Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 20 de enero de 2016

Trata de la vida de Lili Elbe (1882-1931), la primera mujer transexual de que se tiene noticia (interpretada magistralmente por Eddie Redmayne, el actor inglés que año pasado ganar el Oscar por su encarnación del famoso Stephen Hawking). La película está basada en la novela del mismo título de David Ebershoff, que a su vez fue “inspirada” (en palabras del autor) en la vida de Elbe, a través de su libro autobiográfico Man into woman (“De hombre a mujer”) y su correspondencia.
La novela de Ebershoff es ficción, y no se apega demasiado rigurosamente a los hechos de la vida de Elbe. A su vez, la cinta de Hopper cambia muchos detalles de la novela. Aun así, es fascinante conocer la vida de quien fuera el pintor Einar Wegener, casado con la también pintora Gerda, y ser testigo del creciente conflicto que surge en él luego de posar usando ropa de mujer para su esposa. Esta experiencia libera en él impulsos suprimidos durante toda su vida, que lo llevan a pasar al uso de ropa femenina (travestismo) y al surgimiento de su verdadera personalidad femenina (identidad transgénero) y su necesidad de convertirse en mujer transexual mediante cirugía, con los consecuentes problemas y complicaciones.
Lili Elbe expresaba que ser mujer era su verdadera identidad; se sentía, como tantas personas transgénero, “atrapada en un cuerpo del sexo equivocado”. Pudo comenzar a corregir esto con ayuda del doctor Magnus Hirschfeld, el célebre pionero alemán de la sexología (quien llegó a ser llamado “el Einstein del sexo”, acuñó el término “homosexual” y fue uno de los primeros defensores de la diversidad sexual; es famosa su frase “la homosexualidad es parte del plan de la naturaleza, igual que el amor normal”). Inicialmente Hirschfeld operó a Lili para extirpar sus testículos (aunque esto no aparece en la cinta).
Posteriormente otro médico, Kurt Warnekros, le realizó tres operaciones más para remodelar sus genitales y construirle una vagina. En la tercera de estas cirugías, que eran altamente experimentales, se le implantó un útero, con la esperanza de que pudiera llegar a tener hijos. Desgraciadamente, Lili murió a los tres meses, debido al rechazo del tejido trasplantado.
La valiente Lili Elbe, junto con Hischfeld y Warnekros, puede ser considerada una pionera de la moderna cirugía de reasignación de sexo, que ayuda hoy a tantas personas transexuales a vivir una vida acorde con su sexo y género percibidos.
Aun así, sigue siendo necesario informar y educar a la población sobre el tema, pues resulta, además de inquietante y polémico, confuso. En la cinta, por ejemplo, un galán le pregunta a Lili si, después de sus operaciones, es una mujer “verdadera”. El problema con la transexualidad y las cirugías de cambio de sexo es que trascienden nuestras tradicionales –y limitadas– categorías de “hombre” y “mujer”. El galán de Lili es homosexual; le atraen los hombres, las personas de su mismo sexo. Cuando Einar se transforma en Lili, deja de sentirse atraído a ella. Lili, en cambio, no es homosexual, sino transgénero: siente que pertenece al sexo “opuesto” a su sexo biológico, y se considera una mujer heterosexual (o quizá bisexual, pues en la relación con su mujer Gerda, quien era su cómplice en su etapa de travestismo transgénero, antes de sus operaciones, parece haber habido un componente lésbico).
Hoy el respeto a los derechos humanos de los transexuales indica que debemos reconocer el género con el que se identifique una persona, no su sexo biológico. Un hombre que se siente mujer y se viste y actúa como tal es una mujer transgénero; si se ha operado, es una mujer transexual. En ambos casos, lo correcto es hablarle y referirse a ella en femenino. Lo inverso ocurre en el caso de una mujer que se identifica como hombre: se trata de un hombre transgénero o transexual.
Y queda pendiente la discusión y el reconocimiento amplio de los derechos de otras minorías sexuales como los bisexuales (que sienten atracción por ambos sexos), intersexuales (que tienen genitales ambiguos) y las personas queer (que no sienten la necesidad de identificarse con ningún género, y suelen adoptar un aspecto andrógino). Sin dejar de mencionar a los llamados asexuales, que no sienten atracción sexual.
Como se ve, es un tema enredado. Sin embargo, los avances sociales y en derechos humanos, junto con el mayor conocimiento científico sobre la biología y la psicología de la sexualidad, han ido permitiendo una verdadera revolución que está cambiando y haciendo mejores las vidas de todas las personas no heterosexuales en el mundo.
Así como la película Filadelfia fue, en su momento, un gran detonador para cambiar la percepción pública de los homosexuales en todo el mundo, quizá La chica danesa ayude a crear conciencia sobre los derechos de las personas transgénero. Enhorabuena. Ojalá gane varios Óscares.
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