a pesar
de crisis y recortes
presupuestales. No se necesita tanto dinero, pero sí el
suficiente. Y, sobre
todo, voluntad política.
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1 comentario:
Hola. Te recuerdo que la red de la que formas parte se llama "Red MEXICANA de Periodistas de Ciencia" y se creó formalmente en en enero del 2016, no en 2015.
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